Un encuentro internacional de colectivos por la vivienda en Barcelona pone el foco en los fondos de inversión
La Asamblea Popular por la Vivienda reúne a un centenar de entidades de 23 países que comparten estrategias ante la crisis habitacional
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) nació hace 15 años en Barcelona en plena crisis inmobiliaria y dijo basta de desahucios. Era la primera entidad que se enfrentaba a la banca, y mucho se debatió sobre la legitimidad de incumplir la ley cuando se trataba de defender un derecho como es la vivienda. Tres lustros y varios miles de lanzamientos frenados después, la PAH es un referente internacional y ha organizado este fin de semana la Asamblea Popular por la Vivienda, que tiene como sede el campus del Raval de la Universidad de Barcelona. “Esperábamos ser 40 personas y somos 250 activistas, de 93 colectivos de 23 países”, celebra Juanjo Ramon, portavoz de la entidad. En un salto de escala, el encuentro pone el foco ahora en el papel de los fondos de inversión en la crisis de vivienda afecta a las grandes ciudades de todo el mundo.
El lema de las jornadas es “Contra la economía vampírica”, en referencia a los fondos de inversión, o “extractivos” como les llaman también en las jornadas, que se enriquecen comprando y vendiendo activos residenciales. La idea es que de cuatro días de debates, talleres, visitas a barrios o proyectos y sesiones plenarias salgan “estrategias de actuación conjunta: en materia legal, de comunicación o protesta”. “El objetivo es afrontar un tema que es global con propuestas: como nos organizamos, financiamos, atraemos activistas, actuamos, dialogamos con las administraciones o luchamos contra los discursos de la extrema derecha”, explica el portavoz. Este viernes varias de las organizaciones han explicado el impacto de la irrupción de los fondos en la vivienda en sus países.
Los participantes de Estados Unidos son casi 50 personas. Entre ellos, representantes del sindicato de vivienda Tenants Renters United for Justice, de Mineapolis (Minnesota). Tienen la sede en el barrio de donde era George Floyd, víctima de la brutalidad de la policía en 2020. Roberto de la Riva es su portavoz y ha explicado el estado en el que están los edificios que de 69 edificios de un barrio de 90.000 pisos de alquiler: “El mantenimiento ha caído en picado, tenemos hasta 20 grados bajo cero y no hay calefacción, mientras hay inquilinos que destinan más del 50% a pagar el alquiler. La situación es salvaje, familias que no tienen para comer y se limitan a sobrevivir”. En una década, la organización ha conseguido frenar mil desahucios y ganar decenas de demandas contra contratos de alquiler fraudulentos o incumplimientos de contrato por parte de la propiedad. También han conseguido comprar algunos edificios y convertirlos en cooperativas. “En Estados Unidos no todos vivimos bañados en oro, para muchos la vida se ha convertido en una selva, de ahí nuestro interés es poner luz sobre estos vampiros”.
Desde Brasil, Marcia Fallao, del Movimiento de Trabajadores por Derechos, ha explicado que seis activistas han viajado desde un país donde la vivienda pública no existe y “la urbanización se ha hecho con autoconstrucción y ocupación de áreas marginales”. “El estado nunca ha garantizado el derecho a la vivienda y la situación se ha agravado por el proceso acelerado de fondos de inversión que compran suelo urbano para construir vivienda para las clases altas”, ha explicado Fallao y ha facilitado dos cifras: hay seis millones de personas sin techo y tres millones de viviendas vacías. “Mientras, los pobres se endeudan para pagar el alquiler o se marchan a zonas no urbanizadas, sin saneamiento ni regulación del mercado de alquiler”, ha lamentado.
Por parte de la EU Action Coalition for the rights for housing and the cities, Stella Muci, representa a 35 organizaciones de 20 ciudades con problemas de desahucios, precios del alquiler disparados o viviendas en mal estado. “Para frenar estos fenómenos es importante tener claro el rol de la política, del sector financiero o los propietarios” ha defendido alertando de que los países europeos están aprobando leyes que reprimen la protesta.
También activista de la PAH y profesor de sociología de la Universidad Pompeu Fabra, Luis Sanmartín ha resumido así la forma de actuar de los fondos de inversión: “Hablamos de economía vampírica porque no buscan vender y comprar bienes o servicios, sino captar estructuras que ya han sido productivas, subir precios, bajar calidad y salarios y poner en riesgo nuestras vidas. Y lo hacen con dinero que no es suyo, sino de nuestras cotizaciones, pensiones y seguros que captan sin transparencia, porque nadie sabe que su dinero se utiliza para estos fines”. “Los colectivos tenemos claro que es una lucha a escala planetaria global y basada en el robo, aunque no nos vemos como víctimas. Queremos luchar por nuestros derechos, igual que hicimos con los bancos, ahora lo haremos con los fondos”.