Un ‘War Requiem’ sobrecogedor

La fuerza musical del oratorio de Benjamin Britten, dirigido de forma magistral por Josep Pons, se impone a una artificiosa puesta en escena

Un 'War Requiem' de Britten, con trasfondo ecologista, recala en el Liceu.Alejandro Garcia (EFE)

El grito antibelicista que el compositor británico Benjamin Britten lanza en su monumental Réquiem de Guerra (War Requiem) deja al público sin aliento. La fuerza expresiva de este extraordinario oratorio, estrenado en 1962, en plena guerra fría, caló hondo en el público del Liceo bajo la sensacional dirección de Josep Pons en una versión escenificada en la que la música genial de Britten se impuso a una artificiosa puesta en escena...

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El grito antibelicista que el compositor británico Benjamin Britten lanza en su monumental Réquiem de Guerra (War Requiem) deja al público sin aliento. La fuerza expresiva de este extraordinario oratorio, estrenado en 1962, en plena guerra fría, caló hondo en el público del Liceo bajo la sensacional dirección de Josep Pons en una versión escenificada en la que la música genial de Britten se impuso a una artificiosa puesta en escena.

Desde su estreno con motivo de la consagración de la nueva catedral de Coventry, el War Requiem es una obra coral de referencia en el repertorio del siglo XX. En Barcelona se estrenó en 1977 en el Palau bajo la batuta de Antoni Ros Marbà, abriendo un corto historial que solo cuenta con dos versiones más, dirigidas por Mstislav Rostropóvich (Auditori, 2004) y Michael Boder (Liceo, 2010).

La propuesta escenificada que el Liceo ofrece hasta el 2 de noviembre es una coproducción de la English National Opera de Londres y del National Kaohsiung Center for the Arts de Weiwuying (China), firmada escénicamente por Daniel Kramer y estrenada en 2018. La dramatización, con escenografía y videocreaciones de Wolfgang Tillmans, alterna escenas de impacto con otras algo cansinas, que, sobre el papel, deberían potenciar la riqueza expresiva de una obra compleja y fascinante construida a partir del texto en latín de la misa de difuntos, alternado con los versos conmovedores del poeta Wilfren Owen, muerto en combate siete días antes del final de la Primera Guerra Mundial.

Si nos fiamos del instinto de Britten, autor de algunos de los títulos más relevantes del repertorio operístico del siglo XX —lo son Peter Grimes y Billy Budd—, el montaje aporta poca cosa al War Requiem. El compositor sabía muy bien lo que quería al escribir un oratorio y no una ópera. Al forzar una lectura teatral que conecta el mensaje antibelicista con la crisis y la destrucción del planeta, Tillmanns busca agitar las conciencias con imágenes de impacto, pero en ocasiones distrae la atención del espectador y se pierden detalles de una escritura musical portentosa que Josep Pons ilumina con una dirección precisa, sutil y poderosa en los contrastes.

A la gran respuesta orquestal se suma una actuación coral impresionante. Para afrontar el reto, el coro del Liceo, dirigido por Pablo Assante, ha contado con voces de refuerzo del coro Intermezzo y el Cor VEUS-Amics de la Unió de Granollers. El resultado, tras un enorme esfuerzo —a la exigente y dificil escritura coral se añade la memorización de los textos, el movimiento escénico y el uso de la mascarilla—, se ha visto recompensado con un éxito grande.

Otro factor clave ha sido la actuación estelar de tres grandes cantantes que mantienen el simbolismo y el sereno espíritu de reconciliación que, al encomendar las partes solistas a intérpretes que representan a tres de las naciones protagonistas de las guerras mundiales del siglo XX, inspira el oratorio: la soprano rusa Tatiana Pavlovskaya, el tenor británico Mark Padmore y el barítono alemán Matthias Goerne. Los tres rayaron a gran altura, con hondo lirismo, fuerza dramática y sutiles colores vocales.

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