El PP de Luis Barcala retiene la alcaldía de Alicante y supera en votos a todo el bloque de izquierdas
Los populares acaparan los sufragios perdidos por Ciudadanos, que desaparece del Consistorio, y no precisarán del apoyo de Vox, que duplica sus resultados
El Partido Popular (PP), con el alcalde Luis Barcala al frente, retiene la alcaldía de Alicante sin siquiera necesitar el apoyo de Vox, ya que sus resultados superan al cosechado en conjunto por el bloque de izquierdas. Con el 99,8% del escrutinio, el PP ha sumado casi todas las papeletas que en 2019 fueron a Ciudadanos, que desaparece del Consistorio, y obtiene 14 concejales, cuatro más que en los anteriores comicios. El PSOE, liderado por Ana Barceló, pierde un edil y suma ocho. Compromís m...
El Partido Popular (PP), con el alcalde Luis Barcala al frente, retiene la alcaldía de Alicante sin siquiera necesitar el apoyo de Vox, ya que sus resultados superan al cosechado en conjunto por el bloque de izquierdas. Con el 99,8% del escrutinio, el PP ha sumado casi todas las papeletas que en 2019 fueron a Ciudadanos, que desaparece del Consistorio, y obtiene 14 concejales, cuatro más que en los anteriores comicios. El PSOE, liderado por Ana Barceló, pierde un edil y suma ocho. Compromís mantiene su representación, repite con dos regidores, mientras que Vox dobla sus registros de 2019 y pasa de dos a cuatro. La confluencia entre Unides Podem y Esquerra Unida pierde un concejal y se queda con solo uno. Barcala ha afirmado que gobernará en solitario. “Que gobierne el PP es lo mejor para Alicante”, ha aseverado el alcalde tras conseguir 59.896 votos, el 40,73% del total.
Los populares vencen así en una convocatoria en la que solo Barcala repetía al frente de las listas, mientras que sus oponentes, salvo en los casos de la exconsejera Barceló y, quizá, del exconcejal Adrián Santos (Ciudadanos), debían sumar el esfuerzo de darse a conocer entre sus conciudadanos al trabajo puro de campaña electoral. Si al principio del pasado mandato el revalidado alcalde trataba de no meter demasiado ruido, consciente de que gobernaba en minoría, conforme pasaba el tiempo se fue envalentonando, hasta llegar a sacar una ordenanza contra la mendicidad y la prostitución que acabó en todas las portadas nacionales. En la campaña de este año, en la que apenas ha asomado la cabeza ni pisado la calle, Barcala no solo ha confirmado la continuidad de esta normativa, además, anunció la implantación si ganaba de una unidad municipal antiokupación y el refuerzo de la plantilla de la Policía Local, que atravesó una polémica de enchufismo durante la última convocatoria de oposiciones. La lucha contra la inseguridad se convertía así en el frente con el que Barcala trataba de frenar el impulso de sus socios puntuales, Vox, a los que llegó a acusar de colaborar con la izquierda por no permitirle aprobar los últimos presupuestos municipales. No lo ha conseguido, pero tampoco lo ha necesitado, finalmente. El trasvase de votos desde Ciudadanos hacia los populares le da la tranquilidad que pidió en campaña, en la que aventuró que podría gobernar en mayoría simple, sin necesidad de socios.
En el otro vector principal de su mandato, la transformación urbanística, las obras de peatonalización del centro y los proyectos en la fachada litoral se han ido acumulando a final de legislatura, con cruce de declaraciones y quejas por todas partes ante las que Barcala se mantenía incólume mientras el resto del Consistorio rehacía sus filas. Las peleas intestinas de los socialistas municipales, las matemáticas de coalición de Unides Podem y Esquerra Unida y la previsible descomposición de Ciudadanos se unieron a los fichajes de última hora de Vox, que se hizo con una de las ediles cesantes del PP, Julia Llopis, controvertida responsable de Acción Social, antes de que comenzara la campaña electoral. Todas estas circunstancias, más los cambios de cromos al frente de todas las candidaturas, parecen haber desanimado el voto de izquierdas y alentado el de derechas. Ni siquiera ha pesado en el voto popular la sombra de la corrupción que sobrevoló el grupo en el último tramo de legislatura, con dos ediles, el de Fiestas y Partidas Rurales, Manolo Jiménez, y el de Infraestructuras, José Ramón González, investigados por un presunto delito de prevaricación en la asignación de varios contratos en una pedanía rural, La Alcoraya, de apenas 360 habitantes. Ninguno de los dos ha formado parte de las listas populares en estas elecciones.
Barcala (Sant Joan d’Alacant, 61 años) repetirá en un cargo al que accedió casi por casualidad, pero con paciencia y un gran dominio de las oportunidades. Entró en la lista de Sonia Castedo en 2011 gracias a la marcha de José Joaquín Ripoll a la Autoridad Portuaria. La caída de la alcaldesa, que dimitió tras estallar el caso de corrupción masiva conocido como Brugal, y la debacle del partido en las elecciones de 2015 pillaron a Barcala en una posición cómoda que le permitió ascender hasta el número cuatro de una lista condenada a la oposición. El mandato del socialista Gabriel Echávarri acabó un año antes de lo previsto, tras ser imputado por prevaricación, y el voto de una tránsfuga de Podemos dejó a este abogado casado y con dos hijas, ferviente foguerer, con buena mano para las artes plásticas y buen lector, sentado en un despacho que nadie de su partido tuvo fe en alcanzar.
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