El grafiti indultado de David Bowie en Valencia entra en el museo: “Mi padre murió orgulloso”, dice el artista
La obra de Jesús Arrúe, salvada de la piqueta por una campaña en las redes, ingresa en la colección permanente de L’Etno, el museo de etnografía ubicado al lado de la pared donde el artista la plasmó
A Jesús Arrúe siempre le gustó dibujar y pintar. Ya de niño revelaba una gran destreza con los lápices y los colores. A veces, dejaba muestras de su talento innato en las paredes del barrio valenciano de Velluters donde creció, ante el asombro de algunos vecinos. Pero la vida le llevó por otros derroteros. Fue gogó en discotecas de la extinta Ruta del Bakalao, camarero, vendedor, encargado en una tienda de modas... Se ganó la vida en diversos oficios hasta que pintó a uno de sus ídolos, David ...
A Jesús Arrúe siempre le gustó dibujar y pintar. Ya de niño revelaba una gran destreza con los lápices y los colores. A veces, dejaba muestras de su talento innato en las paredes del barrio valenciano de Velluters donde creció, ante el asombro de algunos vecinos. Pero la vida le llevó por otros derroteros. Fue gogó en discotecas de la extinta Ruta del Bakalao, camarero, vendedor, encargado en una tienda de modas... Se ganó la vida en diversos oficios hasta que pintó a uno de sus ídolos, David Bowie, cuando murió en 2016. Colgó en Internet un retrato del cantante a modo de homenaje y comenzaron a lloverle encargos, algunos de gente conocida.
Confirmó entonces su decisión de dejar un contrato fijo para dedicarse profesionalmente a la pintura, sin olvidarse de su implicación como activista contra la turistificación del centro de la ciudad. En 2019, plasmó en la fachada de un edificio abandonado, junto a su estudio, el rostro de Bowie atravesado por un rayo rojo y verde de la famosa portada del disco Aladdin Sane, de 1973. Era su forma de reivindicar el pasado del viejo y bohemio barrio del Carme y denunciar los excesos del turismo que acaban con su personalidad.
El grafiti gustó. La gente pasaba y se quedaba mirando la icónica imagen. Se consolidó como una parada ineludible en el oficioso circuito que recorría los grafitis del barrio donde se ubican los museos del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) y de L’Etno (Etnografía). Este lunes, ese retrato callejero ha entrado a formar parte de la colección permanente de este último centro, elegido en 2023 como el mejor museo europeo por su innovadora, rigurosa y atractiva forma de exhibir la cultura popular y reflexionar sobre sus múltiples manifestaciones, entre ellos el devenir de la ciudad.
“Estoy muy orgulloso de que entre en el museo, porque la obra pertenece a la ciudad de Valencia”, ha manifestado el artista, mientras los operarios se encargaban del costoso trabajo del traslado del pesado grafiti, que fue arrancado con el lienzo del muro en el que fue pintada. La obra fue indultada hace dos años, cuando Jesús Arrúe alertó en las redes sociales de que la piqueta se iba a llevar por delante el grafiti para construir viviendas. Se inició entonces una campaña para salvar al Bowie de la calle Beneficencia y la petición fue atendida, tras su notable eco social.
Los concejales de Valencia Fernando Giner (Ciudadanos) y Gloria Tello (Compromís) cogieron el guante e intermediaron. Las instituciones fueron receptivas. La constructora de la obra, Edicantos, se mostró dispuesta a colaborar para extraer la pintura, que finalmente se decidió exhibir durante un año en el cercano Centre del Carme Cultura Contemporània. La noticia se divulgó como el primer grafiti indultado de España. “Cuando sucedió todo esto, mi padre se estaba muriendo, pero llegó a saber que el grafiti se iba a indultar. Murió orgulloso y tranquilo”, ha comentado el artista.
Hoy se ha cerrado el círculo. El recorrido expositivo del Etno dedicado a los muros que definen la ciudad cuenta con la versión callejera de la que se dice que es la portada de disco más cara de la historia. La original se exhibe en el museo londinense consagrado al diseño Victoria & Albert y hace unos años fue valorada por la firma de subastas Christie’s en 3,6 millones de euros. La imagen fue obra del reconocido fotógrafo Brian Duffi y el influyente maquillaje, de Pierre La Roche.
“Tiene todo el sentido que un grafiti que, además, ha generado la complicidad de la ciudadanía forme parte de la colección. No somos un museo de arte, pero esta es una expresión de cultura popular”, ha señalado el director del museo Joan Seguí. En la misma línea se ha expresado Paco Teruel, del PP, responsable de Cultura dela Diputación de Valencia, a la que pertenece L’Etno.
En los últimos años, Jesús Arrúe ha consolidado su trayectoria artística, ampliando su inicial especialidad como retratista a partir de fotografías. La venta en 2019 de un cuadro a otra de sus ídolos de la adolescencia, Madonna, impulsó su proyección de manera notable. La cantante, con millones de seguidores, publicó en Instagram el retrato con un parche en el ojo que le había hecho Arrúe, que reconoce la influencia de artistas como Lucian Freud, Francis Bacon o Egon Schiele. Desde entonces, el creador valenciano ha protagonizado numerosas exposiciones individuales y participado en colectivas en galerías, en instituciones, espacios urbanos y conocidos establecimientos.