El dueño de El Ventorro asegura ante la jueza de la dana que Mazón y Vilaplana se marcharon “no más tarde de las 19.00”
El restaurador afirma que el ‘president’ llegó “solo y sin escoltas”, que “no estuvo preocupado” durante el almuerzo y que la cuenta la pagó el PP
Alfredo Romero, dueño del restaurante El Ventorro, donde el presidente de la Generalitat en funciones, Carlos Mazón, comió durante casi cuatro horas con la periodista Maribel Vilaplana en octubre de 2024, cuando la dana dejó 229 muertos en Valencia, ha desvelado este viernes en el juzgado de Catarroja (Valencia) que investiga la riada que los comensales se marcharon del establecimiento “no más tarde de las 19.00 horas”. Así lo indican a EL PAÍS fuentes presentes en su comparecencia como testigo, una condición que le obliga a decir la verdad.
“Se fueron entre las 18.30 y las 19.00, aproximadamente. Más tarde de las 19.00, no. Y, como muy pronto, a las 18.25. Recuerdo esa hora porque mis trabajadores se van a las 18.10 o así. Me puse con mis facturas y luego se fueron. A las 18.15 ya no le quedaban clientes”, ha indicado.
Cuando Mazón y Vilaplana abandonaron el local, arreciaba lo peor de la desgracia: el desbordamiento del barranco el Poyo, que desató el caos en municipios como Paiporta o Catarroja, donde la riada dejó 55 y 25 muertos, respectivamente. Y desde las 16.40 horas, el 112 -la centralita telefónica de la Generalitat- recibía decenas de llamadas de desesperación de municipios como Chiva o Cheste, donde nace esta rambla.
A preguntas de la jueza, Romero ha respondido que no puede concretar la hora exacta de salida “porque emite factura, no tique”. Ha confirmado que la reserva la hizo la Generalitat “dos o tres días antes”, pero que la cuenta fue abonada por el PP a través de una transferencia. Durante las siete veces que entró a la sala donde estaba la mesa, un reservado en la primera planta con capacidad para cinco personas, el testigo no escuchó las llamadas de Mazón. Ni siquiera sabe si el jefe del Consell tenía el móvil sobre la mesa. A partir de las 17.37 horas, el president mantuvo comunicación con ocho personalidades, como la responsable de la gestión de la tragedia, la entonces consejera de Justicia, Salomé Pradas.
La comida -según Romero- fue un menú cerrado, que no ha precisado, incluyó una botella de vino, “probablemente una caña inicial” y varias botellas de agua. El almuerzo concluyó a las 17.00. Y los comensales extendieron la sobremesa hasta las 18.45. El reservado tiene Wifi, cuya contraseña no pidieron los clientes, y carece de problemas de cobertura con Movistar, pero sí registra incidencias con compañías como Orange o Vodafone, según el empresario, que ha declarado durante dos horas y media.
El propietario de El Ventorro ha reconstruido ante la instructora cómo llegaron los clientes. “Primero, llegó el señor Mazón y, luego, Villaplana. Él entró a las 14.15 o 14.30. Y ella, un poco más tarde. Él llega solo, sin escoltas. No comió ningún escolta. Llega él y le sirve un agua y unas papas o aceitunas en la sala reservada, a la que va directamente. Él estuvo solo hasta que llega la señora Vilaplana. Le acompañamos arriba a ella a través de una escalerita (sic)”, ha relatado.
La tranquilidad del ‘president’
Romero ha explicado que no vio al jefe del Consell hablando por teléfono. “Mazón nunca estuvo de pie, siempre sentado”. Y ha descrito la tranquilidad del president durante el almuerzo. “Nunca le vio preocupado”, ha indicado.
El restaurador ha recordado que, durante la tarde de la dana, no fue consciente de la magnitud de la tragedia hasta las 20.00, cuando un empleado le informó de que el agua le llegaba a los tobillos.
Romero ha declarado ante la jueza Nuria Ruiz Tobarra en calidad de testigo, una condición que le obliga a decir la verdad. Su comparecencia se produce después de que la Audiencia Provincial de Valencia obligara a la instructora a tomar declaración a Vilaplana, que el pasado tres de noviembre se refirió en el juzgado al restaurador. Aseguró que, durante el almuerzo, que duró casi cuatro horas (15.00-18.45), el propietario de la casa de comidas subió a Mazón unos documentos para que los firmara.