El PSdeG se hunde con su peor resultado histórico, arrollado por un BNG al alza
Los socialistas pierden cinco escaños tras una campaña en la que no fueron capaces de quitarse de encima la condición de subalternos de los nacionalistas
Desta vai a desta tampouco. El lema entusiasta del PSdeG no se correspondió con la realidad en la noche más aciaga para el PSdeG desde que en 2009 Emilio Pérez Touriño perdiese por un escaño la presidencia de la Xunta frente a un debutante, Alberto Núñez Feijóo, que se perpetuó con cuatro mayorías absolutas. Con el 98% de los votos escrutados, el ...
Desta vai a desta tampouco. El lema entusiasta del PSdeG no se correspondió con la realidad en la noche más aciaga para el PSdeG desde que en 2009 Emilio Pérez Touriño perdiese por un escaño la presidencia de la Xunta frente a un debutante, Alberto Núñez Feijóo, que se perpetuó con cuatro mayorías absolutas. Con el 98% de los votos escrutados, el PSdeG apenas rebasó los 200.000 votos, con un resultado del 14%, más de cinco puntos menos que en los comicios de 2020, que se traducen en una caída de 50.000 votos . Los socialistas pierden cinco diputados en el Parlamento gallego, dos por la provincia de Pontevedra, dos por Ourense —por un puñado de votos—, y uno por A Coruña.
El escenario que abrieron las aspiraciones de Feijóo a La Moncloa, en lo que parecían las elecciones más abiertas en 15 años, terminaron siendo una enorme decepción. Las esperanzas de cambio progresista en la Xunta se desplomaron con el peor resultado histórico de los socialistas gallegos, que parecía que ya habían tocado suelo en 2016 y 2020 con 14 escaños, un resultado que este 18-F habría sido un éxito. Los socialistas firmaron su peor versión, desdibujados y descolocados toda la campaña por su condición de muleta del BNG, que fue a más durante la campaña y le arrebató a su electorado más pragmático y posibilista, que prefirió a Ana Pontón en vez de a José Ramón Gómez Besteiro, el quinto candidato del PSdeG en otras tantas autonómicas gallegas desde 2009.
Besteiro lo reconoció al filo de las 11 de la noche: “Acabo de llamar a Alfonso Rueda para trasladarle mi felicitación por la mayoría conseguida. Hoy no conseguimos el resultado que esperábamos, no lo conseguimos. Quiero decirlo sin paliativos: nuestro cometido era hacer entender a la ciudadanía la importancia de estos comicios para el futuro de Galicia y la necesidad de un cambio y no lo conseguimos. La ciudadanía gallega nos ha situado en la oposición”. Él ha asumido que pilotará el partido a partir de ahora y presumiblemente abandonará el acta de diputado en Madrid. Ferraz ha cerrado filas con él, en palabras de Esther Peña, portavoz de la dirección federal del PSOE: “Confiamos plenamente en Besteiro, es el mejor líder para recuperar la confianza de la mayoría de gallegos”, aseveró en una comparecencia sin preguntas.
El fiasco, que ni los más pesimistas contemplaban, ahonda en la pérdida de presencia territorial que los socialistas sufrieron el 28-M. El BNG redujo a la mínima expresión al PSdeG en unas elecciones que coincidieron con las negociaciones de la ley de amnistía. La intención del PP de desgastar con la medida de gracia al PSOE en su electorado más moderado dejó un resultado aparentemente contradictorio: la fuga de votos del PSdeG nutrió precisamente al BNG, abiertamente pro amnistía. En una campaña, además, donde los socialistas evitaron atacar al que se perfilaba como socio en una eventual coalición.
