Guacamayos, cacatúas y agapornis: una protectora de Girona busca hogar para 300 aves exóticas

La entidad proteccionista Ave Fénix ha tenido que abandonar sus instalaciones y denuncia la falta de ayudas de la Administración

Gladys Freginals, directora del centro, junto a una de las jaulas de pájaros. / MARTA RODRÍGUEZFoto: Marta Rodríguez | Vídeo: EPV

Más de 300 aves exóticas de una treintena de especies, como guacamayos, a agapornis, cacatúas, periquitos o cotorras, se han quedado sin hogar. Y algunas están muriendo. La protectora Ave Fénix, ubicada en la provincia de Girona, se encuentra en una situación de emergencia al haberse quedado sin un local donde tener a sus animales. Ahora están provisionalmente en un local que les ha cedido un particular pero tienen que marcharse. Gladys Freginals, la directora de la protectora, ha pedido, sin éxito, ayuda al Gobierno catalán, al zoo, campings y a más de 20 consistorios. Unos han mirado hacia o...

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Más de 300 aves exóticas de una treintena de especies, como guacamayos, a agapornis, cacatúas, periquitos o cotorras, se han quedado sin hogar. Y algunas están muriendo. La protectora Ave Fénix, ubicada en la provincia de Girona, se encuentra en una situación de emergencia al haberse quedado sin un local donde tener a sus animales. Ahora están provisionalmente en un local que les ha cedido un particular pero tienen que marcharse. Gladys Freginals, la directora de la protectora, ha pedido, sin éxito, ayuda al Gobierno catalán, al zoo, campings y a más de 20 consistorios. Unos han mirado hacia otro lado y otros están atrapados en una normativa estricta y lenta que no aporta soluciones si no se completan trámites burocráticos que pueden durar un año. Y el momento es tan crítico que Freginals sopesa medidas extremas: “Me he planteado hacer una loro okupación. No quiero cerrar la protectora, quiero luchar por ellas pero ya no sé qué hacer”, afirma. Liberar especies exóticas invasoras es delito.

Gladys Freginals, de 62 años, llevaba una empresa de publicidad y en el 2000 al intentar cobrar una deuda, le pagaron con aves exóticas. Así empezó su amor por estos animales que la llevó a acoger todos los que le llegaban hasta constituirse en asociación. No hay muchas protectoras de aves y por eso las recibe de toda Cataluña y del resto de España. Llegó a tener 350, todas con ficha, edad, circunstancias y nombre. Por ejemplo, Bartolo abre sus plumas al ver a una persona y Cocota canta. La población de aves de la protectora, la mayoría procedente de Sudamérica y África, creció por diversos motivos: desde propietarios que no podían mantener a sus mascotas; otras fueron rescatadas del tráfico ilegal de dentro de un contenedor —como Patitas, una cotorra a la que le tuvieron que amputar las patas por una infección—, o incautadas a sus dueños por maltrato (por eso alguna ave chilla al ver una escoba). Necesitan asistencia veterinaria.

La protectora estaba Inicialmente ubicada en una nave de Maçanet de la Selva pero un temporal la arrasó. Un mecenas de Porqueres (Pla de l’Estany) que disponía de instalaciones y licencia de núcleo zoológico les ofreció alojarse y estuvieron cinco años. En agosto pasado el dueño necesitó el espacio. Desde entonces están desesperados buscando un lugar donde poder vivir con tranquilidad y seguridad. Un periplo que está afectando a la salud de Gladys y también de algunas aves que, estresadas, han perecido.

A finales del 2022 se instalaron en una nave alquilada por 500 euros al mes, pero en enero el dueño les triplicó el precio. Y tuvieron que marcharse. “No lo podemos pagar: solo nos financiamos con cuotas de socios y donaciones”, indica. Ser socio —eran un centenar y quedan 38— cuesta 50 euros al año y se puede apadrinar un ave por 35 euros al año. Aunque algunas llegan con el compromiso de sus dueños de apadrinarlas de por vida, “la promesa dura el primer mes o dos, luego se olvidan y los gastos los tenemos que sufragar nosotros”, lamenta. “En tres meses hemos estado en dos lugares y ahora en el espacio que me han dejado puntualmente no puedo ni construir voladeras porque debo irme”, explica Gladys, que por eso prefiere no revelar su ubicación actual. A pesar de ello, el miércoles alguien abandonó en su puerta una jaula con tres ninfas. “¿Qué hago? ¿Las libero?, me he planteado incluso ocupar algún lugar donde no moleste”, dice desesperada y visiblemente emocionada.

Dos de las aves de la protectora.

Los responsables del departamento de Acció Climàtica de la Generalitat han respondido a las súplicas de la Protectora pero, pese a lamentar la situación, alegan que no pueden acoger las aves en los Centros de Recuperación de Fauna salvaje de la Generalitat. “Son hospitales de fauna salvaje autóctona y protegida y por razones sanitarias y de bioseguridad no se puede acoger fauna invasora”. Además, les han derivado a otras dos protectoras de Berga y Barcelona. Gladys critica la actitud: “Muchas leyes y decretos de protección de los animales, pero hay poco interés y muchas trabas para las protectoras”. Y recuerda: “Damos un servicio público que debería dar la administración y aun así, nos dejan solas”.

También han contactado con más de veinte ayuntamientos y solo han contestado, Maçanet de la Selva, Llagostera y Lloret. En este último estaban interesados y alguien cedió un terreno de 2.500 metros cuadrados. Pero el plan urbanístico vigente (POUM) no contempla un núcleo zoológico y modificar la planificación tardaría más de un año. “Tiene que haber una respuesta de urgencia, nosotros no podemos saltarnos el POUM”, indica el alcalde de Lloret, Albert Robert. En Maçanet han buscado soluciones, pero para ocupar un suelo agrícola con una actividad que no lo sea debe presentarse un Proyecto de Actividad Especial (PAE). Un costoso documento que sería solo el primer paso para pedir la declaración de núcleo zoológico, que también requiere tiempo. Para la alcaldesa de Maçanet de la Selva, Natàlia Figueras, “es necesario un cambio normativo, facilitar la ubicación de animales, aunque sea con carácter provisional a la espera de regularizar su situación mientras se tramita”.

“No quiero dinero, solo un lugar para las aves, sería ideal poderlo abrir al público pagando dos euros o la voluntad, con acceso a los escolares”, dice Gladys. Su ilusión es que puedan disfrutar de estas psitácidas, una familia de aves con más de 400 especies de pico curvado y grande, plumas de llamativos de colores y una lengua gruesa y carnosa con la que pueden emitir sonidos humanos. En Ave Fénix, a pesar de estar encerrados en espacios menores de lo que deberían, las aves cantan La cucaracha, piden “un trozo de pan” y te saludan con un “Hola, guapo”.

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