Los ‘adolepantallas’ renuevan la lectura
El concepto alude a los jóvenes entre 13 y 19 años hiperconectados a todo tipo de dispositivos audiovisuales y a las redes sociales
La palabra es inédita entre nosotros, pero no en inglés, screenagers, adaptada ya en francés, adolécrans. Son los adolepantallas. Jóvenes entre 13 y 19 años hiperconectados a todo tipo de pantalla personal y las redes sociales, que miran filmes y series en sus propias pantallas, no necesariamente en las familiares. Y así llegan a los libros, tanto o más que antes de las pantallas. Un amplio dossier de Le Monde esta semana lo detalla: aunque se repita que no leen libros, en realidad los adolepantallas están reinventando la lectura. Primero ven y siguen ...
La palabra es inédita entre nosotros, pero no en inglés, screenagers, adaptada ya en francés, adolécrans. Son los adolepantallas. Jóvenes entre 13 y 19 años hiperconectados a todo tipo de pantalla personal y las redes sociales, que miran filmes y series en sus propias pantallas, no necesariamente en las familiares. Y así llegan a los libros, tanto o más que antes de las pantallas. Un amplio dossier de Le Monde esta semana lo detalla: aunque se repita que no leen libros, en realidad los adolepantallas están reinventando la lectura. Primero ven y siguen un obra audiovisual, luego van a buscar el libro que la ha adaptado.
Es un panorama a considerar en el negocio editorial, de hecho el diario francés no lo incluye en su sección de Cultura sino en la de Economía y Empresa. Literatura juvenil, un mercado que se hace más interesante. Qué literatura juvenil, también. Un primer dato que seguramente se puede extrapolar indica que las plataformas deciden el grueso de las lecturas entre los millennials y sus menores. Estaría bien disponer de un estudio en cifras similar entre nosotros. Si no conocemos cómo leen los adolepantallas, poco sabremos cómo van a seguir leyendo libros. Lo seguro es que, al menos en el país del norte, leen libros. Y no es cosa solo del confinamiento, como hasta ahora se ha dicho y repetido como un mantra salido de la misma epidemia.
¿Qué les atrae? Hay cosas que no cambian. La identificación con los personajes sigue siendo básica, y para los preadolescentes y los calificados bajo la etiqueta editorial de “jóvenes adultos” franceses estamos hablando de la Tessa de After (Prime Video), por ejemplo. Una se pregunta a veces por las numerosas colecciones de ciencia ficción postapocalíptica de las plataformas. Explicación de los expertos: “Las ficciones del imaginario —distopía, ucronía, fantasía, postapocalipsis— continúan siendo mayoritarias globalmente entre los adolepantallas, que siguen privilegiando las lógicas de evasión e invención”. Recordemos que ya mucho antes de la pandemia, la saga de Harry Potter, publicada en plena revolución de internet, fue un éxito planetario.
Un 31% de los jóvenes franceses se han lanzado a los libros protagonizados por Arsenio Lupin después de la serie (Netflix), un fenómeno de reimpresiones. También ha vaciado los stocks Las ilusiones perdidas de Balzac después del film de Xavier Giannoli. En palabras de Charles de Laubier, autor del dossier de Le Monde, los adolepantallas no son una generación perdida para la lectura. Leen pero sus padres no lo saben. La preeminencia del móvil no les impide leer y las editoriales se adaptan a sus nuevos hábitos y gustos, entre las historias románticas, los mangas y las series.
El mercado mundial de libros infantiles y juveniles se espera que crezca este año un 5%, unos 10,6 millardos de euros, en cifras de la sociedad de estudios The Bussiness Research Company. Según la Asociación de Bibliotecas Norteamericanas, los cuatro géneros más solicitados entre el colectivo son “misterios imaginarios”, “realismo mágico”, steampunk (intrigas durante la primera revolución industrial) y “novelas en verso”. Estas últimas me intrigan, no sé si tenemos por aquí pero marcan tendencia entre los libros preferidos norteamericanos y franceses.
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