Una docena de nutrias habitan en puertos pesqueros del norte de la Costa Brava

Este animal, no divisado en ningún otro punto de la costa mediterránea, está presente en zonas marinas de l’Estartit a Portbou

Una imagen de dos nútrias tomada por la Fundació Barcelona Zoo.

Al menos una docena de nutrias habitan y crían en diversos puertos pesqueros de la Costa Brava, desde l’Estartit a Portbou, en el Empordà. Un hecho “muy relevante y sin precedentes”, explica el responsable de proyectos de conservación de la Generalitat, Jordi Ruiz, “porque las nutrias en la cuenca mediterránea viven en agua dulce, ríos y lagos, ...

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Al menos una docena de nutrias habitan y crían en diversos puertos pesqueros de la Costa Brava, desde l’Estartit a Portbou, en el Empordà. Un hecho “muy relevante y sin precedentes”, explica el responsable de proyectos de conservación de la Generalitat, Jordi Ruiz, “porque las nutrias en la cuenca mediterránea viven en agua dulce, ríos y lagos, llegan a las desembocaduras de los ríos de forma excepcional y difícilmente entran en el mar”. En puertos como los de Roses, el Port de la Selva o Llançà “hay nutrias que han criado y viven allí desde hace más de un lustro, algo que no se ha dado en ninguna otra zona de la costa catalana ni del resto de mediterráneo peninsular”, destaca. Para los expertos “su presencia es señal de buena calidad de las aguas y del pescado”.

La nutria europea (Lutra lutra) vive en agua dulce y en países como Noruega, Irlanda, Portugal, o en el oeste de España, en Galicia, donde también es común en zonas marítimas, en puertos pesqueros. En Girona, de forma inaudita, se vio por primera vez en 2017, en el de Roses. El vigilante del momento, que no supo de qué animal se trataba, llegó a verlas a menudo por las noches, se habituaron a él e incluso se dejaron filmar. El puerto contactó con el Departamento de Agricultura, que lo confirmó: eran nutrias. “Vivían bajo el muelle de ribera”, detalla el responsable de Ports en Roses, Joan Vall. La Generalitat pensó que era un caso puntual, pero decidió hacer una búsqueda intensiva por si se localizaban en algún otro punto de Cataluña. Sólo encontraron en el Empordà.

Ese año inició un seguimiento de estos carnívoros mustélidos con un cuerpo de entre 59 y 85 cm y una cola de entre 25 y 60 cm, patas cortas y una membrana entre los dedos. En 2020 la Fundación Barcelona Zoo se sumó dando fuerza al proyecto con el nombre de “conservación de la nutria en el litoral ampurdanés”. Los técnicos se dedican a confirmar la existencia, si se reproducen, qué comen y si hay interacción con los pescadores. Han divisado 3 grupos reproductores, hembras con crías que rondan por el Cap de Creus. Están en las bahías de Roses, Llançà y el Port de la Selva, en calas, muelles y riachuelos. También se han detectado machos y hembras no reproductoras en Colera, Cadaqués, Portbou, l’Estartit y l’Escala.

Una imagen de dos nútrias tomada por la Fundació Barcelona Zoo.

“Son hallazgos muy importantes, es primordial que haya crías, porqué así habrá más y se expandirán”, asegura Ruiz, que avanza que este año “se intentará saber qué número exacto de nutrias hay, analizando el ADN de sus excrementos. También sabremos, por escamas o dientes, qué comen”. Analizarán además “qué nivel de dependencia tienen del agua dulce”, explica Pep Xarles, técnico de conservación in situ de la Fundación Barcelona Zoo. “Queremos saber si viven en agua dulce y si puntualmente van al mar, como creíamos, o están en el mar y puntualmente van a tierra”, apunta. En este sentido afirma que les ha sorprendido “verlas en un año de tanta sequía”. Necesitan tener agua dulce cerca. Su pelaje pardo oscuro, más claro en las patas, de vientre grisáceo y blanquecino en la garganta, es espeso e impermeable como un traje de neopreno. Si al salir del mar no pudieran lavarse en agua dulce y sacudirse, se apelmazaría, no podrían entrar en calor y morirían.

A pesar que las de la Costa Brava son muy nocturnas y difíciles de ver, sobre todo acompañadas de sus crías, muchos pescadores las han visto. Alguno incluso la ha echado de su barco al encontrarla comiéndose los peces capturados. También han sido captadas por alguna de la decena de cámaras de fototrampeo -que filman y hacen fotos- instaladas entre Portbou y Roses. “Verlas es un milagro”, asegura Xarles, que revisa las grabaciones. También está en el proyecto el Parque Natural del Cap de Creus, recoge información y registra sus detecciones. “Su presencia es muy interesante e imprescindible porque están en lo alto de la pirámide trófica que equilibra el ecosistema, si hay una especie enferma o en exceso se la come”, sostiene el director del Parque, Ponç Feliu. “Si están aquí, es que no hay contaminación y sí alimento”, afirma. Para Ruiz, “que la nutria se consolide en puertos de Girona es una buena noticia: actúa de centinela, si hubiera pocos peces o contaminados ellas morirían, desaparecerían”.

La contaminación y los micro-contaminantes causaron un fatal impacto en las poblaciones de nutrias a partir de 1950 y empezaron a desaparecer. En Suiza, Francia, Alemania, Holanda, Luxemburgo y Bélgica se extinguió. “En los 80 se pensó que desaparecería la especie, Galicia fue la única zona de España donde resistió. Actuó de reservorio. También perduraron en Noruega, Escocia o Irlanda”, explica Ruiz. En Cataluña llegó a mínimos en 1987, solo estaba en ríos al norte de Lleida. “Se empezó a recuperar en 1990, la calidad del agua mejoró por el saneamiento de los ríos y en 1996 y 2001 se reintrodujeron medio centenar en el Fluvià y la Muga”, indica. Y afirma: “Ahora hay numerosas poblaciones de interior, en Lleida y sobretodo en Girona, donde un día, en 2017, una descubrió el mar”.

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