El hombre que acosó tres años a la artista Paula Bonet, tras el juicio: “Creía que estaba enamorada de mí”
Víctor G., que afronta cuatro años de cárcel y que llegó a amenazar con matar y violar a la escritora en redes, se presenta como víctima y pretexta que sufre un trastorno
Es un día importante para Paula Bonet, que accede a la Ciudad de la Justicia de Barcelona evitando las miradas ajenas. Tampoco las encontrará en la sala de vistas porque ha declarado a puerta cerrada y protegida por un biombo. Es el momento de “restaurar la dignidad que este individuo le ha intentado quitar”, dice su abogada, Carla Vall, sobre el juicio contra Víctor G., el hombre de 27 años que durante los tres últimos años...
Es un día importante para Paula Bonet, que accede a la Ciudad de la Justicia de Barcelona evitando las miradas ajenas. Tampoco las encontrará en la sala de vistas porque ha declarado a puerta cerrada y protegida por un biombo. Es el momento de “restaurar la dignidad que este individuo le ha intentado quitar”, dice su abogada, Carla Vall, sobre el juicio contra Víctor G., el hombre de 27 años que durante los tres últimos años la ha sometido a un asedio despiadado, primero en persona y más tarde a través de las redes sociales, y que convirtieron la vida de la escritora en una pesadilla.
Obsesionado hasta lo enfermizo con Bonet, el presunto acosador ha llegado a la sala de vistas a cara descubierta, luciendo una camisa hawaiana y unos llamativos shorts de color rosa. Con el mismo desparpajo ha salido para explicar con su propia voz su tesis exculpatoria: si siguió a todas partes a la ilustradora fue porque estaba convencido de que ella se había enamorado de él. El acusado se ha presentado como la víctima de esta historia porque, cuando el caso se hizo público, fue sometido presuntamente a un “linchamiento social” y sufrió agresiones físicas. No consta que así fuera y en todo caso no presentó ninguna denuncia.
La Fiscalía pide tres años de cárcel para Víctor por coacciones, amenazas y quebrantamiento de medida cautelar, una pena que la defensa de la ilustradora eleva a los cuatro años. El hombre dejó tantos rastros escritos de su acoso —amenazó con matarla, violarla y descuartizarla en redes sociales— que resulta difícil imaginar que se libre de una condena.
“Vi que ella se fijaba en mí, que quería llamar mi atención y me tiraba el anzuelo. Creía que estaba enamorada de mí y que, quizá por la diferencia de edad, no se atrevía a dar el paso adelante”, ha contado Víctor, que sigue pensando lo mismo (o eso dice). El hombre considera que se han “exagerado” las acusaciones y niega que quisiera intimidarla. “Fue casi un juego literario. Yo lo describiría como una pelea de gallos”. La amargura que siente hacia Bonet se ha hecho patente en el juicio, donde ha utilizado el derecho a la última palabra para decir que le repugna. La víctima ha explicado los hechos y el daño que ha sufrido en su vida personal y laboral.
Hasta hace apenas dos semanas, Víctor estuvo ingresado en prisión provisional por haber roto la orden de alejamiento sobre ella dictada en su día por un juez. Su excarcelación, a las puertas del juicio, llevó a la artista a tomar la drástica decisión de apartarse de la vida pública pese a encontrarse en plena presentación de su último libro, Los diarios de la anguila. Desde entonces y hasta este viernes, ha extremado su seguridad. “Ha pasado días muy difíciles. Si se mueve, va en taxi o acompañada, aunque ha limitado sus apariciones. Hoy está más animada, para ella es el día de hacer justicia”, dice Valls.
La defensa, por su lado, tiene una estrategia. Ha pedido la absolución de su cliente y ha solicitado que, en caso de condena, se le aplique una eximente total porque supuestamente sufre un “trastorno delirante erotomaníaco”, según su abogado. Pero de ese supuesto trastorno, ha recordado la abogada Carla Vall, no se ha dado noticia hasta el último mes, a las puertas del juicio. “La forense del juzgado dice que no tiene ninguna afectación”, ha añadido la letrada.
