El botellón se cronifica en Barcelona y enturbia la gestión municipal
ERC y Junts fuerzan un pleno extraordinario para debatir sobre los altercados. 30 detenidos y 39 heridos en la tercera noche consecutiva de fiesta multitudinaria
Las tres noches consecutivas de botellones multitudinarios en Barcelona durante sus fiestas han demostrado varias cuestiones. Una, que el fenómeno se cronifica y crece (15.000 jóvenes concentrados para beber y bailar el primer día, 40.000 el segundo, 30.000 el tercero). Dos, que atrae a chavales de decenas de ciudades y pueblos del entorno. Tres, que a altas horas de...
Las tres noches consecutivas de botellones multitudinarios en Barcelona durante sus fiestas han demostrado varias cuestiones. Una, que el fenómeno se cronifica y crece (15.000 jóvenes concentrados para beber y bailar el primer día, 40.000 el segundo, 30.000 el tercero). Dos, que atrae a chavales de decenas de ciudades y pueblos del entorno. Tres, que a altas horas deriva en actos vandálicos por parte de una minoría (ayer, 30 detenidos, 39 heridos, daños y saqueos en tres restaurantes y motos quemadas). Cuatro, que la actitud de los violentos hacia la policía ha llevado a Mossos d’Esquadra y Guardia Urbana a retirar su presencia más visible y trabajar con mayor discreción. Y cinco, que todo lo anterior empaña la gestión del Gobierno de la alcaldesa Ada Colau y da alas a la oposición en un clima crispado que evoca escenarios pre electorales (aunque falta un año y medio para las elecciones de mayo de 2023). Sin ir más lejos, desde la oposición ERC y Junts anunciaron ayer que cuentan con suficiente quórum para forzar un pleno extraordinario para debatir sobre la gestión de los botellones.
Después de dos noches de concentraciones multitudinarias en la plaza de Espanya, el blindaje policial del espacio llevó a los jóvenes a desplazarse a las playas en la madrugada del domingo. La consigna: Bogatell, el nombre de la playa que llegó a las cuentas de Instagram. 30.000 personas, cifra oficial, se concentraron a lo largo de cuatro playas de la ciudad que suman más de un kilómetro de largo: había gente en el paseo superior, el inferior y la arena.
Si cerrando la plaza de Espanya la policía pretendía atomizar las concentraciones, el resultado muestra que los chavales quieren estar en el botellón con mayúsculas, cuanto más masivo, mejor. Algunos repetían y era la tercera noche. Otros se desplazaban de barrios y municipios del área metropolitana con realidades socioeconómicas bien distintas. Sin discotecas abiertas, aburridos tras año y medio de pandemia y con poco que hacer, si la fiesta grande estaba en Barcelona, allá que iban en tren, autobuses o coche.
La noche transcurrió entre alcohol y juerga amenizada por altavoces de todos tamaños. Desde inicios de verano a la fiesta se han sumado las pequeñas bombonas del gas de la risa (óxido nitroso), la droga de moda (barata y legal, sirve para montar nata), con la que se llenan globos y se aspira. A partir de las 2 de la madrugada el ambiente se tensó cuando un grupo de veinte o treinta chavales se dedicó a dar pasadas caminando a toda prisa entre la multitud y robando bombonas, móviles o collares. A veces amenazando con botellas de cristal. Otras con peleas. Eran las cinco cuando la afluencia había bajado a la mitad. Y la intervención de los antidisturbios de los Mossos llegó cuando comenzaba a hacerse de día.
El director de los Mossos, Pere Ferrer, aseguró ayer que “los delincuentes” que han cometido actos vandálicos o robos en los botellones son “oportunistas”, pero representan “una minoría”. El objetivo del dispositivo policial del fin de semana, según Ferrer, no fue tanto evitar los botellones —”aunque se producen y hay que hacer lo posible para evitarlos”, pero “la solución no será seguramente solo policial”— como evitar que se produzcan delitos, defendió. Ante las críticas de falta de policía en las playas, Ferrer explicó que en el operativo de la madrugada del domingo se desplegaron agentes uniformados pero también de paisano, que, aseguró, fueron ayudados por drones que ofrecieron “buena información cualitativa”.