La movilización de los votantes socialistas con una campaña muy en clave nacional tampoco resultó. Las llamadas de Pedro Sánchez —con cuatro mítines en la campaña y otros tantos actos en Galicia desde la convocatoria electoral— a una movilización como si fuesen unas elecciones generales —en las que el PSOE se dispara al medio millón de votos como hizo el 23-J, pero se queda en la mitad en las gallegas—, no calaron. Los votantes socialistas menos ideologizados prefirieron a Pontón, al frente del BNG desde 2016, que a Besteiro, elegido candidato el pasado mes de octubre. El ímpetu de José Luis Rodríguez Zapatero tampoco fue consuelo en una campaña en la que, según los trackings internos, el PSdeG llegó a contar con 15 escaños en los primeros días de una campaña que se le terminó haciendo eterna.
El hundimiento del PSdeG fue especialmente sangrante en la provincia de Pontevedra, donde resta dos de los cinco diputados que tenía y pierde ocho puntos y en Ourense, donde se queda con un diputado desde los tres que consiguió en 2020 y siete puntos menos (con el recuento del 98% de los votos). En A Coruña los socialistas se dejan otro escaño (un 3,8% de retroceso). Solo resistieron en Lugo, la provincia de Besteiro, donde mantienen dos puestos.
De este modo, Besteiro ha estado a años luz de replicar el resultado en las últimas generales del 23-J, donde el PSOE fue la segunda fuerza en Galicia con 479.355 votos y el 29,84% de los apoyos. El PSdeG queda como tercera fuerza tras el trasvase de votantes hacia el nacionalismo, que amplía su espacio desde la izquierda. Lejos quedan los 25 escaños de los comicios donde Emilio Pérez Touriño arrebató la Xunta al PP, en 2005, y que replicó en 2009, aunque en aquel momento la izquierda se quedó a las puertas del Pazo do Hórreo.
El voto dual
Galicia se reafirma como el reino de eso que los politólogos llaman voto dual: un electorado que se comporta de manera bien diferente según el tipo de comicios. Los socialistas lo sufrieron en sus carnes. En el cierre de campaña de Besteiro, Sánchez apeló en vano, como en el resto de sus mítines, a los que lo apoyaron el 23 de julio pasado. “Si ese medio millón vota ahora socialista, habrá un gobierno centrado en el empleo, las conquistas sociales y la convivencia”. No quisieron los electores repetir el gesto esta vez. A eso se añade que, al contrario de lo que hizo en las pasadas municipales Abel Caballero, el alcalde de Vigo y líder municipal indiscutible del PSdeG, Besteiro no ha minimizado las siglas del PSOE ni se quiso olvidar estos días de la política de Ferraz. El presidente del Gobierno se involucró en la campaña y aumentó su presencia en la comunidad —la Junta Electoral le abrió un expediente por un anuncio de carga de trabajo que hizo en Navantia— arropando a su candidato, con quien tiene especial conexión. La campaña, planteada inicialmente por el PP como una reválida del sanchismo, viró cuando el PSOE puso el foco sobre Feijóo tras su cambio de postura respecto a la amnistía. El debate se ha movido en ese duelo nacional y Besteiro ha tenido menos visibilidad para centrarse en cuestiones autonómicas, algo que sí ha aprovechado el BNG.
Otra de las variables en juego, letales para el PSdeG, tienen que ver con la propia figura del candidato. Besteiro se presentaba a unos comicios autonómicos por primera vez. Su primer intento, en cambio, se produjo cuando llevaba dos años y medio al frente del partido en Galicia, en 2016. Era entonces un líder emergente que prometía recuperar la Xunta tras ganar las primarias al alcalde de la Illa de Arousa con el 77% de los votos. Pero a solo siete meses de las autonómicas, 10 imputaciones por casos de corrupción relacionados con los dos cargos públicos que había ocupado desde 1999 lo apartaron de la carrera. Siete años después, y archivadas las causas que lo llevaron a dimitir, lo ha intentado, aunque su partido ya no era el mismo ni, quizá, su popularidad entre el electorado. Desde que el bipartito de Pérez Touriño perdió el poder en 2009, el socialismo gallego ha cosechado sus peores resultados elección tras elección y ha tenido cuatro secretarios generales sin dar con la tecla de los resultados. Y el 18-F no fue menos.