Albiol, el singular ‘ayusismo’ catalán

Vox no tiene espacio político en Badalona porque el PP se le ha comido el terreno. El ayusismo se ha encarnado en Cataluña en la mayoría absoluta de Xavier García Albiol. De hecho, el alcalde de Badalona es un ayusista avant la lettre. Antes de que Isabel Díaz Ayuso existiera en política, Albiol ya había cruzado con pocos escrúpulos y sin titubear la maroma de la xenofobia. Cuando parecía que iba a caer, la mano invisible de la justicia acudía al rescate. El líder del PP badalonés ha dado con la clave del éxito: repartir en happy hour permanente el ...

Vox no tiene espacio político en Badalona porque el PP se le ha comido el terreno. El ayusismo se ha encarnado en Cataluña en la mayoría absoluta de Xavier García Albiol. De hecho, el alcalde de Badalona es un ayusista avant la lettre. Antes de que Isabel Díaz Ayuso existiera en política, Albiol ya había cruzado con pocos escrúpulos y sin titubear la maroma de la xenofobia. Cuando parecía que iba a caer, la mano invisible de la justicia acudía al rescate. El líder del PP badalonés ha dado con la clave del éxito: repartir en happy hour permanente el cóctel que mezcla inmigración y delincuencia.

El alcalde ha logrado convencer a la mayoría de sus conciudadanos de que el principal problema de Badalona es la inmigración delictiva. En políticas sociales, ni está ni se le espera. En los 13 días hábiles de la justicia en este mes están previstos 33 desahucios solo en el barrio de Sant Roc y La Salut. Ni para autóctonos ni para inmigrantes –al 50% en estos lanzamientos– ofrece Badalona soluciones habitacionales que lleguen más allá de un día en el CUESB. Dice el alcalde que ya son atendidos por los servicios sociales.

El Ayuntamiento vive sumido en la pura ineficacia administrativa. En 2024 dejó sin ejecutar 78 millones de euros de los 242 millones presupuestados, según se puso de relieve en un pleno del pasado mes de abril. Por esas fechas, el Ejecutivo del municipio ya había dejado de colaborar con la Taula Sense Llar de Badalona, en que participan asociaciones como Cáritas, Cruz Roja o Sant Joan de Déu Serveis Socials. Ellos hacen un recuento de las personas que duermen en la calle. Pero a García Albiol no le interesa. Él, dice, ya lleva sus cuentas.

Ahora Badalona vuelve a ser noticia por el desalojo del antiguo instituto B9, donde viven entre 200 y 500 personas –según las fuentes– y entre las que se han detectado 10 casos de tuberculosis. La justicia ha dictado el desalojo del centro. Y Albiol, cuando habla de los ocupantes del B9 en las redes, los tacha sin matices de “delincuentes”, aunque entre esos centenares de personas inmigrantes haya quienes tengan empleo, recojan chatarra, o una parte, sí, que vivan de trapicheos y delincuencia. Pero la sinécdoque está servida. El alcalde de Badalona, sin embargo, no es torpe y domina los diferentes registros retóricos según el medio en que se mueva. En eso no es como la monotemática y unidireccional Ayuso. Fruto tal vez de esa singularidad catalana, cuando Albiol habla de inmigrantes en televisión dulcifica formas y asegura que “no se puede generalizar” y decir que todos los inmigrantes son delincuentes. O es capaz de afirmar algo que Ayuso jamás suscribiría al manifestar que si la ONU habla de genocidio en Gaza no será él quien la contradiga.

Pero el Albiol genuino asoma con facilidad. Con motivo de la detención de un inmigrante mientras robaba, escribió en X el pasado 18 de agosto: “Con toda seguridad esta gentuza ha entrado de manera ilegal en nuestro país, pero sabía que en la costa española sería recibido con mantas térmicas, comida, bebida y ropa. Además también sabía que una vez aquí podría exigir todos los derechos y quien le exigiera obligaciones sería tachado de racista”. Ni Vox lo hubiera dicho mejor.

El próximo 29 de septiembre el Partido Popular Europeo celebrará en Badalona una jornada sobre municipalismo, inmigración y seguridad. Alberto Núñez Feijoo pone a Albiol como referente en materia de palo y tentetieso para el partido, pero sabe que el alcalde de Badalona no aspira a liderar cainitamente al PP. Su ambición se circunscribe, al contrario que Ayuso, a seguir conservando su mayoría absoluta. Albiol es consciente de que es primer edil de una ciudad grande, pero está en un partido pequeño. Su instinto de supervivencia política y su extenso electorado facilita esas muestras de flexibilidad, de imprecisa simpatía, con el hecho diferencial catalán. Ello le permite tontear, aunque luego rectifique, con el pacto por la lengua. Luego aclara que no quería ir más allá de un sano regionalismo bien entendido.