‘Luciérnaga’, el ladrón de los 100 robos que desesperó a la Guardia Civil
21 juzgados se repartirán los golpes dados en España por este delincuente de récord que se hizo con un botín de medio millón de euros en menos de cinco meses
El Luciérnaga, el Raposo o el Solitario son algunos de los sobrenombres con que se conocía al delincuente que según los investigadores ha batido el récord de robos llevados a cabo en España por una persona en un periodo tan corto como unos escasos cinco meses: de septiembre de 2019 hasta febrero de 2020, poco antes de estallar la pandemia en el país. Escurridizo por sus hábitos discretos, ni tan siquiera se vio en la necesidad de cambiar de coche durante todo el tiempo en que perpetró más de noventa golpes (y posiblemente algunos más que actualmente investiga la policía na...
El Luciérnaga, el Raposo o el Solitario son algunos de los sobrenombres con que se conocía al delincuente que según los investigadores ha batido el récord de robos llevados a cabo en España por una persona en un periodo tan corto como unos escasos cinco meses: de septiembre de 2019 hasta febrero de 2020, poco antes de estallar la pandemia en el país. Escurridizo por sus hábitos discretos, ni tan siquiera se vio en la necesidad de cambiar de coche durante todo el tiempo en que perpetró más de noventa golpes (y posiblemente algunos más que actualmente investiga la policía nacional) en los que supuestamente se embolsó al menos medio millón de euros. La Policía Judicial de la Guardia Civil de Monforte (Lugo) logró detenerlo entonces, después de abrir una desesperada operación con nombre de heladería. Luciérnaga, conocido así por los agentes por el brillo de sus ojos cuando miraba a las cámaras de vigilancia nocturna de los locales donde robaba, responde a las iniciales N.C., tiene 35 años y es de nacionalidad rumana. Está recluido desde su arresto en la cárcel leonesa de Mansilla de las Mulas.
Ahora serán 21 juzgados, correspondientes a otros tantos partidos judiciales, los que decidirán la suerte de este delincuente que pulverizó marcas, “frío y calculador”, tal y como le describe a El País el cabo primero de la Guardia Civil de Monforte. El equipo empezó a seguir sus pasos desde que se produjeron, a finales de septiembre, varios robos en la zona del municipio de Chantada, al sur de la provincia de Lugo y próximo a Monforte de Lemos. La operación fue bautizada como Tropilates, el nombre de un bar y una heladería de Sarria (Lugo).
El también conocido en Galicia como O Raposo, el zorro, por su sigilo y sus mañas nocturnas para deslizarse hasta el interior de locales sin gente, cruzó la frontera de Irún el 21 de septiembre de 2019 en un Volskwagen Passat familiar de color gris, que le ha acompañado durante su trayectoria criminal. Tenía matrícula francesa, pero según le convenía sustituía las placas por otras italianas en algunos momentos. A Galicia llegó dos días después de entrar en España. El ciudadano rumano trataba de no dejar rastro en ningún lugar, ni de mantener relaciones con otras personas que pudieran acabar delatándole, y supuestamente con este fin incluso dormía en su vehículo. A los investigadores les llamó poderosamente la atención que, en estos seis meses, tan solo pudieran documentar pernoctaciones en dos hostales.
Este hombre de 35 años, de más de 1,80 metros de estatura, “fornido” y cultivado en artes marciales y boxeo venía de París cuando cruzó la frontera española. Tal y como luego se supo a través de las redes sociales que había frecuentado, dejaba atrás una juventud, también lastrada por la delincuencia, en un pequeño pueblo de Rumanía. Ya en España se desplazó por el norte del país hasta dar con sus huesos en Galicia, y en concreto en Lugo, donde supuestamente decidió establecer su base de operaciones y desde donde, según la investigación, “planificaba sus robos” en esta comunidad, en Asturias y en Castilla y León.
Al más puro estilo “de los grupos paramilitares de los Balcanes”, explica la Guardia Civil, el ladrón también conocido como Solitario, por su independencia a la hora de actuar, empleaba las tácticas de estos. Cuando entraba para robar lo hacía “reptando por el suelo”, describe un agente, tras haber inspeccionado previamente el local que iba a atacar. Con un sombrero de pescador y pasamontañas accedía a comercios, concesionarios, y hasta llegó a robar en una clínica veterinaria, cuando estaban cerrados. En cada uno de sus objetivos se hacía con botines “de entre cuatro y cinco mil euros”, y dejaba un reguero de daños. También su imagen en las grabaciones de los vídeos de seguridad, cuyo estudio ha permitido hallar las similitudes hasta poder atribuirle su récord de robos.
N.C. fue detenido “con las manos en la masa” en un concesionario en León en febrero del pasado año, pero las pesquisas para poder atribuirle esa cantidad de robos próxima al centenar han continuado hasta ahora. Por su parte, la Guardia Civil da por zanjada la operación, aunque todavía sigue pendiente la parte correspondiente al Cuerpo Nacional de Policia, con competencias en las urbes.
El Luciérnaga, o Raposo, o Solitario era “minucioso”. Antes de perpetrar los robos acudía al lugar e “inspeccionaba alarmas” u otros elementos de seguridad, y presuntamente trataba de obtener información a través de personas vinculadas a los negocios entablando una afable conversación. Iba de visita, como si fuera un simple cliente, por la tarde. Y por la noche, en la franja comprendida entre las tres y las seis de la madrugada, regresaba al lugar y burlaba las medidas de seguridad para llevarse el botín.
Su coche lo aparcaba no demasiado cerca de donde cometía sus fechorías, “en una zona apartada” y después regresaba al vehículo a dormir. Se tienen acreditadas que sus acciones se desarrollaban de madrugada, entre las tres y las seis de la mañana.
No se le conoce “residencia habitual” y tampoco familia en España. Las redes sociales fueron fundamentales para identificar a Luciérnaga, donde se exhibía en artes marciales y boxeo, lo que le procuraba una condición física “envidiable” que le permitía encaramarse a una ventana a tres metros de altura. Los agentes que estudiaron su caso en la Guardia Civil creen que si alguien lo hubiera descubierto en pleno robo, N.C. podría llegar a actuar de forma violenta.
El rastreo comenzó cuando el instituto armado “detectó un aumento de delitos contra el patrimonio en el sur de la provincia” de Lugo. “Fuimos a los distintos establecimientos e hicimos las inspecciones oculares en busca de huellas”, relata el cabo primero del cuartel de Monforte. “Es precisamente visionando las grabaciones de las cámaras de seguridad cuando comprobamos que se trata de una persona que actúa sola. Un varón alto, de complexión atlética. Y vemos que se centra en máquinas recreativas y también en máquinas expendedoras de tabaco, entre otras”, prosigue explicando el agente. Así golpeó bares, restaurantes, tiendas de ropa o la propia clínica veterinaria.
Cada noche podía llegar a cometer “entre siete y ocho robos”, hasta que fue detenido en León sin ofrecer resistencia a los agentes que ya lo tenían en el punto de mira. El ladrón escurridizo que fue atesorando, al mismo tiempo que una fortuna, varios alias en aquellos lugares donde actuaba se corona como uno de los ladrones con más robos a su espalda en la historia de la delincuencia de España. La Guardia Civil ha informado además a Europol de los hechos, dado el hecho confirmado de que venía de París y teniendo en cuenta los antecedentes delictivos que N.C. tiene en su país.