ANC: la pugna fratricida desgasta el gran ‘lobby’ independentista

La entidad se sume en la peor crisis de su historia dividida por las discrepancias sobre una eventual candidatura a las elecciones catalanas

Una imagen de la manifestación de la última Diada, en Barcelona.Carles Ribas

La Assemblea Nacional Catalana (ANC) está atravesando la peor crisis de su historia sumida en una pugna fratricida por cómo afrontar el futuro de la estrategia independentista. Fundada en 2012 y movilizadora de manifestaciones multitudinarias en la Diada, la entidad ha perdido relevancia e influencia en el tablero soberanista. El colectivo ahora vive una fractura interna después de que más de una decena de miembros del ...

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La Assemblea Nacional Catalana (ANC) está atravesando la peor crisis de su historia sumida en una pugna fratricida por cómo afrontar el futuro de la estrategia independentista. Fundada en 2012 y movilizadora de manifestaciones multitudinarias en la Diada, la entidad ha perdido relevancia e influencia en el tablero soberanista. El colectivo ahora vive una fractura interna después de que más de una decena de miembros del secretariado -de un total de 77- haya dimitido de sus cargos y acusen a la presidenta Dolors Feliu y su núcleo de “abuso de poder” y de invertir solo sus esfuerzos en una candidatura, denominada “lista cívica”, para las autonómicas de 2025. La entidad ha celebrado este fin de semana una conferencia, con casi 60 entidades soberanistas, entre ellas Òmnium. En la clausura, Feliu hizo un llamamiento para crear un “pacto una nacional por la independencia” creando una red en la que no están invitados los partidos.

Los críticos, que apenas participaron en el cónclave, sostienen que Feliu se ha desviado del objetivo fijado en la hoja de ruta de la ANC, aprobada en mayo pasado, que se centra en tres patas: la movilización, la internacionalización del conflicto y la acción institucional y electoral si los partidos ignoran el mandato de la “mayoría del 52%”, esto es, el número de votos secesionistas alcanzados en las últimas elecciones autonómicas. “La dirección focaliza el esfuerzo en la lista. No estamos en contra de ella pero olvida los otros ejes y deben ir sincronizados”, lamenta Josep Pinyol, historiador y uno de los portavoces de los críticos, que apela a la necesidad de tejer complicidades en el independentismo. El ya exvicepresidente Jordi Pessarrodona, exedil de ERC, figura en el grupo y dimitió este jueves del secretariado. Su imagen se hizo viral tras posar con una nariz de payaso junto a un agente de la guardia civil que custodiaba un edificio de la Generalitat durante los registros practicados el 20-S de 2017 por orden judicial.

El sector ha creado el colectivo Indesinenter, un adverbio latino que significa sin descanso, y que fue el título de un poema de Salvador Espriu y también de una canción de Raimon. El grupo presentará una declaración de principios acompañado con una cuarentena de firmas. Su objetivo es forzar la convocatoria de una asamblea extraordinaria y aprobar el adelanto electoral. Para ello, necesitan reunir 2000 firmas -el equivalente al 5% del total de socios- y topan con un problema de protección de datos.

El grupo crítico considera que la actual cúpula solo centra sus esfuerzos en una hipotético candidatura desatendiendo la movilización y la intenacionalización del conflicto

Con toda probabilidad, el grupo empezará a recogerlas tras la asamblea anual de mayo. Letrada con plaza en los servicios jurídicos de la Generalitat, Feliu y considerada próxima a Junts, fue nombrada en mayo y su mandato acaba en 2024. Según fuentes oficiales, la ANC cuenta con más de 90.000 socios: 45.960 de pleno derecho -pagan cuota y tienen derecho a voto- y 50.441 simpatizantes. “Si no tuviéramos este debate, quizá estaríamos muertos”, dijo Feliu en El Mon. La dirección, que admite las tensiones, cree que la corriente de oposición puede debatir sus posturas en las asambleas territoriales y por los cauces ordinarios.

La crisis de la ANC no tiene relación, al menos directa, con el enfrentamiento crónico entre ERC y Junts. De hecho, el colectivo desborda a las dos fuerzas al abonar un discurso anti partidos -el president Pere Aragonès y ERC ya no participaron en la manifestación que la entidad convocó la última Diada- y exigir una declaración unilateral de independencia antes del fin de año. Su división se fraguó meses atrás al sostener los críticos que Feliu y su núcleo dirigen la entidad a su antojo, que no respetan los propios informes jurídicos y que se han desmarcado de campañas como la de Jo acuso sobre la “intencionalidad” de la justicia frente al independentistas.

El estallido se produjo en enero cuando en un pleno Feliu se arrogó, estatutos en mano, la dirección del debate e impidió discutir unas enmiendas a su grupo de trabajo sobre la lista única. No logró aprobarlo. Una cuarentena de exsecretarios firmaron también un manifiesto pidiendo democracia interna. “La hoja de ruta solo planteaba el impulso de una lista cívica. Y se lo han tomado como si no hubiera nada más”, afirma Elisenda Romeu, antiguo miembro del secretariado. “(Los miembros de la actual dirección) tiene muy poca experiencia asociativa y van por su cuenta”.

Dolors Feliu, en el centro, y Jordi Passarrodona, el día de la dimisión de los secretarios.

La realidad es que la ANC es un espejo del desconcierto del independentismo, agudizado por el parón de la pandemia y la división de los partidos. Diversas fuentes apuntan que, más allá de las Diadas ha perdido capacidad de movilización. El día del Mobile reunió a 200 personas para protestar por la presencia del Rey. “La ANC no ha sabido crear un discurso de denuncia y tiene que prepararse para ese embate de 2025 recuperando la tensión de 2017″, dice Pinyol, que insiste en que la “lista cívica” no tendrá eficacia sino nace de un consenso entre entidades y y tras el impulso a la movilización.

El sector teme que la ANC acabe siendo insignificante si da el paso en solitario de crear una cuarta opción electoral que se sume a la de ERC, Junts y la CUP para alcanzar solo un puñado de diputados en el mejor de los casos. “Un modelo es el de Solidaritat Catalana, de 1907, que agrupó a diputados catalanistas o el Solidaritat de 2010, liderada por Joan Laporta”, plantea Pinyol en referencia a que este grupo logró solo cuatro escaños, entre ellos Uriel Bertran, próximo a Feliu. Los primeros alcanzaron 41 de 44 diputados.

El debate es recurrente, apuntan exmiembros de la dirección, que recuerdan que en 2018 la ANC ya se dividió por sobre si debía implicarse más o no en la candidatura de Primàries, liderada por Jordi Graupera, que al final solo logró 28.000 votos y atomizó el voto independentista. Fue octava fuerza en Barcelona sin lograr ningún concejal y 15ª fuerza en Cataluña. A final de 2020, se repitió la discusión sobre el papel a adoptar el 14-F y entre varias opciones, triunfó fiscalizar a los partidos.

“Desde 2017 la ANC no logra tener una influencia crucial en el país. Su peor drama es que los partidos han visto que pueden salir a la calle un millón de personas y no pasa nada”, dice. Su sensación es que esta crisis es la misma que la crisis del independentismo y que no se resolverá hasta conocer las sentencias europeas. “Si no nos dan la razón, será muy difícil. Y si nos la dan, tanto en lo referente a los exiliados como al derecho a la autodeterminación, podremos hacer un nuevo embate”, dice.

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