Colau pide colaboración institucional
La alcaldesa celebró el dispositivo coordinado entre la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra y pidió colaboración institucional frente a los botellones y el consumo de alcohol. La madrugada del sábado saltaron todas las alarmas al ver la agresividad de algunos concentrados. En el Ayuntamiento hablaron de “salto de escala”, de que se había pasado “de un problema de ocupación intensiva del espacio público e incivismo, a vandalismo y delincuencia”. Colau volvió a “condenar” los incidentes y su equipo repitió que las concentraciones se produjeron al margen del programa oficial de conciertos y espectáculos de La Mercè.
El teniente de alcalde de Seguridad y Prevención, Albert Batlle, precisó que los incidentes registrados en las playas fueron de menor intensidad que la noche anterior y nos se registraron apuñalamientos. El socio de Colau en el Gobierno de la ciudad, el socialista Jaume Collboni, tachó de “inadmisibles” los destrozos de la madrugada del domingo. Collboni instó al resto de partidos a lanzar “un mensaje unívoco en favor de la convivencia, el civismo y el respeto a la autoridad”.
El ocio nocturno augura “años” de fiesta en la calle
Los propietarios y directores de dos de los locales de restauración asaltados en la playa del Bogatell estimaron en miles de euros los daños causados por un grupo de descontrolados durante el tercer botellón del puente de La Mercè. El propietario del restaurante Ca la Nuri, Ricard Noguera, habló de pérdidas de más de 50.000 euros. Los asaltantes destrozaron prácticamente todos los cristales del local y robaron dinero, bebidas y equipos informáticos. Y todo, pese a que había dos trabajadores dentro del local. El director del restaurante L’Escamarlà, Marcos Delgado, relató que al llegar al local avisado por la alarma dentro había entre 30 y 40 personas “haciendo de todo”: desvalijaron la barra, el sistema informático y se llevaron bebidas.
Mientras, la Federación Catalana de Asociaciones de Actividades de Restauración y Musicales (FECASARM) deploró ayer los actos vandálicos de las últimas noches en Barcelona, lamentó el fenómeno y auguró que pasarán “años” hasta que dejen de hacerse. El representante de FECASARM, Joaquim Boadas, consideró que la imagen de los botellones y sus consecuencias es “muy negativa e inaceptable”, y que uno de los motivos de estas celebraciones masivas es la falta de oferta legal de ocio, como los locales nocturnos que forman parte de la entidad.
En Cataluña las discotecas siguen de facto cerradas, a no ser que tengan terraza, en el marco de las medidas para frenar la pandemia. “Advertimos en mayo de que los botellones se multiplicarían y es lo que ha pasado. Se han cronificado y consolidado”, lamentó Boadas. Reclamó la reapertura del sector el 15 de octubre de acuerdo con el protocolo que pide el sector: acceso solo a personas vacunadas, que han pasado la covid o previa prueba de antígenos.
200.000 espectadores durante La Mercè
Los espectáculos, conciertos y actividades del programa de tres días de La Mercè, que ayer finalizó con el Piromusical, dedicado a la ciudad de La Habana (Cuba) han contado con 200.000 personas de público, informó ayer el teniente de alcalde de Cultura, Jordi Martí. Una cifra positiva, dijo, tratándose de la segunda fiesta mayor en pandemia, con cita previa y aforos limitados. Sobre el porcentaje de asistencia respecto a los aforos permitidos, habló de un 70%. En algunos actos se han visto muchas sillas vacías.
Los conciertos de la última noche, indicó, fueron los más numerosos en público, con 30.000 espectadores. El jueves, primer día de las fiestas y de lectura del pregón, la asistencia se cifró en unas 19.000 personas; durante el viernes, se contabilizaron unos 80.000 espectadores diurnos, 60.000 solo en el paseo de Gràcia.