Análisis

El CEO pincha el globo de Puigdemont

Hasta ahora se creía que Junts era quien más incentivos tenía para una repetición electoral pero la última encuesta desmonta esa hipótesis

El expresident Carles Puigdemont, en una imagen de la noche electoral junto a la presidenta de Junts, Laura Borras.Bruna Casas (REUTERS)

La última encuesta del Centro de Estudios de Opinión es una bomba contra la repetición electoral. El resultado de unas nuevas elecciones conduciría a una situación política con las mismas dificultades de formar mayoría de gobierno que ahora. El sondeo indica que el PSC volvería a ganar con claridad e incluso con mayor ventaja sobre Junts. El partido de Carles Puigdemont se mantendría en el mejor de los casos igual y Esquerra se mantendría, con ligera tendencia al alza. Lo fundamental, que son las posibilidades de alianza, quedaría igual, así que podemos ahorrarnos el esfuerzo. Hasta ahora se c...

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La última encuesta del Centro de Estudios de Opinión es una bomba contra la repetición electoral. El resultado de unas nuevas elecciones conduciría a una situación política con las mismas dificultades de formar mayoría de gobierno que ahora. El sondeo indica que el PSC volvería a ganar con claridad e incluso con mayor ventaja sobre Junts. El partido de Carles Puigdemont se mantendría en el mejor de los casos igual y Esquerra se mantendría, con ligera tendencia al alza. Lo fundamental, que son las posibilidades de alianza, quedaría igual, así que podemos ahorrarnos el esfuerzo. Hasta ahora se creía que Junts era quien más incentivos tenía para una repetición electoral. La veía como una oportunidad para agrupar el voto independentista y darle una nueva dentellada a Esquerra. Pero el CEO desmonta esa hipótesis. Junts tiende a la baja y Esquerra aguanta. A pesar de negociar con el PSC.

Los astros no acaban de alineársele a Puigdemont, que ha visto cómo sus planes de regreso se complican. Se entiende la irritación que dejaba traslucir el amargo mensaje que el miércoles pasado colgó en X: “La presión que están ejerciendo determinados medios para que el candidato de la España del 155 sea presidente de la Generalitat es indecente. Distorsionan noticias, se inventas supuestas jugadas maestras para crear una guerra de nervios entre Junts y Esquerra y allanar así el camino al candidato del régimen”. Es una forma de presionar a ERC. Pero hay mucho de desesperación en el tono y en el contenido de ese mensaje.

Junts y ERC mantienen formalmente abierta la negociación. Pero hay muy poco que negociar porque está claro que Puigdemont no tiene ninguna posibilidad de ser investido. Lo único que pueden negociar es la repetición electoral. El suyo es un brindis al sol destinado a mantener encendida una llama simbólica que cada día arde con menos fuerza. En cambio, hay señales de que la negociación entre el PSC y Esquerra avanza: la propia discreción con que se conducen ambas partes y la voluntad de seguir negociando. Lo demuestra el hecho de que al poco de que ERC exigiera desencallar los acuerdos previos, se pusiera fecha al traspaso de Rodalies.

La dirección republicana necesita un buen acuerdo para convencer a las bases, pero a favor del pacto hay otros elementos no tan explícitos que también cuentan. El más importante es que ERC necesita tiempo. Y solo una investidura de Salvador Illa se lo daría. Tiempo para digerir y encarrilar una crisis interna cada vez más corrosiva y aparatosa. En las actuales condiciones de tensión, el partido no está en condiciones de afrontar una contienda electoral. Para empezar, ¿con qué candidato? La figura de Marta Rovira es potente, pero una vez que ha abanderado la apuesta por la renovación total, no sería elegante que optara a la presidencia de la Generalitat después de haber desplazado a Oriol Junqueras. En todo caso, no sería pacífico.

Puigdemont había prometido volver para la sesión de investidura, que ha de celebrarse antes del 26 de agosto. Pero sigue en busca y captura. Tal como ha evolucionado la aplicación de la ley de amnistía, no le queda margen. Podría intentar una jugada desesperada con dos versiones a cual más arriesgada. La primera sería volver para ser detenido con la pretensión de acelerar el pronunciamiento del Tribunal Constitucional. Pero eso no sería ni seguro ni rápido. La segunda, volver de incógnito para atrincherarse en el Parlament y forzar un nuevo “pulso al Estado” con la complicidad del presidente de la cámara, Josep Rull, que ya ha insinuado algo de eso. ¿En agosto? ¿Y con qué perspectiva? Así estaban las cosas cuando apareció la encuesta del CEO. Se mire por donde se mire, la repetición electoral sería un despropósito. Y emprender nuevas aventuras desesperadas, todavía más.

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