Una pareja desalojada por el incendio de Castellón y Teruel: “Vimos una nube descomunal de humo”

Una pareja desalojada por el incendio que afecta a Castellón y Teruel y varios brigadistas relatan su experiencia ante un fuego que está devastando una zona montañosa

Juan y Aida, desalojados de Montanejos, a las puertas del albergue de Segorbe, este viernes por la mañana. Foto: MÒNICA TORRES | Vídeo: EPV

Juan y Aida se dirigían a su segunda residencia en Montanejos (Castellón) por la autovía Mudéjar, procedentes de Madrid. Cuando estaban a unos 30 kilómetros de su destino, vieron “una nube blanca descomunal de humo” que se hacía cada vez más grande, explica un día después el hombre, ingeniero industrial jubilado. Está sentado, un poco cabizbajo, en el albergue habilitado en Segorbe para recoger a buena parte de los 1.500 vecinos desalojados a causa del ...

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Juan y Aida se dirigían a su segunda residencia en Montanejos (Castellón) por la autovía Mudéjar, procedentes de Madrid. Cuando estaban a unos 30 kilómetros de su destino, vieron “una nube blanca descomunal de humo” que se hacía cada vez más grande, explica un día después el hombre, ingeniero industrial jubilado. Está sentado, un poco cabizbajo, en el albergue habilitado en Segorbe para recoger a buena parte de los 1.500 vecinos desalojados a causa del gran incendio declarado el jueves y que ha calcinado ya más de 4.000 hectáreas entre Castellón y Teruel. El primer gran incendio del año. “Me preocupé, pero vi que estaba lejos. Cuando giramos por la carretera vimos el resplandor del fuego en la base de una enorme columna, como cuando amanece”, apunta. Por fin llegaron a su casa, pero las vacaciones duraron poco.

Al poco de llegar a Montanejos, mientras el matrimonio estaba colgando la ropa, oyeron a la Guardia Civil que mandaba desalojar la población castellonense, popular destino termal y de turismo de interior. También fueron evacuados por prevención, ya de madrugada, los vecinos de Montán, como los jubilados Amparo y Vicent. Ahora esperan, como todos los demás, mientras preguntan cómo va el siniestro, qué hay de su casa, de su pueblo, de sus montañas.

Juan nació en Campos de Arenoso, una población que hoy no existe, anegada por el embalse donde ahora cargan agua los 18 medios aéreos que luchan para limitar la devastación de una zona de gran riqueza forestal, tan poblada de bosques de pinos como despoblada de gente. Han sido desalojados cerca de 1.500 personas de una decena de municipios. Es tierra de grandes perspectivas, de barrancos profundos y montañas escarpadas, por donde discurren las llamas que arrasaron más de 3.500 hectáreas en menos de 20 horas.

En la turolense San Agustín, varios vecinos temen por los perros que han dejado en sus terrenos, en sus casetas, en sus huertos. Unas vacas pacen, ajenas al siniestro, de camino hacia los focos del fuego. “Mirad cómo estuvo a punto de llegar a Olba”, señala con el brazo un brigadista, apostado en Los Peiros, aldea desalojada del municipio turolense de San Agustín. De los alrededores de Olba sale una columna blanca, no tan grande como la enorme nube que asciende desde el emplazamiento de Villanueva de Viver, donde se originó el fuego en uno de sus barrancos.

