Opinión

Borràs, un peso muerto en la mochila de Trias

El alcaldable de Barcelona va a tener que afrontar probablemente la campaña electoral con el negacionismo y el “ruido” de la líder de Junts contra su condena

Laura Borras, junto al expresident Quim Torra y el portavoz de Junts, Josep Rius, tras conocer su sentencia.MASSIMILIANO MINOCRI

El candidato de Junts a la alcaldía de Barcelona, Xavier Trias, lanzó en las semanas anteriores al juicio de Laura Borràs inequívocas señales de distanciamiento respecto de la que sigue siendo la presidenta del partido independentista. Ha creado incluso la marca personal Trias per Barcelona para concurrir a las elecciones municipales del 28 de mayo. Prodiga guiños que inducen a sus potenciales electores a identificarle como representativo del universo de CiU, pero, al mismo tiempo, se desentiende de las diversas siglas en las que se han refugiado los expujolistas.

Trias huye del estigma...

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El candidato de Junts a la alcaldía de Barcelona, Xavier Trias, lanzó en las semanas anteriores al juicio de Laura Borràs inequívocas señales de distanciamiento respecto de la que sigue siendo la presidenta del partido independentista. Ha creado incluso la marca personal Trias per Barcelona para concurrir a las elecciones municipales del 28 de mayo. Prodiga guiños que inducen a sus potenciales electores a identificarle como representativo del universo de CiU, pero, al mismo tiempo, se desentiende de las diversas siglas en las que se han refugiado los expujolistas.

Trias huye del estigma que arrastran los partidos vinculados con CiU y el pujolismo, pero busca a sus votantes de antaño. Ni PDeCat, ni Junts. Ni Unió Democràtica ni Convergència, pero sí Jordi Pujol y Joana Ortega, la que fue mano derecha de Josep Antoni Duran Lleida. Es un equilibrio difícil, reñido con la política de brocha gorda, de patriotas y traidores, que caracteriza el hacer de Borràs. Pues bien, sobre este ejercicio de sutileza al que se ha entregado Xavier Trias, ha caído ahora con estrépito la reacción de Laura Borràs a la condena judicial por prevaricación y falsedad documental dictada contra ella la semana pasada.

Borràs se ha refugiado en la descalificación del sistema judicial, sigue considerándose víctima de una persecución política y continúa instalada para su causa personal en el mismo resistencialismo irreductible con el que su partido proclama su fe en la victoria de la causa independentista. Como si nada hubiera pasado desde el otoño de 2017. Como si el falseamiento de contratos administrativos fuera cosa legal. Como si fuera lo más habitual.

No son desde luego las posiciones ni las actitudes que Trias anda buscando para impulsar su candidatura a la alcaldía de Barcelona. Borràs representa como pocos la etapa política que quieren dejar atrás quienes aspiran a recomponer el centro derecha catalanista. Se alza como obstáculo para la rearticulación de esta franja electoral. La perspectiva inmediata es, además, la del empecinamiento y, por lo tanto, trae a Trias la mala noticia de que este ruido va probablemente a acompañarle durante toda la campaña electoral.

Borràs ha dicho que no se apartará voluntariamente de la presidencia del Parlament. Su partido parece decidido a mantenerla como líder de la organización. Puede que en las próximas semanas se alcen más voces en las propias filas de Junts llamando al realismo, a un cambio de orientación en este conflicto. Ya han surgido algunas. Si nadie en su entorno lo remedia, esta será la música de fondo que sonará en la campaña de Trias hasta finales de mayo.

Lo que el negacionismo de Borràs mantiene vivo en estos momentos no es solo el recuerdo del fracaso de octubre de 2017 y sus secuelas. Su condena por prevaricación y falsedad documental trae también el aroma del otro gran motivo del estallido de CiU: las causas penales por distintas formas de corrupción que obligaron al cierre de los dos partidos de la coalición creada por Pujol. El caso Palau, el caso 3%, el caso de la ITV, la fortuna en Andorra, etcétera… todo eso es lo que viene a la memoria y se actualiza cuando se agita el caso Borràs y cuando su protagonista persiste en calificarlo como persecución política. Mala pieza para un Trias que fue también coprotagonista de aquel pasado mejor para ellos que fue el pujolismo.

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