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Opinión

El ‘Me Too’ del PSOE

Los casos de acoso sexual en el partido revelan que por debajo del discurso oficial se expandía un machismo irredento

¿Cómo es posible que un partido que ha hecho bandera de la lucha feminista y ha impulsado las normativas más avanzadas sobre igualdad en Europa pueda albergar en sus estructuras directivas a tantos machirulos como los que hemos descubierto en pocos días? ¿Nadie se había percatado de que por debajo del discurso oficial persistía una mentalidad como la de ...

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¿Cómo es posible que un partido que ha hecho bandera de la lucha feminista y ha impulsado las normativas más avanzadas sobre igualdad en Europa pueda albergar en sus estructuras directivas a tantos machirulos como los que hemos descubierto en pocos días? ¿Nadie se había percatado de que por debajo del discurso oficial persistía una mentalidad como la de José Luís Ábalos hablando de las prostitutas como si fueran ganado? Pedro Sánchez ha dicho que para él había sido una sorpresa conocer la verdadera personalidad de su principal colaborador durante varios años, al que confió nada menos que la secretaría general del partido. El problema es que, en pocos días, ha habido lo que puede considerarse una eclosión de casos. Ha sido como si de repente se abriera una espita por la que ha salido toda la presión acumulada.

El de Ábalos es desagradable, pero el más sangrante es el de Francisco Salazar, un asesor de la Moncloa muy próximo al presidente que debió sentirse tan seguro y protegido que se permitió prescindir de toda prudencia. El seísmo Salazar se ha repetido con alcaldes, senadores y altos cargos de diverso pelaje. Demasiados para que sea casualidad. Lo ocurrido revela que por debajo del discurso oficial se expandía un machismo irredento, con mucha capacidad de simulación.

Estamos ante una reacción cínica de hombres que han adoptado las directrices, pero no se han despojado de la cultura de la dominación en la que han sido educados, y algunos se han comportado, creyéndose impunes, como depredadores sexuales. El machismo siempre implica una relación de dominación. En este caso, todos eran hombres con poder. Y el hecho de que se haya producido de repente un rosario de casos muestra hasta qué punto esos hombres se sentían seguros en su entorno. Hasta que ha estallado un Me Too interno, y se han sucedido las dimisiones en un corrosivo carrusel que puede costarle muy caro al PSOE.

Las mujeres son una parte esencial del electorado socialista. En las elecciones legislativas de julio de 2023, el 44,1% de las mujeres votó al bloque de la izquierda (PSOE o Sumar), 12,7 puntos más que al bloque de la derecha (PP y Vox). El partido más votado entre las mujeres fue el PSOE, con el 31,2% del voto femenino, seguido del PP (25,4%), Sumar (12.99%) y Vox, 6%.

Y las luchadoras feministas soportan muy mal la hipocresía. Eso explica que, en pleno escándalo de la corrupción, cuando se revelaron las conversaciones entre Ábalos y Koldo García en las que se despreciaba y se cosificaba a las prostitutas, en la encuesta mensual del Barómetro de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER, el PSOE perdió un punto entre los hombres y cuatro entre las mujeres.

La dirección del partido ha corrido a taponar ahora la herida provocada por la sucesión de casos de acoso sexual. El peligro ahora es que se produzca una quiebra de confianza. La suerte, para los socialistas, es que, en materia de feminismo y de igualdad, si el PSOE pierde credibilidad, la oposición que tanto le critica no tiene ninguna.

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