Moreno Bonilla libra al PP de gobernar con Vox
Los populares arrasan en todas las provincias al PSOE y alcanzan la mayoría absoluta
El PP de Juan Manuel Moreno Bonilla ha hecho historia en Andalucía. Nadie en el partido imaginaba que el resultado podía escalar hasta lo más alto, hasta la mayoría absoluta que los conservadores nunca habían podido soñar antes en el histórico feudo socialista. Contra sus propios pronósticos, el presidente andaluz arrasó a la izquierda con un PP moderado que logró una identificación total con Andalucía. El PP se impuso en las ocho provincias, inclu...
El PP de Juan Manuel Moreno Bonilla ha hecho historia en Andalucía. Nadie en el partido imaginaba que el resultado podía escalar hasta lo más alto, hasta la mayoría absoluta que los conservadores nunca habían podido soñar antes en el histórico feudo socialista. Contra sus propios pronósticos, el presidente andaluz arrasó a la izquierda con un PP moderado que logró una identificación total con Andalucía. El PP se impuso en las ocho provincias, incluido el bastión del PSOE en Sevilla, y podrá gobernar con manos libres los próximos cuatro años. La clave de la apabullante victoria de los conservadores es esa, que Moreno Bonilla se libra de gobernar con Vox y al hacerlo salva también a Alberto Núñez Feijóo de tener que afrontar ya el dilema de su relación con la extrema derecha. En la sede del PP en Sevilla, acostumbrada a las derrotas electorales, como la de hace solo cuatro años, por primera vez corrió el champán.
El PP crece por el centro, porque Moreno Bonilla se come entero a Ciudadanos, al absorber sus 21 escaños y sus casi 700.000 votos de 2018, catapultando a los populares a más de un millón y medio de votos y 58 diputados, tres más que la mayoría absoluta. Los populares también consiguen contener a Vox, aunque los ultras todavía crecen dos diputados y suman 90.000 votos más que hace cuatro años, pero por debajo de sus expectativas y sin efecto Olona. “Sin duda alguna, el PP ha frenado a Vox en Andalucía”, se felicitó pasadas las diez de la noche la secretaria general de los populares, Cuca Gamarra, cuando compareció con una sonrisa de oreja a oreja en la sede del PP en la calle Génova.
Lo decisivo de la victoria del PP es que no dependerá de Vox. El órdago de la extrema derecha había marcado la recta final hacia la cita con las urnas y era el principal problema para los populares, que no querían a los ultras en su Gobierno, pero que estaban dispuestos a meterlos en el Palacio de San Telmo si no había más remedio. Moreno Bonilla evitó durante toda la campaña comprometerse a no gobernar con Vox, mientras el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, soslayaba el envite reclamando una abstención al PSOE.
Los populares habían preparado una estrategia para tratar de esquivar el pacto con el partido de Santiago Abascal, dilatando todo lo posible los tiempos, pero no les hará falta. El resultado es incontestable y permite a Moreno Bonilla gobernar en solitario. En el PP creen que una de las claves de la victoria es precisamente haber mantenido distancia con Vox, renegando del Gobierno conjunto, además del “desgaste” de Pedro Sánchez y la gestión sin estridencias del presidente andaluz.
El arrollador triunfo de Moreno Bonilla da un espaldarazo a Feijóo en su carrera hacia La Moncloa. Andalucía no era solo hasta ahora un granero de votos socialistas, es también la comunidad autónoma más poblada de España y la que con más escaños contribuye al Congreso (61), lo que inevitablemente introduce una lectura en clave nacional. “Este resultado significa el fracaso del sanchismo”, proclamó desde Génova la secretaria general del PP. Las andaluzas son las primeras elecciones autonómicas desde la llegada de Feijóo a la presidencia del PP y cambian la dinámica en la que estaba instalado el partido a principios de año. El pasado febrero, las elecciones en Castilla y León habían dejado una victoria pírrica y amarga para el PP, que acabó en brazos de Vox y precipitó que Pablo Casado terminara poco después defenestrado en su guerra con Isabel Díaz Ayuso. El vuelco es total.
La euforia se desató en la sede del PP en Sevilla a las diez de la noche, cuando los trabajadores del partido celebraron como un gol el escaño 57. Luego llegó uno más, el 58, y ya parecía que se caían abajo las paredes. En Sevilla se vio también, celebrando como uno más, a Javier Arenas, el exlíder del PP andaluz, cuya victoria frustrada en 2012 estaba grabada a fuego en la memoria en el partido y era el motivo por el que nadie se entregó al triufalismo hasta que el escrutinio fue incuestionable. Pasadas las once, con su mayoría absoluta ya bajo el brazo, Moreno Bonilla salió triunfante por la puerta entre aplausos y gritos de “¡presidente, presidente!” ante una multitud que le esperaba ondeando banderas de Andalucía y España. “¡Gracias Andalucía, me siento muy orgulloso de ser andaluz, de ser español y haber podido hacer realidad el sueño de todos!”, clamó con ímpetu. “¡Hemos hecho historia, hemos mandado un mensaje a toda España!”, jaleó el presidente andaluz, que prometió que gobernará para todos.
El éxito de Moreno Bonilla valida la estrategia de Feijóo para ganar a la izquierda frente a la de Isabel Díaz Ayuso y los halcones del PP. El 19 de junio se jugaba también qué táctica nacional deben seguir los conservadores en la carrera hacia La Moncloa, y el resultado confirma que hay otro camino para vencer en las urnas. En oposición a la vía de la batalla cultural y la confrontación ideológica y agresiva de Ayuso, las andaluzas demuestran que un PP más moderado, al menos en apariencia, que no dé miedo a la izquierda puede lograr también grandes réditos. Aunque Ayuso logró casi un 45% de voto en las autonómicas de mayo de 2021, no consiguió la mayoría absoluta que sí atesora ya el presidente andaluz. Las dos almas del PP se examinaban en las urnas andaluzas y la de los amigos y aliados Moreno Bonilla y Feijóo se ha impuesto con claridad frente a la que representa la líder madrileña.