Illa empieza a cortejar a los comunes y a ERC para los Presupuestos con medidas sociales y de fiscalidad

Los socialistas también han supeditado las obras del tranvía a la aprobación de las cuentas en Barcelona y la Generalitat

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, ayer en el Parlament.Gianluca Battista

La comparecencia del president Salvador Illa este jueves en la Cámara catalana no solo sirvió para que el socialista pudiera explicar la estructura de su Ejecutivo, aún en construcción. También marcó el comienzo oficial del cortejo a Esquerra Republicana y Comuns Sumar para que se avengan a aprobar los Presupuestos de 2025. Los socios de la investidura, que coincidieron en criticar algunos de los nombramientos, se encargaron de remarcar que no se puede dar por descontado su apoyo a las cuentas. “Sé que mi Gobierno se lo tendrá que ganar”, aceptó un jefe del Govern que les extendió la mano anunciando el impulso de medidas sociales y de fiscalidad.

El primer pleno en la Cámara catalana tras el debate de investidura de hace casi un mes permitió tomar el pulso a una negociación presupuestaria que de entrada no parece tener en el camino grandes escollos. Illa recordó que solo tiene 42 votos asegurados en el hemiciclo, lejos de los 68 de la mayoría absoluta, y explicó que para alcanzarla espera contar con los republicanos y los comunes. Serán los socios preferentes, dijo, pero advirtió que conversará con todos los partidos menos con los xenófobos Vox y Aliança Catalana.

La decisión de activar la comisión técnica para la modernización del Aeropuerto de El Prat, que Illa anunció en una entrevista el lunes en TV-3, generó ciertas turbulencias que este jueves en el debate parlamentario parecieron estar ya encausadas. Los socios de la investidura siguieron marcando territorio en este punto pero sin poner ningún ultimátum. “No tiene mayoría para hacer lo que quiera con el aeropuerto; sí para poder acordar el cambio en la gestión, en su mejora de la gobernanza, donde el papel de la Generalitat tiene que ser fundamental”, insistió Marta Vilalta, de ERC. La portavoz republicana, como la líder de los comunes, Jéssica Albiach, se esforzaron por trabar sendos discursos combinando la exigencia ante los socialistas como la aceptación de que ya hay compromisos de la investidura que efectivamente se han cumplido, como por ejemplo la creación de la consejería de Política Lingüística.

Illa agradeció a ambas formaciones su apoyo y buena voluntad para abordar la negociación presupuestaria, que espera que acabe con unas nuevas cuentas en vigor el próximo 1 de enero. El socialista no ahorró oportunidad de remarcar que cumplirá con los pactado para su investidura. Incluso llegó a referirse a esos acuerdos como “el norte de la brújula del mandato”, si bien recordó que será él quien decida el orden en que se vayan desplegando.

Con la polémica sobre las consecuencias reales que acarreará la financiación singular pactada entre PSC y ERC en el foco del debate político estatal, el president también dijo en varias ocasiones que trabajará para implementarlo, aunque aceptó que “costará”. Illa afirmó que trabajará para que “Cataluña tenga los recursos que merece”, y que es una comunidad que “no quiere ser más que nadie, pero tampoco menos que nadie”. Y lanzó un mensaje que puede tener receptores tanto en el PP como en algún líder del PSOE: “No contribuiremos, no alimentaremos, y no haremos el juego a los que solo quieren ruido, que no cuenten con nosotros”, dijo.

En las últimas semanas, anuncios como la supeditación de las obras del tranvía de la capital catalana a que haya cuentas a ambos lados de la plaza de Sant Jaume o cambios en la fiscalidad del turismo mostraban el interés de querer amarrar apoyos a las cuentas. Este jueves Illa también tomó nota de quejas de republicanos y comunes expresadas durante el debate y que prometió abordar. Por ejemplo, la necesidad de dar más presencia a las políticas antirracistas en el trabajo del comisionado de barrios, un cargo de nuevo cuño. El president dio la razón a Albiach cuando esta pidió darle velocidad a la aprobación del régimen sancionador de la actual regulación de precios del alquiler y una norma efectiva que limite el problema de los alquileres de temporada.

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El presidente instó a todos los grupos de la Cámara a tener una actitud constructiva y les prometió una actitud dialogante. De hecho, planteó la necesidad de tener una mirada más ambiciosa. “¿No será mejor Cataluña si pactamos entre todos un política sanitaria para los próximos 15 años? ¿O una educativa? Que cuando venga un nuevo Gobierno tenga una hoja de ruta compartida. ¿No fue así como en los años 80 y 90 Cataluña progresó, porque pactamos políticas de lengua, infraestructuras y sanidad, ampliamente compartidas y con el apoyo de dos tercios de esta Cámara?”, recordó.

ERC y Comuns Sumar sí cargaron directamente contra algunos de los nombramientos hechos por Illa. Además de recordar fiasco del jefe de gabinete de Territorio -la consejera Sílvia Paneque inicialmente nombró a su pareja, que después dimitió-, salieron nombres como el de la delegada de la Generalitat en Madrid, Núria Marín, o el titular de Empresa, Miquel Sàmper. Illa defendió su equipo aunque también reconoció que no será infalible.

El tono de la comparecencia sí fue más agrio en los turnos de palabra de Junts per Catalunya, Vox y Aliança Catalana. “Empezó a ejercer [de presidente] y se fueron de vacaciones. La cultura del esfuerzo de trabajo de este país es que cuando a uno le dan su trabajo en agosto no se va de vacaciones, se va a trabajar”, criticó Albert Batet, jefe de filas de Junts per Catalunya. Su crítica de que el Govern es “españolista” la compartió también la CUP. EL popular Alejandro Fernández, por su parte, cargó contra Illa por su “independentismo”, que ve certificado por el pacto con ERC.

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