El prestigio del CIS, tocado: críticas generalizadas, más errores y sesgo a la izquierda

Las acusaciones del sector contra su presidente, José Félix Tezanos, son casi unánimes y los datos constatan que sus estimaciones suelen favorecer un bando político y se desvían más del resultado. Expresidentes de la entidad y una decena de expertos alertan del daño a la institución

El presidente del CIS, José Félix Tezanos, el pasado 5 de noviembre en una comparecencia en el Congreso de los Diputados. EFE/ Mariscal POOLMariscal (EFE)

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), una institución respetada y prestigiosa, siempre ha tenido un flanco débil en su labor de encuestas políticas, sujeto a críticas de la oposición, mandara quien mandara, por ser un organismo dependiente del Gobierno. Pero nunca ha recibido tantas acusaciones de parcialidad e incluso de falta de rigor científico como en estos tres años. Desde que en 2018 Pedro Sánchez nombró como presidente a José Félix Tezanos, un miembro de la ejecutiva del PSOE. Luego dimitió de ese cargo, pero nunca antes un presidente había tenido vinculación directa con el p...

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El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), una institución respetada y prestigiosa, siempre ha tenido un flanco débil en su labor de encuestas políticas, sujeto a críticas de la oposición, mandara quien mandara, por ser un organismo dependiente del Gobierno. Pero nunca ha recibido tantas acusaciones de parcialidad e incluso de falta de rigor científico como en estos tres años. Desde que en 2018 Pedro Sánchez nombró como presidente a José Félix Tezanos, un miembro de la ejecutiva del PSOE. Luego dimitió de ese cargo, pero nunca antes un presidente había tenido vinculación directa con el partido en el poder. Nada más llegar hizo cambios polémicos con los métodos del centro, el inicio de una discusión constante. Su controvertido trabajo ante las elecciones de la Comunidad de Madrid de esta semana ha desatado nuevas críticas. EL PAÍS ha preguntado a 14 expertos de referencia y casi todas las opiniones son severas, con una preocupación común: el daño a la reputación de la institución. Un análisis de este diario de los trabajos del CIS constata dos hechos: sus pronósticos se han equivocado más de lo normal y siempre lo han hecho con un sesgo a la izquierda.

Durante la campaña en Madrid, todas las principales encuestadoras colocaban a PP y Vox por encima de la izquierda, con una excepción: el CIS. El centro puso a la izquierda dos puntos por delante en su último sondeo, pero el resultado después no tuvo nada que ver: la suma de PP y Vox ganó por 12 puntos. El error el CIS no fue una sorpresa. Desde que Tezanos lo preside, las estimaciones del organismo han sobrevalorado siempre el voto de la izquierda, en cada una de sus primeras 22 elecciones analizadas. De media, sus estimaciones de voto para la suma de PSOE, Podemos y el resto de fuerzas de izquierda nacional ha sido 4,7 puntos mejor que la realidad.

Ese sesgo no existía hasta la llegada de Tezanos al cargo, como muestra el gráfico siguiente. En la preelectoral de 2016, por ejemplo, el CIS sobrestimó a la izquierda, pero apenas seis meses antes la había infraestimado, en las elecciones generales de diciembre de 2015. Repasando las elecciones desde el año 2000, el centro se equivocó la mitad de veces en un sentido y la mitad en otro.

La llegada de Tezanos también coincide con mayores errores. La comparación de su acierto con el promedio de sondeos deja pocas dudas: el CIS se ha desviado el doble. En las elecciones del martes, por ejemplo, el error del promedio ha sido 1,6 puntos por partido, que es una precisión notable, mientras que el del CIS supera los 3 puntos. Su acierto también fue peor en las elecciones catalanas de febrero, en las gallegas y las vascas de 2020, y en las últimas generales, cuando el error del CIS casi triplicó al del conjunto de encuestas.

Que los sondeos del CIS no batan a una media de encuestas es razonable. Esas medias suelen ser más precisas que la mayoría de encuestas, y además el CIS a veces pregunta tres semanas antes de las elecciones. Lo anómalo es la magnitud de la diferencia: desde la llegada de Tezanos, la precisión del CIS ha empeorado, como muestra el gráfico.

Sobre estos aspectos, el CIS replica por escrito a preguntas de este diario que “la sociología científica es una ciencia que se dedica al estudio de los hechos y de las tendencias sociales, no a la realización de adivinaciones exactas de comportamientos futuros”. Afirma que los estudios preelectorales “suelen ser acertados, no siendo cierto que se equivoque mucho más que otras encuestas”. Respecto al sesgo a la izquierda predominante en sus estudios, asegura que el CIS “realiza su trabajo de acuerdo a criterios de objetividad, transparencia y sin ningún sesgo ideológico” y que su actual modelo, llamado V108, es “robusto, consistente e imparcial”. Afirma también que en las encuestas del CIS “siempre se ha producido una ligera tendencia a la izquierda ―no solo en los últimos años― a lo que se añade una ligera inclinación progobierno”, y asegura estar analizando ese patrón para compensarlo.

