La electricidad y la tensión de Pearl Jam

La banda de Seattle se impone en un espectáculo que conceptualmente reforzó el poder del rock en directo

BARCELONA, 06/07/2024.- La banda de rock de Seattle Pearl Jam ofrece este sábado el primero de los dos conciertos que ha programado en Barcelona, dentro de la gira de presentación de su nuevo álbum 'Dark Matter'. EFE/Quique García Quique García (EFE)

El escenario y la iluminación lo decían todo: somos una banda de rock sin trampa ni cartón. De no excesiva altura, diáfano, sin elementos decorativos más allá de la pantalla que por detrás lo cerraba y con una iluminación que lo llenaba de penumbras y de zonas ciegas, rotas por los haces de luz blanca que apuntaban individualizando a cada miembro del grupo, decía a la multitud que aquello era casi un local de ensayo donde evolucionaba la banda, que no había paloma en chistera, que en tiempos de tecnología nada mejor que usarla para evocar la sencillez del rock en directo y de unos amigos tocando juntos. Una verdad eterna que no necesita mucha luz, pero sí bien empleada. Con esta concepción de escena, que extendía la iluminación al público para implicarlo aún más, Pearl Jam, superados los problemas que les llevaron a cancelar previos conciertos en Europa, despacharon con éxito en un Sant Jordi lleno el primero de sus dos conciertos en Barcelona, el lunes el segundo. El tercero en la península será en el Mad Cool madrileño. Y están muy en forma.

Como banda que huye del aburrimiento y mantiene ese tono vital que promueve el cambio, el repertorio varió como en cada cita. El grupo de Seattle no se repite más allá de unas cuantas canciones troncales que aunque también pueden desaparecer, lo sostienen. El resto o son cambiadas de orden o simplemente sustituidas. Aviso para navegantes, no suele ser posible escuchar todos sus hits en un solo concierto, y en el primer concierto faltó Daughter. Sí estuvieron Even Flow, Jeremy, Alive o Do The Evolution, así como una buena representación de su nuevo disco, Dark Matter, seis temas con patadas como React:Respond y cesiones para oídos confortables tal que Wreckage. Eso lleva a pensar en una banda que lucha contra el óxido, que mantiene el dinamismo de un directo en mutación –estrenaron en gira Habit- y que aún encuentra en los conciertos un sentido más allá de lo estrictamente crematístico, sin olvidar que un día fueron rebeldes –de su primer disco, Ten, tocaron cuatro piezas- y sabiendo que ya son adultos. Por eso triunfaron en su actuación, por eso el Sant Jordii bramó con temas perfil Corduroy, Better Man o Setting Sun o directamente viró hacia la locura con la convincente versión del Babba O’Riley de los Who que cerró la noche. Un subidón para acabar, llegar a casa y comprobar que aún no es posible dormir.

La gasolina del motor Pearl Jam volvió a estar en la inflamada garganta de Eddie Vedder, que desde el comienzo se quiso hacer entender y se dirigió en castellano al público, leyendo con dificultades de escolar un texto al que recurrió en diversas fases del concierto. Pero era al cantar cuando el octanaje de Pearl Jam subía, empujado por esa voz de barítono que trasmite desazón y urgencia, angustia y desespero, el descuadre de una generación que se quejó con el grunge, el sucio desaliño (el término lo indica) de una juventud que según sus mayores lo tenía todo. Hoy Eddie, pese a su sempiterna gorra al revés y sus camisetas juveniles, ya no es joven, pero el espíritu de incomodidad y de disconformidad tiene en nuestros días sobrados motivos para encontrar sentido. Y el rock sigue siendo un lenguaje disponible, una lengua franca capaz de llenar grandes recintos.

La fidelidad al lenguaje del rock, con generosos solos de guitarra en Scared Of Fear, Even Flow con Mike McReady poniéndose pirotécnicamente la guitarra tras la cabeza o Porch, un sonido de corte clásico, con guitarrazos que no con hachazos, que además sirvió al concierto con nitidez ya desde los primeros compases y un volumen alto aunque no excesivo pero siempre compacto, fueron otros elementos que hicieron del concierto un nexo de unión con los conciertos de otra época, donde la electricidad estaba en las guitarras y la tensión en la voz. Y eso es lo que fueron Pearl Jam, electricidad y tensión en un escenario que mostró a una banda tocando. Sin más. Sin nada menos.

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