Profesionales itinerantes movilizados contra la despoblación

Podólogos, fisioterapeutas, psicólogos y optometristas hacen visitas a domicilio en pueblos valencianos con menos de 1.500 habitantes

El optometrista Javier Cantó visita a una de sus pacientes en su domicilio del pequeño municipio valenciano de Ràfol de Salem.M.F.

El paseo de un forastero por las calles de Ráfol de Salem (Valencia) conlleva que se levante alguna persiana desde la que los vecinos controlan al visitante. El pueblo, con poco más de 400 habitantes, es el lugar elegido por Marian Canet para vivir con su pareja y su hija pequeña. Hoy, un optometrista va a su casa a probarle unas lentillas que ha encargado. De no haber sido por este servicio a domicilio, hubiera pasado otro mes sin las lentes de contacto. El trabajo, el cuidado de su hija y otras innumerables tareas no facilitan los traslados a otros municipios más grandes que sí dispon...

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El paseo de un forastero por las calles de Ráfol de Salem (Valencia) conlleva que se levante alguna persiana desde la que los vecinos controlan al visitante. El pueblo, con poco más de 400 habitantes, es el lugar elegido por Marian Canet para vivir con su pareja y su hija pequeña. Hoy, un optometrista va a su casa a probarle unas lentillas que ha encargado. De no haber sido por este servicio a domicilio, hubiera pasado otro mes sin las lentes de contacto. El trabajo, el cuidado de su hija y otras innumerables tareas no facilitan los traslados a otros municipios más grandes que sí disponen de todas las prestaciones. “Es una maravilla”, atestigua. Y recuerda a la gente mayor, que todavía tiene más impedimentos para realizar esos desplazamientos. El optometrista Javier Cantó y el programa Itinerant de la Generalitat Valenciana son los artífices de esta posibilidad.

Itinerant es un programa que hace de mediador entre profesionales y ayuntamientos de menos de 1.500 habitantes, promovido por la Agenda contra la Despoblación Avant, que apuesta por acercar servicios básicos a los municipios con riesgo de despoblación con el fin de mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Los 18 pueblos de la Vall d´Albaida que se han acogido al programa tienen una media de 365 habitantes.

El optometrista lleva dos bolsas y un maletín. Un autorefractómetro, una lámpara de hendidura portátil, un test de visión portátil y algún artilugio más que despliega junto a la cocina de su paciente. En apenas 20 minutos, ya ha aprendido, incluso, cómo ponerse y quitarse las lentillas. La semana pasada Javier Cantó visitó a dos ancianos en otro pueblito y a una mujer “embarazadísima” en un tercero. “Económicamente es deficitario pero es una ayuda contra la despoblación y eso es lo que hago yo, ayudar a la gente”, argumenta este profesional que dispone de todo ese material transportable porque no solo ayuda en su comarca sino también en África, de donde acaba de llegar después de operar 256 cataratas en cinco días.

El programa mapea los municipios y especifica los servicios de los que carecen. Nunca ofrecen una asistencia si ya existe en el propio pueblo, con el fin de evitar la competencia. Podólogos, fisioterapeutas, psicólogos y veterinarios, entre otros, forman parte del proyecto que ya se ha implantado en otras comarcas de la Comunidad Valenciana y que han despertado el interés de Aragón. La semana pasada, la directora general de la Agenda Avant, Jeannette Segarra, mantuvo una reunión con el comisionado para la lucha contra la despoblación del Gobierno de Aragón, Javier Allué, en la que se planteó también la posibilidad de buscar soluciones compartidas para territorios limítrofes.

El experto en ‘marketing’ Carlos Guerrero, con una de sus clientas, Rut Palací. carlos guerrero

Pero no se trata solo de servicios esenciales. Abogados, asesores de seguros o alguien como Carlos Guerrero, experto en marketing, también participan en el proyecto. Guerrero decidió dejar su puesto de director comercial y de marketing en una gran empresa para instalarse en Carrícola (100 habitantes) y montar su propia firma, ZCO. Viaja mucho, aunque también trabaja on line y guarda parte de su tiempo para dedicarlo a los pequeños negocios de la zona. Igual que el optometrista, sabe que no se hará rico con el programa pero tiene un compromiso con el territorio y quiere contribuir a que esas pequeñas de empresas sean más competitivas. Entre otras, el que lleva Rut Palací, el Rebost de Pastenaga, un pequeño negocio de distribución de frutas y verduras ecológicas en Otos (445 habitantes). Palací recibe pedidos on line y prepara cajas que después reparte a domicilio o en puntos de distribución ya fijados. “Hasta ahora intentaba hacerlo todo yo pero es verdad que, sobre todo en este negocio, es importante la estrategia en redes sociales o el posicionamiento y de eso no sé”, cuenta. “He decidido invertir un poco para avanzar y no me lo hubiera planteado, al menos no todavía, de no existir este servicio al lado de casa”, explica. “En los pueblos pequeños estas cosas son muy complicadas y me parece fantástico que también tengamos esta posibilidad”, añade. Carlos Guerrero sabe que no es fácil convencer a esos pequeños negocios de que inviertan en marketing, pero está convencido de que tan susceptible del servicio es una carnicería como una empresa de ventilación y que la ventaja, quizá, no es tanto residir en una gran ciudad sino orientar las empresas y encontrar alianzas.

Para que el programa funcione es necesario que los ayuntamientos se adhieran a él y comuniquen a sus vecinos cómo funciona. De momento, el 87% de los pueblos en los que se ha implantado han decidido formar parte de Itinerant, un servicio que hacen llegar a los habitantes a través de bandos municipales o grupos de WhastApp entre vecinos. Pero, sobre todo, funciona el boca a boca. Así lo ratifican Lydia Mulet y Paco Gomar que, poco antes de que el programa se pusiera en marcha abrieron Ninma, una empresa de servicios dirigidos, sobre todo a las personas mayores. También ellos tienen un compromiso con el territorio, en el que viven y han vivido siempre.

Eugeni Ferri, de 74 años, no puede conducir desde que le operaron del corazón. También vive en Carrícola y cada vez que tenía que hacerse unos análisis o acudir al médico, uno de sus hijos tenía que pedir el día libre porque el coste de un servicio de taxi es muy elevado. Ahora echa mano de este servicio, que le cuesta 10 euros la hora.

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