El viaje del patinete: de plan para días sin olas a deporte olímpico
Una exposición en Casa Seat de Barcelona repasa la historia del ‘skateboard’
Eran los años 40 cuando algún ingenioso chaval puso las primeras ruedas a un trozo de madera para deslizarse por las calles. Incluso alguno más vivaz probó de añadirle una caja de frutas para conseguir un manillar. Fueron los primeros patinetes y monopatines, artilugios rudimentarios inventados para divertirse. Unos años más tarde, los surfistas de California sentaron el origen de lo que hoy es conocido como skateboard. Lo idearon como alternativa a los días sin olas, según relata la exposición Fusta i Rodes, visita...
Eran los años 40 cuando algún ingenioso chaval puso las primeras ruedas a un trozo de madera para deslizarse por las calles. Incluso alguno más vivaz probó de añadirle una caja de frutas para conseguir un manillar. Fueron los primeros patinetes y monopatines, artilugios rudimentarios inventados para divertirse. Unos años más tarde, los surfistas de California sentaron el origen de lo que hoy es conocido como skateboard. Lo idearon como alternativa a los días sin olas, según relata la exposición Fusta i Rodes, visitable hasta el 26 de febrero en Casa Seat, en Barcelona.
La muestra incluye unas 250 piezas, la mayoría patinetes y monopatines de distintas épocas, de la colección privada de Sören Manzoni. Apasionado de este mundo, guarda en una nave del Poblenou un abundante arsenal de patinetes y otros objetos relacionados con la cultura del skate, con el objetivo de abrir en el centro de Barcelona el primer museo del skate de España.
Chechu Martínez, director de la muestra, cree que tendría todo el sentido porque Barcelona está considerada como capital internacional del skateboard. En esta ciudad se celebraron los primeros X Games, campeonatos dedicados a los deportes urbanos y extremos, fuera de Estados Unidos, y es apreciada por su clima, su arquitectura urbana y la permisividad que hay para patinar en el espacio público.
Después de aquellos primeros patinetes hechos a mano a finales de los cincuenta, llegó la primera empresa, Roller Derby, que empezó a fabricarlos en serie, constata la exposición. Pero la chispa del despegue prendió gracias a las ruedas de poliuretano, un material más ligero que se adhería mejor al asfalto, mejoraba la tracción y el agarre y permitía hacer todo tipo de trucos y piruetas.
Esto impulsó la revolución que vino en los setenta con el despegue del monopatín de calle y los primeros parques específicos para patinar con rampas como la conocida half pipe. En 1976 se construyeron los primeros skateparks en California y no tardaron en llegar aquí. Solo tres años después, en Arenys de Munt (Maresme) se construyó el primer parque de España. Un lugar que congregaba patinadores de todas partes para practicar con sus tablas hasta que se cerró en 1984, y se reabrió en 2012.
En los ochenta, su popularidad se disparó convertido en una cultura urbana, con productos relacionados como las zapatillas Vans, marca icónica del skate, que se practicaba siempre con un radiocasete al lado, como se puede ver en la exposición, que cuenta con varios ejemplares de Películas como Al filo del abismo, donde participaba el conocido patinador Tony Hawk, lo certificaron.
Después de una década de los noventa más relegado al underground, el skate vuelve a gozar de gran popularidad y se ha convertido en un deporte olímpico desde los Juegos Olímpicos de Tokyo en 2020. No sin polémica, cuenta Chechu Martínez, ya que parte de sus aficionados preferirían que siguiera siendo cultura de calle.