ERC hace propósito de enmienda para intenta atajar el malestar interno por los malos resultados

El partido abre un debate con la militancia para intentar reconectar, entre otros, con el voto femenino y modernizarse a nivel organizativo

Los líderes de ERC, el pasado 21 de julio, en el acto de cierre de la campaña por las elecciones generales del 23-JAlejandro Garcia (EFE)

El adelanto de las elecciones generales pilló a Esquerra Republicana sin apenas tiempo para recuperarse del golpe de las elecciones locales de mayo. De ahí que el fiasco de los comicios del pasado domingo, muy influenciados por qué pasaría con Vox, lleve que desde las filas republicanas se insista en hacer más autocrítica y los ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El adelanto de las elecciones generales pilló a Esquerra Republicana sin apenas tiempo para recuperarse del golpe de las elecciones locales de mayo. De ahí que el fiasco de los comicios del pasado domingo, muy influenciados por qué pasaría con Vox, lleve que desde las filas republicanas se insista en hacer más autocrítica y los cuestionamientos públicos a la dirección se extiendan más allá del pequeño colectivo crítico surgido tras el giro estratégico hacia el diálogo. Es por eso que la cúpula, pilotada Oriol Junqueras y Marta Rovira, ha decidido acelerar un proceso de reflexión interna propuesto tras el 28-M para intentar así tranquilizar a las bases. Varios grupos de debate buscarán identificar a qué responde, por ejemplo, la caída en el voto femenino o a repensar su política de comunicación.

La lista de daños que dejan los dos comicios es contundente e implica que, por primera vez, las urnas no acompañan la vía mostrada por Junqueras: en el 28-M uno de cada tres de los votantes que en 2019 les había apoyado le retiró la confianza (300.000 votos menos). Se perdieron alcaldías clave como las de Tarragona, Lleida y Sant Cugat del Vallès. En Barcelona se pasó de ser la fuerza ganadora a ocupar el cuarto lugar y la foto en el Área Metropolitana es similar a la que se tenía en 2015. En los comicios generales del pasado domingo perdió 416.000 sufragios, una caída del 47% si se miran los resultados de la misma votación anterior. ERC obtuvo el 13,16% de los votos, casi 10 puntos porcentuales menos que el 10-N.

El Colectivo 1-O, que agrupa a los críticos con el giro del partido y la cúpula, pidió el pasado miércoles en un comunicado que se convoque un congreso extraordinario “con tal de redireccionar la estrategia del partido”, entendiendo que los dos resultados en las urnas significan una enmienda a la totalidad del camino recorrido tras el 2017. La nueva hoja de ruta, añadían, debería partir de un “sincero y amplio debate interno que escuche a todas las secciones locales del partido”. Por primera vez, no están solos en la crítica pública al tándem Junqueras- Rovira, pues el exconcejal del partido en Terrassa, Carles Caballero, anunció en Twitter que pedirá que se celebre una consulta interna sobre otra decisión polémica: la entrada del partido al Ejecutivo de la Diputación de Barcelona.

El camino pilotado por Junqueras para llegar a la centralidad política tuvo en mayo su primer obstáculo y fueron varias las voces que entonces achacaron a esa derrota que el votante penalizaba la política de pactos con los socialistas. La pérdida de voto en el contexto local es especialmente grave en tanto ponía en duda el apoyo popular a la apuesta de la dirección republicana por mostrar capacidad de gestión no solo para convencer de su solvencia sino para intentar ampliar la base del independentismo. Las cifras, sin embargo, mostraban que en los feudos independentistas se había aguantado incluso pese a la abstención. Junqueras y Rovira defendieron su gestión en una asamblea abierta, achacaron el resultado a no explicarse bien la desconexión con el electorado y tomaron nota de la petición de subirle decibelios a la reivindicación independentista.

Curiosamente, el discurso de campaña se centró en poner en valor los acuerdos llegados con el PSC. La dirección de ERC se refugió, el pasado domingo, en el castigo sufrido por el voto dual para explicar sus malos resultados. El candidato, Gabriel Rufián, intentó sacar pecho de la condición de ser la fuerza más votada dentro del independentismo. Pero los fallos quedan patentes en hechos como el fracaso por la apuesta por Ernest Maragall como candidato al Senado por Barcelona, en un intento de rentabilizar el malestar por el pacto PSC, PP y comunes en la alcaldía de capital catalana para investir a Jaume Collboni. El excandidato al Ayuntamiento obtuvo 442.155 votos y le superó su compañero de candidatura Joan Queralt por más de 37.000 votos. Con todo, obtuvieron más apoyo que el dado a la lista encabezada por Rufián en la misma demarcación, 326.388 sufragios.

La dirección ha puesto sobre la mesa que la reflexión con los militantes sobre cómo reorganizar el partido —que no cambiar el rumbo o la estrategia para intentar lograr la independencia— se articule sobre seis ejes distintos. Por un lado, explican fuentes de la formación, se ha identificado una fuga del voto femenino a otras formaciones. También se quiere ahondar en cómo captar más voto joven y las razones tras optar por la abstención que muestran los resultados. ERC también cree que ha de cambiar la forma como comunica su acción e ideario y, finalmente, quiere oír propuestas para modernizarse organizativamente y ser “un partido del siglo XXI”.

Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal

Sobre la firma

Más información

Archivado En