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Confrontar y colaborar, el desafío de ERC

El partido ha retomado la superación de su insuficiente peso político, electoral e institucional en Barcelona y su área metropolitana

La segunda parte del 30 Congreso de ERC celebrada el pasado fin de semana en Martorell ha ratificado el continuismo adoptado hace tres meses con la reelección de Oriol Junqueras como presidente del partido. Resuelta así la incógnita principal, el congreso ha confirmado la voluntad de Junqueras de apostar fuerte por la consolidación de Esquerra como una fuerza con voluntad de gobierno, anclada en un estricto pragmatismo capaz de competir con éxito en un escenario abierto, en el que ninguna fuerza dispone de una hegemonía consolidada.

A esa voluntad de competir responde la fórmula “confro...

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La segunda parte del 30 Congreso de ERC celebrada el pasado fin de semana en Martorell ha ratificado el continuismo adoptado hace tres meses con la reelección de Oriol Junqueras como presidente del partido. Resuelta así la incógnita principal, el congreso ha confirmado la voluntad de Junqueras de apostar fuerte por la consolidación de Esquerra como una fuerza con voluntad de gobierno, anclada en un estricto pragmatismo capaz de competir con éxito en un escenario abierto, en el que ninguna fuerza dispone de una hegemonía consolidada.

A esa voluntad de competir responde la fórmula “confrontación y colaboración” adoptada por el congreso para definir el modelo de relación de Esquerra con los socialistas. Pero vale también, en realidad, para la no menos compleja competencia que los republicanos mantienen con la derecha conservadora catalana de Junts.

En ambos casos, el objetivo de Junqueras es pugnar por la hegemonía, compartiendo responsabilidades allí donde haya objetivos comunes, pero sin renunciar a las diferencias. Al revés, manteniendo siempre las distancias y huyendo del peligro de la subordinación a los objetivos de sus rivales y socios ocasionales.

Ahí es donde ERC tiene su permanente desafío estructural, fruto de su ubicación como fuerza moderada en el eje derecha-izquierda, y es por lo tanto donde Junqueras busca marcarle un perfil propio. Durante muchos años, los republicanos han sido vistos como subalternos de Junts en Cataluña y del PSOE en España. Ahora, Junqueras quiere confrontar a ERC en ambos flancos. En la vertiente independentista, contra el verbalismo y la gesticulación impotente que practican Carles Puigdemont y sus seguidores. En la vertiente progresista, con la potente maquinaria político-electoral de un partido socialista instalado en posiciones de poder institucional tanto en el ámbito catalán como en el español.

El congreso de ERC ha retomado uno de los retos que la dirección de Junqueras y Marta Rovira señalaron hace muchos años: la superación del insuficiente peso político, electoral e institucional del partido en Barcelona y su área metropolitana. Esta debilidad es el telón de Aquiles de Esquerra. Le convierte en una organización coja. Un partido fuerte en las comarcas menos pobladas de Cataluña pero relativamente débil en la gran área demográficamente más potente mal puede aspirar a la hegemonía política.

La vía señalada por Junqueras para superar este hándicap es el municipalismo. La debilidad de la implantación municipal de ERC en el área metropolitana de Barcelona se convierte en una persistente desventaja respecto al PSC y a los Comuns. Junqueras lleva ya 14 años como líder de ERC, con sus altos y bajos, y ha podido comprobar tanto desde posiciones de gobierno como en la oposición que la base territorial de un partido es el fundamento sobre el que se asienta todo lo demás.

En el forcejeo con los demás partidos por hacerse con un espacio propio en las ciudades de la Cataluña metropolitana, Esquerra tropieza con obstáculos fenomenales, sin que hasta ahora haya encontrado la fórmula para ampliar su implantación. La diversidad de orígenes nacionales y culturales de la población, la evolución constante del grado de integración social y nacional de los contingentes de inmigrantes, la persistente dificultad para sintetizar las políticas sociales con las nacionales del catalanismo, aconsejan también colaborar por lo menos tanto como confrontar con los rivales a los que, sin embargo, aspiran a sustituir para crecer y, como suelen decir, “ampliar la base”. Pero no va a ser nada fácil.

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