La Audiencia de Barcelona baraja hasta cinco años de cárcel para un hombre por violar a otro en el cuarto oscuro de una discoteca

La propuesta de sentencia da por probado que la víctima no consintió una penetración anal pese a haber mantenido antes sexo oral de forma voluntaria

Inspección de la Guardia Urbana en la discoteca Arena de Barcelona, donde ocurrieron los hechos.MASSIMILIANO MINOCRI

La Audiencia de Barcelona baraja condenar a una pena que puede llegar a los cinco años de cárcel a un hombre por violar a otro en el cuarto oscuro de una discoteca gay de Barcelona. La propuesta del magistrado ponente, David Ferrer, a la que ha accedido este diario, considera probado que la víctima no dio su consentimiento a una penetración anal sin preservativo pese a que, momentos antes, ambos habían mantenido sexo oral de forma consentida en el cuarto oscuro. La víctima “se negó tanto por palabra como por acción” a proseguir una relación sexual que había sido “iniciada con pleno consentimiento”, según el texto.

La propuesta, que aún debe ser sometida a votación y fallo por tres magistrados de la Sección Novena, se basa fundamentalmente en lo manifestado por la víctima, a la que da credibilidad, entre otras cosas, porque explicó “aspectos que hipotéticamente perjudican la tesis acusatoria”. La víctima reconoció, por ejemplo, que practicaron sexo oral de forma consentida y que retiró su consentimiento de forma evidente cuando vio que el hombre al que acababa de conocer pretendía llevar a cabo una penetración anal sin preservativo. En su declaración, a puerta cerrada, ni siquiera cargó las tintas contra el acusado: dijo que no pensaba que fuera un violador, pero que esa noche sí hizo algo malo con él porque no paró cuando le pidió que lo hiciera y pese a que opuso resistencia física.

Los hechos ocurrieron la madrugada del sábado 26 de enero de 2020 en la discoteca Arena, una de las salas históricas del Gayxample barcelonés, que cuenta con un cuarto oscuro, un espacio que permite mantener relaciones sexuales de forma anónima. La víctima entró con un amigo en esa sala escasamente iluminada y allí conoció al acusado. Sus relatos coinciden en lo que ocurrió durante los primeros momentos del encuentro: empezaron a tocarse y a besarse y practicaron sexo oral. La discrepancia llegó en el momento de explicar la penetración.

Durante el juicio, el acusado, de 40 años, negó haber cometido una violación. “En ningún momento escuché la palabra ‘no’ ni noté que me empujara o que fuera reacio”. La víctima, en cambio, relató que se negó de forma explícita a mantener relaciones sexuales completas y se resistió físicamente hasta que el acusado le puso contra la pared, le sujetó los brazos y le penetró analmente hasta eyacular en su interior. El magistrado ponente constata que la víctima “dejó de resistirse” porque el acusado “tenía más fuerza que él” y no podía seguir oponiéndose. “Se constata una actitud violenta, también física”, por parte del acusado, que buscó “imponer por la fuerza una práctica sexual” pese a que “no gozaba de consentimiento alguno”.

Temor a no ser creído por ser hombre

En su declaración, la víctima llegó a expresar su temor a que no le creyeran por el hecho de ser un hombre y por el “estigma social asociado” a las víctimas masculinas de violencia sexual. La fiscal del caso defendió en su informe la credibilidad de la víctima y sostuvo que “el consentimiento es un acto de afirmación permanente”.

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