Opinión

Cosas veredes en la política valenciana, Sancho

Hay quien interpreta que actuar como letrado codefensor del empresario Febrer es el primer paso de Manuel Mata para desvincularse de la política activa

El exdiputado valenciano de Ciudadanos Toni Cantó, durante un acto de campaña electoral del Partido Popular en San Sebastián de los Reyes, Madrid.Mariscal (EFE)

Toni Cantó y Manuel Mata, ambos políticos valencianos y con larga trayectoria en el parlamentarismo al frente de sus respectivos partidos -aunque Cantó ya abandonó antiguas militancias, primero en UPyD y luego en C’s, para pasar a simpatizar con el PP- han copado la atención informativa durante los últimos días por decisiones controvertidas cuyo alcance y consecuencias están por verse.

El ex diputado de C’s ha aceptado el ofrecimiento de Isabel Díaz Ayuso pa...

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Toni Cantó y Manuel Mata, ambos políticos valencianos y con larga trayectoria en el parlamentarismo al frente de sus respectivos partidos -aunque Cantó ya abandonó antiguas militancias, primero en UPyD y luego en C’s, para pasar a simpatizar con el PP- han copado la atención informativa durante los últimos días por decisiones controvertidas cuyo alcance y consecuencias están por verse.

El ex diputado de C’s ha aceptado el ofrecimiento de Isabel Díaz Ayuso para situarse al frente de un ente bautizado como Oficina del Español de la Comunidad de Madrid. Se trata de un órgano de nueva creación concebido para hacer de la región madrileña la capital del idioma en Europa. Las críticas, comentarios sarcásticos y memes burlescos se han multiplicado en medios de comunicación y redes sociales. El poco crédito político que aún mantenía Cantó lo ha dilapidado. Quedaban rescoldos de aprecio hacia su persona porque, al menos, dimitió de todos sus cargos en C’s y abandonó el escaño en las Cortes Valencianas antes de liarse el pasado mes de mayo a hacer campaña a favor del PP madrileño y de su presidenta. Hasta cinco de sus ex compañeros de partido en el parlamento valenciano han abandonado las filas de C’s sin devolver el escaño, fugándose con este al grupo de no adscritos para garantizarse el sueldo, aunque sea sin honra, hasta el final de la legislatura.

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Cantó acepta convertirse en embajador del idioma cervantino y todos recordamos sus agrias críticas hacia lo que él mismo denominó los “chiringuitos” del Gobierno del Botánico. “Se tiene que auditar el dinero de los valencianos -declaró- para que no se gaste en enchufados y chiringuitos”. Para enchufado, él: no presenta ningún mérito curricular relacionado con el puesto a desempeñar. Para chiringuito, el que le acaban de montar a razón de 75.000 euros anuales de sueldo, más dietas, suponemos, en concepto de viajes y estancias a lo largo y ancho del mundo hispanoparlante.

Cantó ha elegido pulpo como animal de compañía. Él y el PP de Pablo Casado sabrán hasta qué punto queda deteriorado -más todavía- el perfil político de quien estaba llamado a ser cartel electoral del PP por la circunscripción de Valencia en unas futuras elecciones generales. Sus volantines de sigla en sigla y de cargo en cargo; sus antaño coqueteos indisimulados con el presidente socialista valenciano Ximo Puig, en paralelo a las feroces críticas al PSOE de Pedro Sánchez, dificultan su trazabilidad política: navega bajo bandera de conveniencia. Su conveniencia. Algunos en el PP valenciano respiran con alivio en este fin de semana congresualhttps://elpais.com/espana/comunidad-valenciana/2021-07-03/el-pp-valenciano-elige-a-carlos-mazon-para-tratar-de-reconstruir-el-partido-y-volver-a-las-instituciones.html: Cantó regresa a sus orígenes madrileños y se valora como casi imposible que pretenda, en un futuro, liderar nada en la Comunidad Valenciana. Uno menos con el que batirse el cobre por pillar puesto de salida en la candidatura electoral.

El caso de Manuel Mata, portavoz parlamentario y vicesecretario general del PSPV-PSOE, también tiene su miga. Abogado de tan larga trayectoria jurídica como política, Mata ha anunciado su decisión de colaborar en la defensa del empresario Jaume Febrer. En prisión desde hace casi dos meses por su presunta implicación en el caso Azud -una trama de corrupción urbanística con presunto cobro de mordidas por parte de dirigentes políticos- el nuevo patrocinado del abogado y diputado Mata es un presunto corruptor de cargos públicos valencianos. El asunto que ha llevado a Febrer al penal de Picassent (Valencia) mantiene retenidos en la misma cárcel al ex subdelegado del Gobierno Rafael Rubio, del PSPV-PSOE, y a quien fuera mano derecha de Rita Barberá en el ayuntamiento de Valencia, Alfonso Grau (PP). Además, en la causa abierta figura como investigado, entre otros, el ex secretario de Finanzas del PSPV-PSOE, Pepe Cataluña.

Tras el revuelo armado por su decisión, Mata razonó que Febrer tiene derecho a la asistencia letrada, y que “ética y estéticamente” es justificable su papel como abogado defensor. Que es legal, nadie lo ha puesto en duda. Lo de ética y estéticamente está abierto a interpretaciones, tantas como se han producido en las filas de los socialistas valencianos. Las reacciones más extendidas han sido incredulidad y estupor. Las mismas que inspiran los esfuerzos desplegados para desvincular al presidente del Consell y secretario general del PSPV-PSOE, Ximo Puig, de las andanzas profesionales de su vicesecretario general. Que el Presidente no tenía conocimiento. Que existe un gran malestar en Presidencia por la decisión de Mata. Que esta “daña” a la figura del Molt Honorable. ¿La verdad? Resulta increíble de creer que Puig estuviera en la ignorancia. Y sí, claro que deteriora su imagen pública, ese perfil que se ha afanado en delinear como sinónimo de templanza, ajeno a histrionismos, con la transparencia como santo y seña de su gestión.

Hay quien interpreta que actuar como letrado codefensor del empresario Febrer es el primer paso de Manuel Mata para desvincularse de la política activa, antes de que su relevo como número dos del PSPV-PSOE se certifique en el Congreso que los socialistas valencianos celebrarán el próximo mes de noviembre. Si es así, los tiempos deberían haber sido otros: primero, cesa el político de sus responsabilidades y, ligero de cargas institucionales y orgánicas, ya puede ejercer el derecho de defensa de quien considere oportuno. Tal y como se han producido los acontecimientos, lo que se ha abonado es el campo de las sospechas y las más peligrosas elucubraciones. Cosas veredes

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