La fiesta en Barcelona se adelanta a la tarde
Los clubs y discotecas amplían sus horarios para atraer a las generaciones que buscan salir de fiesta después de comer
Hace muy pocos meses que, en el Eixample más céntrico de Barcelona, abrió el Bar Bosc. Ofrecen menú de mediodía, tapas y buen vino, pero su propietario tuvo claro desde el inicio que, para llenar el local, también tenía que hacer algo los jueves por la tarde: “Es el día en que, después del trabajo, cada vez más gente sale a tomar algo. Así que decidimos poner precios especiales para que lo hagan en nuestro bar”, cuenta Álex. Les funciona porque, desde que venden la cerveza a un euro y medio y la copa de vino a dos, cada semana sirven a más grupos de amigos o compañeros de trabajo. Como este, son muchos los bares de la ciudad que se llenan antes de cenar y no solo los jueves, sino también durante el fin de semana.
Cuando Javier y Nacho llegaron a Barcelona desde Andalucía, hace siete años, no encontraban locales animados en los que alargar la sobremesa del sábado. Por eso, decidieron organizar su propia fiesta de tarde: “En octubre de 2019 hicimos nuestro primer evento en un bar de la calle Tuset y, pocos meses después, ya lo llenábamos cada semana”. Así empezó la iniciativa El Tardet, que creció tanto que, ahora y en un mismo sábado, se celebra por cuatro locales a la vez e incluso en una de las principales discotecas de la zona, Sutton. En su interior, a esa hora la única diferencia con la madrugada es el tipo de música (reggaetón o hits millenials) y la edad media de sus más de 1.200 asistentes: “Habitualmente son treintañeros, pero en el último año la franja se ha expandido y se mezclan algunos de 25 con otros que superan los 40″, presume Nacho.
Esta mezcla de edad también se produce lejos de la zona alta, en uno de los clubs más prestigiosos de la ciudad, la Sala Apolo. Hace años que organiza fiestas de tarde como Churros con Chocolate, que se ha convertido en la más concurrida por el colectivo LGTBQ+ y que agota sus entradas. Sin embargo, hace unos meses que el club ya no solo abre los domingos después de comer, sino que también apuesta por los sábados ofreciendo sesiones de electrónica en su recién inaugurada sala llamada CINC. Según Alberto Guijarro, que gestiona el club desde 1994, estas sesiones “han cubierto un vacío para esa gente de cierta edad que quiere bailar por la tarde la misma electrónica que pinchamos por la noche”.
Con una programación de artistas queer que pinchan house, disco o techno, la tarde empieza a las 17h en un espacio que se asemeja más a una coctelería que a una sala de conciertos; con copas servidas en vasos de cristal y carta de bocadillos y bikinis. “Al principio cerrábamos a las 11 pero la gente estaba tan animada que ahora alargamos hasta la medianoche”, cuenta Guijarro, quien añade que cierran “solo para limpiar un poco y empezar la sesión nocturna en la que muchos deciden quedarse”. Una decisión (la de ampliar el horario de apertura) que es una tendencia que constata la patronal del sector. El secretario general de la FECASARM, Joaquim Boadas, lo considera una “buena manera de atraer más público y durante más horas” y, con ello, “generar una mayor facturación”.
Pero el interior de una discoteca no es la única opción que se está extendiendo entre los que buscan electrónica por la tarde. Hace más de una década que la plaza Monumental acoge Soundit, una fiesta que se celebra en las tardes de otoño y primavera a partir de las 15h. Otra de las fiestas al aire libre más multitudinarias, y que se ha expandido por otras ciudades como Madrid o Andorra, es el Brunch Elektronic. Nació hace más de una década como un pícnic con dj en los jardines de Joan Brossa y, ahora, ya se ha descentralizado con ediciones que se celebran en distintos barrios según el domingo. El próximo día 2 por ejemplo, los franceses The Blaze actúan en el espacio exterior de La Maquinista, aunque también hay ediciones en el Parc de la Trinitat, la plaza Major de Nou Barris, el Parc d’Esports de la UB o el Poble Espanyol.
El auge de estas fiestas es porque su público cada vez es más numeroso y de más generaciones. “Porque me permite salir y, aun así, dormir mis horas”, aseguran unos; “Me permite empezar más tranquilo y, si luego me animo, me queda toda la noche por delante”, dicen otros. Se trata de un boom que se ha extendido por toda la ciudad y ya tiene tantas versiones como edades, clubs o gustos musicales.