Varios bomberos trabajan en la extinción de uno de los focos del incendio cerca de la aldea de Los Peirós, en Teruel, este domingo.Manuel Bruque (EFE)
Rescoldos de una zona arrasada en un paraje en la sierra de Teruel, este domingo.Manuel Bruque (EFE)
Una veintena de bomberos murcianos trabajan en el incendio forestal que desde el jueves afecta al interior de la provincia de Castellón.112 Región de Murcia/EFE
Un helicóptero trabaja en la extinción del incendio en la zona de los Peiros, en la provincia de Teruel, este sábado.Manuel Bruque (EFE)
Bomberos en el retén mientras espera el relevo tras pasar la noche trabajando en el incendio en la zona de los Peiros, en la provincia de Teruel, este sábado.Manuel Bruque (EFE)
Dotaciones de bomberos y un helicóptero trabajan en la extinción del incendio en la zona de los Peiros, en la provincia de Teruel, este sábado.Manuel Bruque (EFE)
Columnas de humo provocadas por el incendio a primera hora de este sábado en Villanueva de Viver (Castellón), cerca de la aldea de los Peiros (Teruel). Manuel Bruque (EFE)
Columna de humo del incendio en Villanueva de Viver (Castellón), el viernes.Mònica Torres
Restos de una vivienda calcinada por el incendio en San Agustín (Castellón), el jueves.Mònica Torres
Un hidroavión sobrevolaba el jueves el incendio forestal en el término municipal de Villanueva de Viver, en la zona limítrofe de las provincias de Castellón y Teruel.Mònica Torres
Zona carbonizada en el término castellonense de Villanueva de Viver, el jueves.Mònica Torres
Un hidroavión sobrevolaba el jueves el incendio forestal en el término municipal de Villanueva de Viver, en la zona limítrofe de las provincias de Castellón y Teruel. Mònica Torres
Dos personas observaban el jueves el humo del incendio en el municipio de San Agustín, en Teruel.LORENA SOPENA (REUTERS)
Zona afectada por el incendio en Villanueva de Viver (Castellón), el jueves. Mònica Torres
Aspecto de las montañas cercanas a San Agustín, tras el paso del fuego.Mònica Torres
Un helicóptero sobrevolaba el jueves una columna de humo en el incendio forestal en Villanueva de Viver. Manuel Bruque (EFE)
Vista general del incendio forestal en Villanueva de Viver, el jueves. Manuel Bruque (EFE)
Un agente forestal vigilaba el jueves el avance del fuego en el término municipal de Villanueva de Viver (Castellón).Mònica Torres
Imagen del incendio en la noche del jueves cedida por el Consorcio Provincial de Bomberas y Bomberos de Castellón.
Imagen del incendio cedida por el Consorcio Provincial de Bomberas y Bomberos de Castellón.

En esa aldea esperan el momento de dirigirse a uno de los frentes un grupo de brigadistas aragoneses —“operarios”, puntualiza uno; “peones”, matiza otro—. Son los que atizan las llamas con el batifuego y las sofocan con agua, los que emplean motosierras, los que abren líneas de defensa, cortafuegos, con motosierras y otras herramientas. “Pon, pon que hemos dejado el paro de hoy de la huelga que llevamos en defensa de nuestros derechos como trabajadores todo el año para venir aquí a combatir el fuego”, pide uno de los uniformados. “Nosotros somos currantes contra el fuego y queremos que se nos reconozca. No somos como esos que se ponen frente a las llamas cuando saben que los están fotografiando”, comenta otra.

Aspecto de un bosque tras ser arrasado por el fuego, en el término de San Agustín.Mònica torres

“Este fuego tiene muy mala pinta. Es que la zona es tan grande y hay tantos bosques, tanta masa forestal...”, apunta un profesional de larga experiencia en este tipo de siniestros. Él nació en una población cercana, y guía a los demás por los múltiples senderos y caminos forestales por donde se internan los camiones de los bomberos y los 4x4 de los brigadistas. “Hay mucho para quemar y hay mucha aliaga por toda esa zona de Castellón que funciona como combustible”, dice. Se refiere a un arbusto muy extendido por la comarca del Alto Mijares cuyo “tamo, que es como las hojas que se caen y se acumulan bajo la planta, es de combustión lenta pero segura”, apostilla Ernesto.

En dirección a los diversos frentes del incendio, el verde da paso al gris ceniciento, el sonido de los pájaros al silencio mortal que deja tras de sí el fuego. La ceniza cubre todo el suelo caliente y humeante. De vez en cuando, un pino se yergue casi impoluto entre los negros troncos esqueléticos que antes formaban un bosque frondoso. Una ardilla da saltos, desorientada, y se pierde en la ceniza. Los hidroaviones y los helicópteros sobrevuelan un cielo pesado, gris, en el que las nubes se mezclan con las columnas y las setas de humo e impiden ver el sol.

Vacas en el término de San Agustín, con la columna de humo del frente de Villanueva de Viver.Mònica Torres


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