Los defensores de Tezanos son escasos y, por el contrario, muchos profesionales han elevado sus criticas. Algunos que hasta ahora callaban ya no lo hacen. Tres expresidentes del CIS consultados son críticos con la marcha de la institución, pero solo uno ha aceptado aparecer con su nombre, Belén Barreiro, que ocupó el cargo entre 2008 y 2010, con la presidencia de Rodríguez Zapatero. “Yo creo que el CIS tiene claramente en este momento un problema de reputación, me preocupa mucho desde hace tiempo”, opina. “Se puede decir que siempre los ha tenido, pero no es verdad. Sí había polémicas, pero no lo de ahora. La institución sigue siendo enormemente útil y cuenta con buenos profesionales, tiene que ver con prácticas cuestionables. Y es muy preocupante. Yo cuando fui presidenta tenía claro que es una institución del Estado, con recursos públicos, que tiene que mirar por todos y para todos, y tan interiorizado lo tenía que acabé como acabé”, expone Barreiro, a la que la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de la Presidencia, María Teresa Fernández de la Vega, destituyó por desavenencias. “No es que sea como a mí, que me decían tienes que ir por aquí, yo creo que a Tezanos no hace falta que nadie le diga nada, va solo. Aquí ya hay un problema que nos afecta a todos. El CIS es un tesoro que debemos mimar y preservar, y hay que resolver esta situación para proteger su reputación”, añade Barreiro.

La respuesta del CIS a la alarma por el daño a su reputación es esta: “El CIS no entra a valorar su actual grado de prestigio y credibilidad, ya que no existen indicadores objetivos sobre este particular, aunque a juzgar por el eco que sus actividades tienen en los medios de comunicación social, su prestigio debe ser notable”. En cuanto a los errores de pronóstico en las elecciones madrileñas, el CIS afirma que “en torno al 15% de los ciudadanos decide su voto en la jornada de reflexión o en el mismo día de las votaciones, por ello cualquier previsión anterior es susceptible de error”, aunque eso no explica que se desvíe más que el resto. “La predicción de escaños del CIS ha acertado en cuatro de los seis principales partidos concurrentes”, argumentan. “La desviación se ha producido en dos partidos” [El CIS le dio 10 o 12 escaños de más al PSOE; y 9-11 menos al PP].

Muchas de las críticas contra Tezanos son sobre detalles técnicos, cruciales para los expertos pero a veces difíciles de comprender para el público. En general, se le ha acusado de alterar los métodos sin justificación y romper de ese modo las series históricas de datos, muy valiosas para los investigadores. “Han sido años muy malos para el CIS. Ha tomado decisiones inaceptables, sin ninguna justificación científica y que han minado, ya no el crédito de la institución, sino también su base de datos. Que yo creo que es lo más grave, porque es irrecuperable”, lamenta Lluis Orriols, politólogo en la Universidad Carlos III de Madrid. El CIS replica que no es cierto: “Son simples acusaciones, impropias del ámbito científico e investigador”.

Preguntar por el CIS a expertos reconocidos es constatar un alud de críticas durísimas. Mariano Torcal, catedrático de ciencias políticas en la Universidad Pompeu Fabra: “Ha cometido errores sistemáticos de predicción, con arbitrariedad y oscurantismo en decisiones metodológicas y se ha alejado del mundo académico, del sector que podía mejorar el CIS. Es un disparate detrás de otro, sus explicaciones metodológicas en los medios tras cada polémica son de pandereta. Esto ya clama al cielo, el grito de la academia española es unánime: que se vaya cuanto antes. Es un descrédito total. Para quienes hemos tenido vinculación con el CIS es muy triste”. Eva Anduiza, profesora de ciencia política de la Universidad Autónoma de Barcelona: “Me parece fundamental que el CIS sea percibido como una fuente de información fiable y de calidad. Se puede hacer con más o menos éxito, pero nunca hemos tenido casos como los que se han producido en los últimos meses. Se hace difícil no pensar que, más que un interés en conocer e informar, hay una intención de que las estimaciones incidan en la competición política y electoral”. Pablo Simón, politólogo en la universidad Carlos III de Madrid, también es contundente: “Tezanos es, con diferencia, el peor presidente que ha tenido el CIS en la historia de la democracia. Así de claro”. Otros especialistas que se unen a las críticas son Javier Lorente, de la Universidad Rey Juan Carlos, y Marta Fraile, científica titular de ciencias sociales del CSIC, que asegura que “la calidad de las encuestas electorales ha disminuido y son de menor utilidad para la comunidad académica española”.

