21 de enero de 2020, el día que Ayuso cambió: “Hoy nombro a Miguel Ángel Rodríguez”
Reconstrucción de uno de los Consejos de Gobierno clave de toda la legislatura de la Comunidad de Madrid, cuando la presidenta nombró a Miguel Ángel Rodríguez como jefe de su gabinete
Miguel Ángel Rodríguez Bajón cumplía 56 años el 21 de enero de 2020, el mismo día que Isabel Díaz Ayuso pronunció su nombre completo en el Consejo de Gobierno.
Ayuso fue de las últimas en entrar al salón del Consejo. Sobre la mesa acristalada, había carpetas blancas con el escudo de la región y botellines de agua. Era un martes tranquilo. Antes de entrar al salón, algunos de los 13 consejeros del Gobierno de la Comunidad de Madrid tomaron café y dialogaron en la sala contigua. Comentaron las noticias del día. El coronavirus todavía era una enfermedad asiática.
En el orden del día...
Miguel Ángel Rodríguez Bajón cumplía 56 años el 21 de enero de 2020, el mismo día que Isabel Díaz Ayuso pronunció su nombre completo en el Consejo de Gobierno.
Ayuso fue de las últimas en entrar al salón del Consejo. Sobre la mesa acristalada, había carpetas blancas con el escudo de la región y botellines de agua. Era un martes tranquilo. Antes de entrar al salón, algunos de los 13 consejeros del Gobierno de la Comunidad de Madrid tomaron café y dialogaron en la sala contigua. Comentaron las noticias del día. El coronavirus todavía era una enfermedad asiática.
En el orden del día no aparecían grandes anuncios. Se cumplían, eso sí, cinco meses del acuerdo de coalición entre populares y Ciudadanos.
La sesión transcurrió con un ritmo rutinario. Antes de terminar, la presidenta tomó la palabra:
― Ah, por cierto, voy a cambiar a mi jefe de gabinete. Se incorporará Miguel Ángel Rodríguez Bajón.
Y abandonó la sala.
Algunos consejeros del PP conocían de antemano el nombramiento. Pero no los de Ciudadanos, que se quedaron confundidos por el segundo apellido, Bajón. Hubo un silencio. Según testigos presenciales, el consejero de Transportes, Ángel Garrido, agarró su móvil y buscó en Google. “¡Coño que es este!”, exclamó. Tenía razones para la exclamación: era el hombre que unas semanas antes le había calificado en Twitter como “tránsfuga de mierda” por haberse pasado durante la campaña de 2019 del PP a Ciudadanos. El mismo que había tildado al vicepresidente Aguado de “El desleal” y a su padre de haberse llevado un contrato de la Comunidad. A la líder del partido, Inés Arrimadas, le dedicó un tuit machista en el que elogiaba su físico y criticaba su habilidad política. Todos esos mensajes habían desaparecido de golpe. Rodríguez los había borrado la noche anterior. La discusión, tras aquella búsqueda en el móvil, fue en aumento:
―¡Esto es intolerable, no puede ser!-, dijo Garrido.
― La presidenta está en su derecho de nombrar a quien quiera como asesor―, terció la consejera popular de Presidencia, Eugenia Carballedo.
El resto de consejeros se levantó de sus asientos. Pasaron a la antesala donde suelen tomar café y guardar los abrigos. Ahí continuó el barullo. Aguado y el consejero popular de Interior, Enrique López, también entraron en la discusión. “Se montó un pollo terrorífico”, recuerda ahora un consejero de Ciudadanos. Nunca hubo una gran sintonía en el primer Gobierno de coalición de la Comunidad, pero aquello fue el fin de la Guerra Fría. Fue una señal de hostilidad manifiesta.
Rodríguez había dirigido la campaña autonómica de Ayuso de mayo de 2019 y después había pasado a un segundo plano. Los consejeros de Ciudadanos sabían que él tenía línea directa con la presidenta. Su entrada en el Gobierno suponía cruzar una línea roja. “Desde el punto de vista de crear un equipo no parecía la mejor opción”, dice un año después uno de los testigos. “Es que el jefe de Gabinete se tenía que relacionar para muchas cosas con el otro lado del Gobierno”.
“Para MAR (como es conocido coloquialmente Rodríguez) no era suficiente el asesoramiento externo”, valora un consejero. “Necesitaba estar dentro de las tripas para alimentar su ego y para ayudar a Ayuso, porque estaba deslavazada y no encontraba la tecla”. Tres semanas antes, Ayuso había causado la indignación de los madrileños con enfermedades respiratorias. Aseguró en una entrevista que la contaminación no mataba a nadie.
“¡Esto no puede ser! ¡Necesitamos una explicación! Este tío nos ha insultado. Es un ataque directo a Ciudadanos”, vociferó un consejero tras el anuncio de la incorporación de Rodríguez. Una asesora de la presidenta recibió un mensaje de lo que estaba pasando dentro. Ayuso, que se había marchado del Consejo, como otras veces, volvió entonces al salón con el rostro serio. Era el momento de dar explicaciones a su último movimiento:
― Presidenta, esto es un ataque directo a Ciudadanos― inquirió incómodo de nuevo un consejero de Ciudadanos.
