Opinión

Libertad y censura en la Comunidad Valenciana

En nuestras manos está volver a dominar la conversación pública y convocar a todos los demócratas y a todas aquellas personas liberales para acabar con esta ola censora y puritana

El historietista Lalo Kubala y el cómico Xavi Castillo, uno de los que más han parodiado a la ex alcaldesa de Valencia Rita Barberá, también se fotografiaron en el balón.MÒNICA TORRES

En estos últimos años hemos visto a ciertos actores de derechas muy preocupados por la libertad de expresión. En nombre de lo “políticamente incorrecto”, redes usadas masivamente por los jóvenes como YouTube, Twitch o Tik Tok se han llenado de actores bramando contra una supuesta censura por parte de la izquierda hacia aquellos comentarios u obras culturales con tintes racistas, homófobos o xenófobos. Todo un movimiento importado de los Estados Unidos al grito de consignas como que “ya no se puede decir nada” o “es q...

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En estos últimos años hemos visto a ciertos actores de derechas muy preocupados por la libertad de expresión. En nombre de lo “políticamente incorrecto”, redes usadas masivamente por los jóvenes como YouTube, Twitch o Tik Tok se han llenado de actores bramando contra una supuesta censura por parte de la izquierda hacia aquellos comentarios u obras culturales con tintes racistas, homófobos o xenófobos. Todo un movimiento importado de los Estados Unidos al grito de consignas como que “ya no se puede decir nada” o “es que la gente se ofende por todo en esta dictadura woke”.

Me pregunto dónde estaban estos personajes cuando, en la era de las mayorías absolutas del PP, eran cuestionados, silenciados e, incluso, cancelados, espectáculos, conciertos o movimientos sociales. En aquellos tiempos, teníamos que ir a otros pueblos con Ayuntamientos progresistas para poder ver actuar al humorista Xavi Castillo, ya que en mi pueblo no se lo permitían. También recuerdo que, mientras fuera de nuestras fronteras, la música en valencià era querida y puesta en valor, aquí se silenciaba e ignoraba desde las instituciones a grupos como Aspencat, Obrint Pas o La Gossa Sorda. Fueron los tiempos, también, de la censura en Canal 9, del despotismo en los Plenos y en Les Corts, de las amenazas y la impunidad de grupos neonazis valencianos, que asesinaron a Guillem Agulló.

Con la entrada de Vox a ayuntamientos y gobiernos autonómicos, muchos se echan las manos a la cabeza. Lo cierto es que los valencianos ya vivimos cómo se intentó silenciar la voz de todos cuando ocurrió la desgracia del accidente del metro en aquella maldita estación de Jesús. Ya vimos cómo nos intentaron amordazar durante el 15-M y la Primavera Valenciana con represión policial como respuesta frente a las banderas y los libros. Por eso, cuando el otro día vi al gobierno de derechas de Náquera prohibir con orgullo las banderas LGTBI en los espacios públicos y las manifestaciones contra la violencia de género, no pude evitar recordar con tristeza todo lo que pasamos los valencianos durante aquellos años. Volvían los que aprobaron la ley Mordaza.

Este 23 de julio, en esta tierra mediterránea y amable nos jugamos mucho más que saber quién ocupará la Moncloa durante los próximos años. Nos jugamos esa España de Lorca, que tiene bordado en la bandera de la libertad el amor más grande de nuestras vidas. Nos jugamos continuar siendo un referente en libertades de todos y para todos o que vuelva la censura. Y, lo cierto es que, en apenas un mes, ya hemos visto intentos de censura hacia obras de Virginia Woolf, Lope de Vega, temáticas de la Guerra Civil y hasta, incluso, una película de Toy Story, en la que, ¡sorpresa!, se besaban dos mujeres… ¡Y con la lengua! Un verdadero escándalo (si estuviésemos en 1950, claro).

Vienen tiempos difíciles en los que muchos nos intentarán hacer comulgar con ruedas de molino. Nos intentarán hacer creer que, como en la historia de Don Quijote, unos simples molinos son gigantes que amenazan nuestra convivencia y a los que nos tenemos que enfrentar. Intentarán cambiar los marcos de la conversación para que, como en Los magos de Waverly Place, nada sea lo que parece ser. Pero en nuestras manos está volver a dominar la conversación pública y convocar a todos los demócratas y a todas aquellas personas liberales para acabar con esta ola censora y puritana. Decía George Orwell que “la libertad es el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír”. En estas semanas, más que nunca, digámosles que somos un país libre, orgulloso y solidario en el que la intolerancia no tiene cabida.

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