El Cruïlla abre sus puertas mediante los sonidos urbanos
Cruz Cafuné y Sen Senra destacaron en las primeras horas de festival
La palabra fue la primera bandera del Cruïlla, que este miércoles arrancó en el Fórum para mantenerse allí durante el fin de semana. Palabra mayormente rimada para el público más joven, entre los 20 y 30 años, que fue el que se convirtió en protagonista antes de que los más granados aparezcan en la segunda jornada, la digamos salsera. Y ese público volvió a ser el tradicional del certamen, menos preocupado por su imagen que en otros festivales, a meno...
La palabra fue la primera bandera del Cruïlla, que este miércoles arrancó en el Fórum para mantenerse allí durante el fin de semana. Palabra mayormente rimada para el público más joven, entre los 20 y 30 años, que fue el que se convirtió en protagonista antes de que los más granados aparezcan en la segunda jornada, la digamos salsera. Y ese público volvió a ser el tradicional del certamen, menos preocupado por su imagen que en otros festivales, a menos que la última moda sea llevar una camiseta de Stoichkov, y entretenido con elementos paramusicales añadidos, desde grafiteros pintando superficies con la imagen de los artistas del cartel a colosales autómatas mecánicos que aún aguardaban pasear entre la multitud. Un festival que arranca, y que dejaba ver pintorescas imágenes, como unos carteles de WC aún sin instalar, apoyados en una columna, indicando con su flecha el suelo. Nadie los tomó en serio. Y, cosas de la publicidad preventiva, nada más entrar otro cartel, este sí instalado, anunciaba ya las fechas del Cruïlla 2024, no sea se olvide. En este contexto, con público suficiente para que los artistas se sintiesen bien y se caminase sin trayectorias de colisión por el recinto, Cruz Cafuné y Sen Senra destacaron en esta inicial jornada en la que funcionaron todos los escenarios exceptuando el destinado a los monólogos.
Cruz Cafuné, una de las figuras descollantes del panorama hip-hopero nacional, ya con cierta veteranía, despachó un concierto sólido y variado que en realidad fue, como indicó un avance de su nuevo show. Sólo en escena, vestido de negro, como recitó en Lo pues intentar, sí, así escrito, que la ortografía sirve para erosionarla y rimarla, con la preceptiva cadena, dorada, y una voz poderosa que inicialmente no se oía bien, tapada por unos bases que movían las tapas de los cubos de basura, mezcló en su actuación piezas de toda la vida con las de su último trabajo, el poco humilde Me muevo con Dios. Entre las primeras Lila & Snicth, De por vidas o No se emula, entra las segundas la cantada con Quevedo, Sangre y fe o Folelé. En suma, temas que iban de lo melódico a lo más duro, con leves intersecciones, apenas sugeridas, con el dembow y una incuestionable capacidad para llenar escena. El público, bailando y botando como si el suelo fuese elástico, agitó los abanicos amarillos cortesía de la organización y vivió con esa felicidad festivalera de sonrisa y abrazo la primera gran actuación del Cruïlla. Hablando de cariños, mientras se esperaba su actuación, una iniciativa original: en las pantallas se estimulaba darse besos mediante un lema, y el público se aplicó a besarse en un gesto repetido con ternura entre todo tipo de parejas. En la variedad está el gusto.
Con el recinto llenándose poco a poco, sin llegar al pleno, el sol fue cayendo, la lluvia, que había amenazado, no hizo acto de presencia hasta más tarde, y sólo quedó la música. Y todo lo que conlleva un festival: los encuentros, las conversaciones y las sonrisas. Bien, una persona no reía jamás, era una mujer ataviada como árbol muerto, arrugado, reseco y maltratado, con hierbas muertas entre los cabellos que representaba el planeta dentro de unos años si todo sigue igual. Entre el público, en éste, un festival que hace de lo sostenible bandera, personal con carritos recogía los vasos y retornaba su importe a la pulsera monedero. Una forma de facilitar su reciclaje. Eso sí, si bien el festival no ha serigrafiado sus logos en los vasos, las empresas patrocinadoras sí lo han hecho, alguna de ellas bajo el paraguas de que auspicia más festivales y si estos aceptan no poner su marca en los vasos los podrán reutilizar. Hipótesis. En otro orden de cosas, aunque también en términos de sostenibilidad, se ha de considerar que la línea IV está cortada y se tarda más en llegar al recinto en las lanzaderas dispuestas por TMB que parece no reforzará el servicio, y de postre tampoco funciona el tranvía, por lo que el transporte público digamos que no se ha puesto de cara para facilitar el acceso al festival.
Y en ese momento especial de los festivales en los que el sol no está y la oscuridad es una certeza aún no personificada, el gallego Sen Senra ofreció otro estupendo concierto. Voz aguda y ductilidad para presentar sus piezas bien con instrumentistas, bien sólo con bases o bien, como por ejemplo en la preciosa Nada y nadie, con el apoyo de cinco voces de inspiración góspel. La música de Sen Senra es una suerte de r&b a su manera que descansó en canciones de su último disco PO2054AZ, cuyo título replica la matrícula del antiguo coche de su padre. Con Está sexy, una de las piezas de este trabajo, abrió su actuación, para dejar más tarde patente que Uno de esos gatos ya es un hit. Pese a no tener una gran presencia física, ni una voz poderosa, es aguda y algunos efectos lo acentúan, su figura aumenta de tamaño en escena mediante convencimiento, y las líneas melódicas generan un ambiente sutil, envolvente, servidas con cierta vocación minimalista y sin recargas en los arreglos. De sus trabajos anteriores destacaron Perfecto o Ya no te hago falta, que ya sonó cuando la luz artificial reinaba esperando la actuación de la argentina Nicki Nicole.
Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal