Los mercaderes del templo y los esclavos de la Visa

Los centros comerciales, del más popular al más exclusivo, aglutinan la vida comercial y social del extrarradio. Chavales y octogenarios conviven en estos edenes del consumo a 22 grados todo el año

Un grupo de chicas juega en unos recreativos.david exposito

La pasada Navidad un gigantesco bazar digital chino ofrecía presuntos bolsos de una cotizada firma española por un tercio de la mitad de su precio en tienda. Había que saber hurgar en el pajar donde escondían la aguja, pero debió de correr la voz porque hoy hordas de mujeres de 15 a 85 años campan ufanísimas por Madrid con zurrones de nailon en bandolera y la leyenda “Bimba y Lola” impresa en letras de a palmo en el asa. No son buenos, pero dan el pego, o eso creen, o creemos. De eso se trata. De querer y no poder, pero hacer que se puede. La fe aspiracional, que dicen los marqueteros. ...

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La pasada Navidad un gigantesco bazar digital chino ofrecía presuntos bolsos de una cotizada firma española por un tercio de la mitad de su precio en tienda. Había que saber hurgar en el pajar donde escondían la aguja, pero debió de correr la voz porque hoy hordas de mujeres de 15 a 85 años campan ufanísimas por Madrid con zurrones de nailon en bandolera y la leyenda “Bimba y Lola” impresa en letras de a palmo en el asa. No son buenos, pero dan el pego, o eso creen, o creemos. De eso se trata. De querer y no poder, pero hacer que se puede. La fe aspiracional, que dicen los marqueteros. El culto al que erigen sus aras los templos del consumo: venden ilusión, vale, pero de ilusión también se vive, como viven los candidatos de las encuestas hasta que se dan de morros con las urnas.

Espectáculo de sevillanas en el centro comercial Cuadernillos de Alcalá de Henares, este domingo.DAVID EXPOSITO

Dice el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga que la vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al súper, y nosotros lo sabemos. Pero, mientras nos liberamos de los yugos, seguimos haciéndolo. Y quién dice ir al súper, dice ir de tiendas, al gimnasio, al cine, a la bolera o a la pelu, a ahogar penas o llenar carencias. Por eso, los centros comerciales, donde puede hacerse todo eso a 22 grados todo el año, del más popular al más exclusivo, aglutinan la vida comercial y social del extrarradio. Bastantes kilómetros nos comemos a diario para ir y venir al curro como para subir o bajar a Madrid todos los fines de semana con el toque de queda cortándonos el rollo cual Cenicientas. Mejor ser cabeza de ratón que cola de león y quedarse en casa.

En el Palacio de Hielo han cerrado un tercio de las tiendas y solo la alegría de los adolescentes que tontean en los recreativos suaviza algo la melancolía que embarga a los mayores

El templo de mercaderes más concurrido de Alcalá de Henares se llama Alcalá Magna, qué menos. Ínfulas que no falten. Tampoco se quedan atrás en otros lares. Plenilunio, Islazul y Zielo son nombres de otros tantos edenes en la tierra, donde san Pedro es Amancio Ortega; el santo y seña, el pin de la tarjeta; y si no tienes saldo no eres nadie. Andan muchos de esos paraísos artificiales a medio gas, tocados cuando no hundidos por la pandemia. El primero, el Palacio de Hielo, en Madrid, Madrid, amarga morgue de emergencia en la primera ola, donde han cerrado un tercio de las tiendas y solo la alegría de los adolescentes que tontean en los recreativos suaviza algo la melancolía que embarga a los mayores.

Un conductor recoge su tícket en un McAuto en el centro comercial Cuadernillos de Alcalá de Henares, este domingo. DAVID EXPOSITO
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En estas nuevas catedrales, el virus ha cambiado la pila de agua bendita por dispensadores de ese gel hidroalcohólico que te deja las manos desolladitas vivas a la tercera tienda que pasas. Por los pasillos, siguiendo las flechas del suelo de aquella manera, se cruzan señoras y señores saliendo del gimnasio en mallas con chavalas producidas como para recoger el Grammy latino para atizarse un 2x1 en Los 100 montaditos o un Llao-Llao de kilo a medias con el noviete, o la novieta, después de probarse el Stradivarius íntegro en tandas de 6 en 6 prendas, porque en Zara tienen clausurados los probadores.

El de Las Rozas Village se va de distancia, y de presupuesto. Una cosa es lo aspiracional y otra lo imposible

Otro sector que aguanta mal que bien el zarpazo del virus es el de la estética. La manicura de Rosalía, las pestañas de Bambi, las ingles brasileñas, los pinchazos de ácido en el entrecejo y el planchado de celulitis van que tiran con vistas a un posible verano de playa. Eso, y las omnipresentes tiendas de accesorios para el móvil, ese sonajero con más pijadas que un BMW. La media de edad oscila entre la chavalada, los padres cuarentones y las señoras de mechas degradadas y edad indefinida, solas o en compañía de otras. Solo estos días, con la vacuna de Pfizer mediante, han vuelto los abuelos a ver pasar gente atornillados a los bancos de estas plazas fresquitas en verano y calentitas en invierno. Mientras, en los escaparates, se anuncian las rebajas de las rebajas de media temporada porque de algún modo habrá que vender algún pingo. No me preguntes por qué, pero no veo yo por aquí, por razones opuestas, ni a Ayuso, ni a Monasterio, ni a Iglesias, ni a Bal. Si acaso, a García, solucionando alguna compra de emergencia entre prisa y prisa. A Gabilondo, ni en pintura. Lo veo metafísicamente imposible.

Dos jóvenes en el interior del cine del centro comercial Cuadernillos de Alcalá de Henares, este lunes. DAVID EXPOSITO

Los lunes son día del espectador en los cines del complejo de Cuadernillos, en Alcalá de Henares. Y los viernes. Los martes y los miércoles cierran, para ahorrar en personal lo que no ingresan en taquilla, porque ni a 3 euros el pase llenan las salas. Este último lunes, sin embargo, la sesión vespertina de Nomadland obró el milagro de mediar la platea con el reclamo del Oscar recién ganado. No todo va a ser malo. Mañana, último jueves de mes, hay descuentos adicionales en el outlet de San Sebastián de los Reyes, que queda a solo media hora por la M-50. El de Las Rozas Village se va de distancia, y de presupuesto. Una cosa es lo aspiracional y otra lo imposible. Una rebaja del 80% en un bolso de 1.000 pavos siguen siendo 200 pavos, y con eso se llena la nevera todo el mes en muchísimas casas.

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