“La pandemia me mostró que vivía con un monstruo”
El Ayuntamiento de Madrid crea 15 nuevas plazas en viviendas compartidas para víctimas violencia de género ante el crecimiento de peticiones de auxilio durante el confinamiento
El confinamiento ha encerrado a las víctimas de violencia de género con sus maltratadores. “Después de meses de amenazas, gritos y golpes le dije que yo de esta casa salía en un cajón o acompañada por la policía”, afirma Claudia García, de 39 años, una de las mujeres que pidió auxilio el sistema de protección de mujeres que han sufrido violencia de género en la capital. El Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha ...
El confinamiento ha encerrado a las víctimas de violencia de género con sus maltratadores. “Después de meses de amenazas, gritos y golpes le dije que yo de esta casa salía en un cajón o acompañada por la policía”, afirma Claudia García, de 39 años, una de las mujeres que pidió auxilio el sistema de protección de mujeres que han sufrido violencia de género en la capital. El Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha 15 nuevas plazas en viviendas compartidas para víctimas de violencia de género ante el aumento de casos durante la crisis sanitaria de la covid-19.
A uno de estos pisos, localizado en un barrio céntrico de la capital cuya dirección no puede ser revelada por protección de las víctimas, ha llegado este viernes a vivir García con su hija, Tatiana, de 18 años. Un nuevo comienzo o por lo menos uno temporal de nueve meses hasta que logren volver a poder valerse por sí mismas.
García llegó a Madrid hace 20 años buscando un futuro mejor. "Mi sueño era comprarle una casa a mi mamá en Colombia”. Después de trabajar ocho años como camarera lo logró. En esa cafetería conoció a un español que le prometió una vida mejor. Entonces, su hija Tatiana vivía en Colombia con su abuela y García se sentía muy sola en Madrid. Cuando un año después, en 2017, se fueron a vivir juntos, empezaron a aparecer las señales de alerta. Las peleas eran más seguidas y los gritos más fuertes. Un día, su agresor la tiró por las escaleras de la casa y la dejó llena de moratones. García llamó a la policía y se lo llevaron esposado. Esa imagen se quedó grabada en su memoria. Ella no quería verlo en la cárcel y decidió no denunciarlo. Después de unas semanas volvió con él. En otra pelea la echó de la casa: García pasó la noche en el aeropuerto esperando a que Luis la volviera a llamar arrepentido y le pidiera que volvieran. Así durante años.
El confinamiento fue el punto final de la relación. “La pandemia me mostró que vivía con un monstruo”, afirma García. A principios de abril, después de amenazarla de muerte a ella y a su hija. Decidió acabar con su sufrimiento. No aguantaba más. Salió a la calle y llamó al 016. Unos minutos después llegó la policía y se llevaron a su pareja esposado. García sacó las cosas de la casa y se fue con su hija y dos maletas a un albergue en Alcorcón de la red de emergencia del Ayuntamiento.
“No hay un perfil de mujer maltratada, el único riesgo para sufrir una relación de maltrato es ser mujer”, afirma una fuente del centro de emergencia. “En el caso de García ha sido un proceso muy sorprendente. Ella ha empezado a visibilizar la historia de violencia que sufrió casi desde el comienzo de su relación y quiere recuperar su vida y ser un ejemplo para su hija”, afirma la portavoz.
Estas tres viviendas de cinco plazas funcionan como viviendas semi autónomas. No hay horarios de entrada o salida y están completamente integradas en la comunidad de vecinos. “Son viviendas de caseros particulares que no saben quién va a vivir en los pisos”, afirma Sandra Suárez Rodríguez, coordinadora del proyecto en Provivienda. Cada piso tiene 100 metros cuadrados: tres habitaciones, dos baños, salón y cocina. “Las mujeres no tienen que pagar nada durante su estancia y la idea es que lo sientan como su hogar”, afirma Rodríguez.
“Hemos creado 15 plazas más de emergencia, que se suman a las 16 que logramos que nos facilitara la Comunidad de Madrid en abril del año pasado. Queremos asegurarnos de que ninguna mujer que sufra violencia de género se ve obligada a seguir con su maltratador por falta de plazas en la red”, afirma el concejal del Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social, Pepe Aniorte.
Cuando una mujer decide denunciar a su agresor, en caso de que no tenga recursos o un lugar donde vivir, el Servicio de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia de Género (SAVG 24 Horas) es la principal puerta de entrada a la red municipal. Es un recurso especializado en atención de emergencia que atiende en primera instancia a estas mujeres que no tienen a donde ir.
Allí, además de realizar la primera atención ante casos de violencia de género, se les ofrece a las mujeres los recursos de la red que más se adapten a sus necesidades. “Tras el SAVG 24h, a las mujeres se les ofrece acceder a uno de los cuatro centros de emergencia disponibles, donde se cubren todas sus necesidades y donde se les ayuda a recuperar su vida autónoma”, afirma una portavoz del consistorio. El tiempo de estancia en uno de los centros de emergencia es de alrededor de tres meses. Posteriormente se les deriva a casas de acogida de la Comunidad.
Estas mujeres, como García se están enfrentando a dos pandemias: la covid-19 y la violencia machista. El número de llamadas ha aumentado un 47% durante el confinamiento. Son 1.854 más que en el mismo periodo del año anterior, según datos del Ministerio de Igualdad.
Todas las mujeres que estén pasando por una situación de maltrato pueden llamar al 016 o al teléfono 24 horas: 900 222 100