Historia de una obsesión
La historia de acoso se inició en el verano de 2019, cuando Víctor empezó a visitar el local de Barcelona donde Bonet trabajaba como escritora, pintora e ilustradora y donde impartía talleres de cerámica, grabación o pintura. Quería verla, saber de ella, conocerla mejor. Una tarde de julio se presentó mientras la mujer estaba impartiendo clases y le dijo que quería abrazarla. Bonet “le pidió educadamente que se fuera”, según el relato de hechos de la Fiscalía. El hombre, no obstante, la abrazó, y ella lo empujó hasta que logró sacarlo del local.
El asedio había comenzado. En los meses siguientes, Víctor se presentó varias veces en el local diciéndole a Bonet —y también a sus alumnas y empleadas— que deseaba conocerla. Ella siempre se negó, pero eso no desanimó al acosador: en ocasiones se quedaba “durante horas en las inmediaciones del local”, sigue el relato del fiscal. También se presentaba a los actos públicos a los que acudía ella (exposiciones, presentaciones de libros, charlas…) y “la incomodaba pasando reiteradamente por su lado o mirándola fijamente”, sigue el fiscal. Este viernes, según Vall, ha repetido la estrategia y “ha mirado fijamente en la dirección donde estaba Paula”. En paralelo, le envió también correos electrónicos. Bonet le pidió que parara o lo denunciaría.
El 26 de enero de 2020, Víctor cruzó un límite. Se presentó en el local y comenzó a golpear los cristales, donde posó sus labios fingiendo que besaba a Bonet, que grabó la escena y alertó a los Mossos d’Esquadra. El estallido de la pandemia de coronavirus lo obligó a cambiar de estrategia y llevar su acoso a internet. Víctor le escribió correos y mensajes en Twitter e Instagram “de contenido inconexo, inquietante y perturbador” que “revelaban su obsesión por ella”. Levantadas las restricciones, volvió a la carga: le dejó un bloc de notas con poemas en el local, pero también un sobre donde escribió “el violador”.
De todas esas acciones fueron testigos las alumnas de Bonet, que este viernes han declarado en el juicio junto a los Mossos d’Esquadra que llevaron la investigación. Otros episodios del acoso no precisan de testigos porque los dejó por escrito el propio acusado. “Más te vale no volver a pisar mi ciudad, porque como me cruce contigo voy a estrangularte y descuartizarte para complacer a todos los miserables vagabundos que habitan las calles de Barcelona”, escribió en Twitter.
Los mensajes contienen amenazas de muerte y violación. “Verás qué festín, dejaré los ojos para lo último y me guardaré los pezones en una carmañola”. O: “Si lo prefieres, puedes pedir clemencia a este violador, acosador y psicópata; solamente serás violada hasta tener tu tercer y último aborto”. Este viernes, ante los periodistas, el acusado ha intentado justificarse. Dice que lo escribió para defenderse del linchamiento social que estaba sufriendo. “Fue un momento de inspiración sarcástica un poco macabra. Tuve un arrebato”.
Bonet vio alterada su estabilidad emocional y su vida laboral, hasta el punto de que se vio obligada a trasladar su taller a otra calle de Barcelona. Allí instruyó a sus alumnas para que la puerta permaneciera siempre cerrada y colocó un bote de gas pimienta junto a la entrada. Instaló, además, un botón del pánico y cámaras. Cambió la bicicleta por el taxi y adoptó medidas de vigilancia.
En septiembre de 2020, el juez prohibió al investigado acercarse a menos de 500 metros de Bonet, de su casa y de su lugar de trabajo y, también, comunicarse con ella. Tres meses después, ya había quebrantado esas prohibiciones hasta en tres ocasiones. El hombre escribió una larga carta en Twitter —que la abogada Carla Vall define como un “manifiesto misógino”— y se comunicó varias veces con ella por redes sociales.
Su atrevimiento lo llevó a prisión provisional, donde permaneció dos meses, hasta febrero de 2021. Al salir en libertad, la dejó más o menos tranquila hasta septiembre, cuando se presentó de nuevo en el local y se quedó horas en la puerta, hasta que fue detenido. Eso le valió un segundo paso por prisión que acabó hace dos semanas.
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