Estimulante comienzo del festival Dansa Metropolitana de la mano de Delrevés y la Compañía Marco da Silva Ferreira

La cita coreográfica arrancó con una espectacular danza vertical en la fachada del Institut del Teatre de Barcelona

Una imagen de 'Carcaça'.© José Caldeira

Ágil, versátil, interesante y con gran afluencia de público resultó el comienzo de la VI edición del festival Dansa Metropolitana sin duda una de las más proliferas y de mayor calidad. El tiro de salida se dio el atardecer del jueves en la fachada del Institut del Teatre de Barcelona, donde treparon y se deslizaron los artistas de Proyecto Sena y ya más tarde en la Sala MAC del ...

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Ágil, versátil, interesante y con gran afluencia de público resultó el comienzo de la VI edición del festival Dansa Metropolitana sin duda una de las más proliferas y de mayor calidad. El tiro de salida se dio el atardecer del jueves en la fachada del Institut del Teatre de Barcelona, donde treparon y se deslizaron los artistas de Proyecto Sena y ya más tarde en la Sala MAC del Mercat de les Flors, el coreógrafo portugués Marco da Silva Ferreira presentó un hipnótico espectáculo titulado Carcaça.

Proyecto Sena, de la compañía Delrevés de danza vertical, fundada en Barcelona por Saioa Fernández y Eduardo Torres en 2007 presentó una pieza de unos 20 minutos de duración, aproximadamente, donde se fusiona arquitectura, teatro, danza vertical y artes digitales. Lo mejor de la pieza fue la danza aérea a cargo de Eduardo Torres, Sheila Ferrer, Cristina Celada y Saioa Fernández: la imagen de como se proyectaban sus sombras al deslizarse por la fachada del Institut resultó mágica, aunque la dramaturgia y los vídeos que se proyectaron no tuvieron la misma fuerza.

Ya en la Sala MAC, llena a rebosar, el bailarín y coreógrafo Marco da Silva Ferreira, al frente de nueve intérpretes, presentó Carcaça. Pieza protagonizada por su particular baile en el que se fusionan la danza tradicional portuguesa con el footwork (vibrante movimiento de piernas y pies). La excelente música en directo del percusionista Joao Pais Filipe y la electrónica de Luís Pestana son otros atractivos de este espectáculo.

Al principio de Carcaça, los diez bailarines van apareciendo uno a uno rodeando el gran cuadrado blanco que forma la escenografía. Paulatinamente irán invadiéndolo con su baile trepidante y atlético. Ver un seguro relevé con bambas resultó como menos diferente. Los pies y brazos de los artistas son un torbellino de ágiles movimiento, no hay ni por un momento un paso dubitativo. El trabajo coral es de un fuerza apabullante; en algunos momentos parecen frisos contemporáneos que se deslizan en una voluptuosa y ondulante línea horizontal. El trabajo individual, de dúos o tríos resultó más poético, el movimiento se endulzó y cada intérprete lució un gran dominio de la técnica clásica, contemporánea y del folclore.

Carcaça es un espectáculo trepidante desde el minuto uno de los setenta y cinco que dura la obra, si bien hacía el final, en el fragmento en el que los bailarines juegan con unas telas, la danza se vuelve muy étnica, y además los mensajes de tema político que hacen referencia al pasado de Portugal quedan fuera del contexto de la obra. Ello no impidió que el público ovacionara el montaje.

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