El rastro de German Bagaev en España: armas de guerra, tiroteos, terrorismo y dos intentos de expulsión

La misteriosa pérdida del pasaporte de un peculiar condenado frustra en dos ocasiones su salida del territorio

Serhii Aniskovich y German Bagaev, detenidos en 2019 en La Junquera (Girona) con una granada.

La fotografía de German Bagaev, con una pistola con silenciador apuntando al techo, abrazado a su guardaespaldas, Serhii Aniskovich, acaparó páginas de diarios. La pareja había sido detenida en La Jonquera, con una granada antipersona en un Mercedes. Ocurrió en 2019, fueron condenados a siete años de prisión sin que jamás se aclarase su misión. Su exótica historia habría acabado ahí de ...

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La fotografía de German Bagaev, con una pistola con silenciador apuntando al techo, abrazado a su guardaespaldas, Serhii Aniskovich, acaparó páginas de diarios. La pareja había sido detenida en La Jonquera, con una granada antipersona en un Mercedes. Ocurrió en 2019, fueron condenados a siete años de prisión sin que jamás se aclarase su misión. Su exótica historia habría acabado ahí de no ser porque en enero, la policía detuvo de nuevo a Bagaev: le acusaban de haberse radicalizado y preparar un atentado desde su celda. Todavía encarcelado, y sin haberse juzgado la nueva causa, Bagaev tiene luz verde para ser expulsado de España por su primera sentencia. Pero una misteriosa pérdida reiterada de su pasaporte ha frustrado dos intentos, el último el 28 de mayo. Con el documento ya localizado, el checheno aguarda nueva fecha con la esperanza de que nada lo trunque.

Bagaev fue detenido de nuevo, donde nadie se lo esperaba: en su celda de Brians 2 el pasado 16 de enero. Allí cumplía los últimos días de su pena en España por tenencia de armas de guerra ya que la sentencia de la Audiencia de Girona permitía que les echasen cuando hubiesen cumplido dos años y medio. Su colega, Aniskovich, ya estaba fuera del país, pero Bagaev tenía que esperar. Le aguardaba un juicio acusado de protagonizar un tiroteo en un bar de Benidorm, en 2018, por un asunto de drogas. En noviembre del año pasado le juzgaron, y todo fue sobre ruedas: de los 12 años que pedía la Fiscalía por tentativa de homicidio, se pactaron dos años y tres meses por lesiones. Bagaev pidió de nuevo la conmutación de la pena por expulsión, sin que nadie se opusiese. En diciembre iba a llevarse a cabo, pero le comunicaron que su pasaporte se había extraviado.

La pérdida coincide con la investigación liderada por los Mossos d’Esquadra por terrorismo, a la que se sumó la Guardia Civil, que ya había escudriñado en la vida de Bagaev por el peculiar episodio con las armas de guerra. Pasó el 4 de octubre de 2019. Bagaev viajaba de copiloto en un Mercedes Benz S-350, con matrícula bielorrusa, que conducía Aniskovich. En el asiento trasero, dentro de un maletín de color marrón, transportaban una granada de mano antipersona M-75, de fabricación serbia y uso militar. Los guardias que les dieron el alto en La Jonquera localizaron también tres tampones de tinta negra, y sellos de visa de pasaporte, para simular que podían circular sin problema por la Unión Europea. Los dos hombres, Bagaev, de origen checheno, y Aniskovich, de Ucrania, carecían de antecedentes penales.

Ambos ingresaron en prisión, y los policías vaciaron sus teléfonos, donde encontraron conversaciones e imágenes incriminatorias, como la de los dos abrazados, empuñando armas, o la de un hombre con aspecto de haber sido torturado. En el vehículo, además, hallaron unas misteriosas cartas manuscritas y cerradas, dirigidas a un lituano residente en Alemania. A través de una conformidad con la Fiscalía, la Audiencia de Girona les condenó a siete años de prisión por tenencia de armas de guerra, y ocho meses por falsificación, sin que se desvelase la historia detrás de la granada de mano y las cartas, o las fotos sus móviles. El tribunal decidió que debían cumplir dos años y medio en España, y después podían ser expulsados, como habían solicitado.

En ese tiempo, los Mossos y la Guardia Civil abrieron otra investigación que sitúa a Bagaev en la cúspide de una organización terrorista de tipo yihadista. El checheno se había radicalizado en prisión, según la policía, y estaba supuestamente intentando comprar explosivos para atentar, con la ayuda de otras personas que había conocido en la cárcel y delincuentes comunes. Pero la Audiencia Nacional dejó a los cuatro detenidos en libertad, con retirada de pasaporte, por petición de la Fiscalía, al considerar que no había pruebas suficientes de la radicalización de Bagaev y la intención de atentar. La Guardia Civil restó importancia a la investigación, mientras que los Mossos consideran que el checheno es un peligro para la seguridad nacional, y temen que su expulsión permita que entre de nuevo a España de manera irregular.

En ese proceso, y con el visto bueno de la Audiencia Nacional, se autorizó su expulsión de España. La Policía Nacional inició los trámites y la búsqueda de vuelo, con fecha prevista para el 28 de mayo. Pero antes de que se materializase, la prisión de Quatre Camins, donde estaba ingresado, comunicó que no encontraba el pasaporte de Bagaev. La segunda pérdida en los últimos meses. Su abogado, Joaquim Bech de Careda, pidió a la Audiencia de Girona que ordenase su búsqueda. Finalmente, el pasado 15 de julio, sin que nadie haya aclarado qué ha ocurrido, el pasaporte fue encontrado repentinamente en ingresos de Quatre Camins. Institucions Penitenciàries está redactando un informe sobre las circunstancias de la pérdida.

“La expulsión formaba parte de la conformidad”, recuerda el abogado Bech de Careda, sobre el derecho de su cliente de abandonar el país. “Para él mejor, y para el Estado español también, que se quita la carga de los costes de tenerlo encerrado”, añade. Sobre el hecho de que algunos investigadores lo vean como un peligro, por si regresa de manera irregular, el letrado asegura que son “teorías conspiranoicas” que lo ubican “en escenarios de conflicto internacional”, sin ningún sustento. Y concluye que Bagaev “estará mucho mejor fuera”. El condenado, de 41 años, tiene prohibido su regreso a España durante una década.

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