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Transición Ecológica planta al Club de Mar de Sitges el día de su último adiós

Los funcionarios de la Dirección de Costas no acuden a la entrega de las llaves de la sede de la entidad, condenada a la desaparición por incumplir la ley, y piden que la directiva las lleve a Barcelona

Un pequeño grupo de socios aguardaban esta mañana en el interior de las instalaciones del Club de Mar de Sitges la llegada de la comitiva judicial a las ocho de la mañana para entregar las llaves de sus instalaciones y dar un último adiós a una entidad con 73 años de historia. Tras años de una defensa enconada y que solo ha permitido ganar tiempo e ir retrasando el cierre definitivo y unos últimos días de vaciado del recinto tras dar por imposible la operación de salvamento, daban por hecho que este jueves sería el último día de agonía para una institución condenada por la Ley de Costas. No lo ha sido. Nadie ha llegado a las puertas de este club esta mañana, tal y como había marcado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). La comitiva ha decidido levantar la parada a las 8.45 y abandonar el lugar.

Por lo visto, la presidenta del club, Gemma Marcé, recibió el miércoles un correo electrónico de la Demarcación de Costas de Barcelona, dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, que variaba las condiciones de la entrega de las llaves. El escenario no iba a ser el mismo club, sino Barcelona. La dirección del club rechazaba esa propuesta y así lo hizo llegar a través de un correo electrónico al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, y mantuvo el lugar inicial: la entrada del club. Tras esperar decenas de minutos han decidido levantar el campamento y seguir con su vida normal.

Pese a que retienen las llaves del recinto, el club no volverá a abrir las puertas a no ser que cuenten con una resolución judicial para ello. “Nuestro equipo jurídico ha enviado un correo electrónico al TSJC explicando que hemos estado esperando a la comitiva y no se ha presentado, y ahora será el juez el que dictamine una nueva fecha para hacer la entrega de llaves”, ha añadido el vicepresidente Benjamín Cervera, en declaraciones recogidas por la agencia EFE.

Desde que el Club de Mar de Sitges celebró su 50 aniversario, la espada de Damocles de la Ley de Costas ha estado amenazándole, como ha sucedido con otros clubes marítimos del litoral catalán. Sus instalaciones se encuentran entre el paseo marítimo de la población del Garraf y la arena de su playa, por lo que incumplía la Ley de Costas aprobada en 2003. Por ello, todas sus instalaciones, así como las de los bares Picnic y Kansas, que están al lado, deberían ser demolidos. El Ayuntamiento de Sitges intentó salvarlas asegurando para esas edificaciones el sello de Bien Cultural de Interés Local, pero el ministerio lo ha obviado completamente.

De hecho, Cervera expresaba este jueves sus críticas por el hecho de que el Consistorio no hubiera logrado cerrar una reunión entre el club, la Delegación del Gobierno de Barcelona y Transición Ecológica para intentar aproximar posiciones y llegar a alguna medida posibilista que impidiera el cierre de un club que no llegará a cumplir los 74 años de vida, a no ser que, en el último momento, logre una nueva ubicación o sus actuales instalaciones sean finalmente amnistiadas.

La presidenta ha planteado la posibilidad de que el edificio pase a ser de propiedad municipal y, hasta que no se ejecute la demolición, la asociación náutica pueda mantener su actividad en él. Sin embargo, Cervera ha pedido a la alcaldesa de Sitges, Aurora Carbonell (ERC), que “no diga más mentiras” sobre el futuro del local que hasta ahora ha ocupado el Club de Mar. “Me da mucha pena escuchar a mi alcaldesa decir que el pueblo recuperará un espacio emblemático (...). Desde Costas, le han dicho por activa y por pasiva que no le cederán el local”, ha aseverado.

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