“¡Yo no me meto en lo que hacéis! Esto lo hago porque es parte de mi estrategia de aquí a cuatro años y quería hacer algo”, respondió Ayuso. “Este nombramiento no tiene nada que ver con vosotros. La estrategia que tengo es clara”. La presidenta les dio a entender que estaba descontenta con su equipo, liderado por el jefe de gabinete José Luis Carreras, porque no les daban titulares para confrontar con Sánchez.
La discusión, acalorada según varios de los presentes, se dio por terminada. Aguado y la presidenta se fueron a un lado. Dialogaron durante media hora. Mientras tanto, la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno se estaba retrasando. Los periodistas, inquietos, comenzaron a sospechar que algo pasaba. La cadena Cope adelantó la noticia al filo del mediodía y comenzó a circular por los grupos de WhatsApp que la presidenta había nombrado a Rodríguez.
Los jefes de prensa de ambos gabinetes anunciaron a los periodistas que Aguado y Ayuso ya salían. Los dos aparecieron con el rostro muy serio. No hicieron ninguna mención a lo que había sucedido unos minutos antes. Llegó el turno de preguntas. Javier Bañuelos, de la cadena Ser, va al grano: “Buenos días. Quería preguntarle, en primer lugar a la presidenta, si nos puede confirmar que hoy el Consejo de Gobierno ha nombrado a su nuevo jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez. Y a Aguado si esperaba este nombramiento y si le preocupa que el nuevo jefe de gabinete le haya dicho que su padre cobró un contrato por la cara. Gracias”.
Aguado asiente y hace una mueca tras la última pregunta. Ayuso no mira al vicepresidente en ningún momento. Responde: “Bueno, yo creo que en un momento en el que no se cuestionan las declaraciones incendiarias del Gobierno de España, donde hay ministros que ponen en jaque al sistema judicial y después de que el Gobierno, que se ha configurado a espaldas de todos los ciudadanos, yo tenga que pedir opinión de un nombramiento es algo ilógico. Le he nombrado porque para mi agenda y mi trabajo es el mejor”.
Aguado, tenso, tomó entonces el micrófono: “No entro a valorar la oportunidad de ese nombramiento. Lo que sí hemos hecho es expresar nuestra disconformidad, aunque lo respetamos”. Silencio.
Durante los primeros cinco meses de Gobierno, la presidenta Ayuso se había hecho conocida en toda España por declaraciones llamativas que la habían convertido en carne de meme. Defendió los atascos o los empleos basura. Tenía desparpajo, pero a veces metía la pata, como cuando le tocó defender una propuesta suya que levantó muchas cejas: que el concebido no nacido fuera considerado como un miembro más de la unidad familiar a efectos de recibir ayudas fiscales. “¿Qué pasa en caso de aborto?”, le preguntó un periodista. “No lo he pensado, no lo tengo claro, yo creo que no”, respondió. “Lo sopesaré”.
Con la llegada de Rodríguez, la presidenta cambió su rumbo mediático y su carácter. “Las Ayusadas hacían a la gente descojonarse. No acababa de encontrar el tono. Pero a partir de ese momento se la notó algo más segura, menos balbuceante”, dice un consejero. “MAR sabe lo que tiene que hacer. Trumpismo castizo para dividir la sociedad y salir ganador”.
Es verdad que Ayuso siguió tropezando tras la llegada de Rodríguez. “Son preguntas que no se le hacen a un presidente autonómico”, le reprochó a una periodista de Telemadrid que le hizo una cuestión de primer interés público: “¿De dónde va a sacar los sanitarios del Hospital Zendal teniendo en cuenta la escasez de personal en el sistema de salud madrileño?”.
Pero con él de cerca y al contrario de aquellos primeros cinco meses, Ayuso ahora sabe dónde y en qué lugar hay que decir los mensajes. Se dirige a la audiencia de cada televisión, periódico o radio. Mima muy bien a los medios afines. “A partir de MAR”, observa un consejero, “su perfil se hizo más nacional, pero lo más sorprendente fue cómo la empezaron a tratar en determinados medios de comunicación. Puede ser que fuera influencia de MAR, o de sus contactos, pero estaban entregados. No había visto nada semejante, ni con Esperanza Aguirre, ni con Gallardón. Pasaban por alto cualquier error”.
El pasado 11 de marzo, sobre las 11:30, los consejeros populares y de Ciudadanos recibieron otra sorpresa inesperada en el Consejo de Gobierno. Tras el último punto del día, la mayoría se dispuso a recoger sus bártulos. Pero de repente, Ayuso tomó la palabra para sorpresa de todos: “Bueno, quiero deciros una cosa”, anunció ante el silencio de los presentes, “creo que hace falta estabilidad en el Gobierno y voy a convocar elecciones”. La bomba estaba echada. Todos se quedaron estupefactos, pero acordaron seguir trabajando. Y tres horas después, y sin previo aviso, sacó de nuevo el mazo y fulminó a través de una nota de prensa a todos los consejeros de Ciudadanos.
[PERFIL: Miguel Ángel Rodríguez, argucias y polémicas del principal asesor de Ayuso]
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