Un narcotraficante colombiano aprovecha un permiso para huir de prisión en Barcelona

La Generalitat había concedido el tercer grado penitenciario a Juan Carlos Duarte, condenado por importar más de 300 kilos de cocaína a través del puerto

Vista aérea del puerto de Barcelona.massiliano minocri

Juan Carlos Duarte, un narcotraficante condenado por importar grandes cantidades de cocaína a Europa a través del puerto de Barcelona, se encuentra en paradero desconocido. La pasada primavera, Duarte salió de prisión para disfrutar de un permiso penitenciario. Nunca regresó, según han confirmado ahora a EL PAÍS fuentes judiciales y penitenciarias. Desde entonces permanece huido, sin que la policía haya logrado dar con él. El narco, que posee la doble nacionalidad colombiana y venezolana, c...

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Juan Carlos Duarte, un narcotraficante condenado por importar grandes cantidades de cocaína a Europa a través del puerto de Barcelona, se encuentra en paradero desconocido. La pasada primavera, Duarte salió de prisión para disfrutar de un permiso penitenciario. Nunca regresó, según han confirmado ahora a EL PAÍS fuentes judiciales y penitenciarias. Desde entonces permanece huido, sin que la policía haya logrado dar con él. El narco, que posee la doble nacionalidad colombiana y venezolana, cumplía una pena de más de ocho años de cárcel impuesta por la Audiencia de Barcelona en el caso Julieta, origen de otra investigación (bautizada, no sin sorna, como caso Romeo) que destapó una red de corrupción policial en torno al puerto, punto de llegada preferente de la cocaína procedente de Sudamérica.

En marzo de 2016, Duarte estaba al volante de su Audi A3 frente a la vivienda de un hombre llamado Ezequiel que, supuestamente, le había robado una partida de cocaína. Hizo subir al piso a dos de sus hombres para exigir el dinero de vuelta mientras él esperaba en el interior del vehículo. Fue el momento que los Mossos d’Esquadra aprovecharon para detenerle. La policía seguía desde hacía tiempo los pasos de este hombre de 36 años y fan de los Ironman (una prueba de triatlón especialmente exigente) que se había convertido en un referente del narcotráfico. Un correo anónimo puso a los investigadores sobre la pista: “Tengo información de una persona nombrada Juan Carlos. Está coronando desde Colombia vía marítima importantes cargas de cocaína. Le escribo por aquí por miedo a represalias porque hay gente muy conocida en Barcelona con él y policías que le dan protección”.

Duarte, conocido por los suyos con los apodos de Casposo y Caracortada, ingresó en prisión provisional de inmediato. Los Mossos registraron la sede de la empresa de cosméticos Rang Spain, con sede en Viladecans. Era una tapadera. En un habitáculo oculto a los trabajadores —construido por un técnico traído especialmente desde México— encontraron 320 kilos de cocaína que, según los cálculos de los investigadores, hubieran reportado a la organización unos beneficios de 18 millones de euros. En el domicilio de Duarte en Barcelona, los policías encontraron además 1,9 millones de euros y un juego de relojes de lujo (Rolex, Bulgari, Hublot). La nave de Viladecans servía a la organización como “lugar seguro para guardar y distribuir” la droga y, también, como forma de blanquear el dinero obtenido con el nartotráfico, según considera probado la sentencia que, en 2020, dictó la Audiencia de Barcelona.

Sin antecedentes penales, fue condenado a un total de ocho años y dos meses de cárcel (por un delito contra la salud pública y otro de pertenencia a grupo criminal). Permaneció en prisión al tiempo que el juzgado que le había investigado por narcotráfico le abría otra causa por blanqueo de capitales. En paralelo, los indicios hallados en la nave y las declaraciones de algunas personas vinculadas al tráfico de drogas permitieron destapar un caso de corrupción policial: dos inspectores de droga —entre ellos, un jefe antidroga— fueron detenidos por brindar apoyo e información a la organización de Duarte. El jefe antidroga, Calixto M. G., fue condenado a 15 años de cárcel.

Ajeno a la suerte de los policías -que finalmente también fueron condenados-, Duarte empezó a cumplir su condena. Fuentes penitenciarias explican que, antes de su huida, el Departamento de Justicia ya había concedido al narcotraficante el tercer grado penitenciario, que le permitía salir de prisión de forma regular y regresar solamente para dormir. Las mismas fuentes señalan que se cumplían los requisitos para beneficiar con una medida así a Duarte, que cumplía condena en medio abierto en Wad-Ras (Barcelona). Su huida, sin embargo, se produjo durante un permiso ordinario concedido por el centro, según Justicia. A Duarte, indican las fuentes consultadas, le quedaba apenas algo más de un año de cárcel para cumplir la condena.

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