Los críticos de Tezanos señalan un rosario de incidencias en los últimos meses. Anduiza menciona la última, la encuesta hecha en los últimos días de campaña, que no se hizo pública hasta este jueves, pasados los comicios, “es algo que seguramente no es ilegal, pero sí muy poco elegante”. La polémica con ese sondeo, que no se había anunciado y de cuya existencia solo se supo al ser descubierto por los medios, es quién vio sus resultados en los días previos a la votación, si se compartió con el Gobierno o con los partidos. Al respecto, la entidad explica que se hizo “con el objetivo no de hacer una previsión más actualizada, sino de analizar e identificar también con mayor cercanía las principales tendencias, dado el alto número de personas que toman sus decisiones de voto durante la campaña y sus últimos días”.

Defensores de Tezanos

Dado el desgaste del presidente, es difícil encontrar alguien que lo defienda. Juan Rodríguez Teruel, profesor de ciencia política en la universidad de Valencia explica que ya “matizar las críticas se interpreta como una defensa de Tezanos” que enemista con el mundo académico contrario. “Yo enmiendo la mayor: no creo que haya habido decisiones que ponen en cuestión la calidad de los datos, a veces se centran en asuntos tangenciales y menores. Ayudaría más analizarlo técnicamente, pero se mete todo en el mismo saco. Siempre ha habido alteraciones de series y yo como académico me puedo enfadar si afecta a alguna que me interesa, pero no es tan grave”. Recuerda que no fue Tezanos quien quitó las preguntas sobre la monarquía, una serie muy importante, sino que fue con un gobierno del PP y no hubo tantas críticas. Bajo ejecutivos de Aznar y Rajoy también desaparecía la pregunta de si el encuestado estaba a favor o en contra de los recortes en el gasto público.

En cuanto a los cambios de método en la estimación de voto, Rodríguez Teruel cree que “ha habido errores en la forma de justificarlos, y se puede criticar si hay un sesgo, pero no afectan a lo importante: los resultados son abiertos y cualquiera puede usarlos, es una polémica menor”. Sí admite que el estilo del presidente del CIS ha contribuido a la situación: “Todos los presidentes siempre han tenido polémicas y tensiones, pero ninguno ha sido tan propenso a entrar en el debate, y en un tono tan poco académico, como Tezanos, y esa es la gran crítica que se le puede hacer”. Por otro lado, también ve en el trasfondo del conflicto históricas rencillas entre escuelas académicas y del interés de las empresas privadas. Piensa igual otro de los pocos que defienden a Tezanos, Pau-Marí Klose, sociólogo de la universidad de Zaragoza y diputado del PSOE. “Se le caricaturiza como un personaje sectario e ignorante, y no lo es, tiene razones para hacer lo que hace”. Cree que las acusaciones contra sus estimaciones de voto no se sostienen, “porque antes de 2018 nadie sabía qué se hacía, se hacía en un cuarto oscuro y él introduce transparencia en eso, pero no lo explicó bien y se abalanzaron sobre él”.

Alberto Penadés, profesor titular de sociología de la universidad de Salamanca y que ha trabajado en el CIS, también es crítico con Tezanos, pero cree que escandalizarse ahora no tiene sentido, porque los problemas de la institución son de fondo y vienen de lejos, por su conexión con el poder y pese a que tiene buenos profesionales: “Los gobiernos son parásitos de esa profesionalidad. El problema es que todos están allí de paso, y se trabaja en base a ocurrencias y lo que digan los políticos, a disparates a los que no te puedes oponer”. Opina que el principal problema es la gran rotación de cargos, “un gravísimo error”.

Fuentes socialistas indican que Tezanos tiene una relación muy estrecha con Sánchez, al que apoyó en toda su trayectoria y es su intérprete de encuestas desde hace años. Fue miembro de su ejecutiva y se fía de él. En el sector privado quien más se ha destacado en sus enfrentamientos con Tezanos es Narciso Michavila, de GAD3, que cree que esta relación es tóxica: “La mayor fake news de esta campaña ha sido la encuesta del CIS. El desastre del partido de Tezanos tiene mucho que ver con sus encuestas, porque las decisiones que han tomado el PSOE y Moncloa se guían por ellas”.

Otro aspecto que cosecha críticas son las intervenciones de Tezanos opinando sobre política. El último episodio fue tres días antes de las elecciones en Madrid, con un artículo en el que hablaba de “la escasa entidad intelectual y política” de Isabel Díaz Ayuso y cifraba su éxito en la “tabernidad”, en referencia a las tabernas. El CIS explica que “el presidente tiene la libertad de expresión en su condición de ciudadano (...) y publica textos de análisis político y sociológico, siempre con un tono mesurado y respetuoso, sin insultos ni descalificaciones”.

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