El ritmo de vacunación cae hasta niveles de marzo en Cataluña
El Departamento de Salud inoculó la semana pasada el 31% de las dosis recibidas
El efecto vacaciones sigue notándose en el ritmo de vacunación en Cataluña, que ha decrecido hasta niveles de finales de marzo. El Departamento de Salud inoculó la semana pasada poco más de 250.000 dosis, una cifra que no era tan baja desde el 28 de marzo, cuando en los siete días anteriores se había realizado unos 188.000 pinchazos.
El Departamento de Salud considera que la ralentización se debe principalmente a dos motivos: las vacaciones y la ...
El efecto vacaciones sigue notándose en el ritmo de vacunación en Cataluña, que ha decrecido hasta niveles de finales de marzo. El Departamento de Salud inoculó la semana pasada poco más de 250.000 dosis, una cifra que no era tan baja desde el 28 de marzo, cuando en los siete días anteriores se había realizado unos 188.000 pinchazos.
El Departamento de Salud considera que la ralentización se debe principalmente a dos motivos: las vacaciones y la quinta ola en sí. “El aumento de los contagios de la quinta ola hace que las personas que podrían haberse vacunado no puedan, porque al haber contraído la covid, deben esperarse como mínimo dos meses”, explican fuentes de la consejería. Cataluña redujo la espera de seis meses a dos para recibir la vacuna en las personas que hayan sufrido la enfermedad y abrió la vacunación sin cita previa para aumentar el ritmo de protección. Las mismas fuentes añaden que la caída de la vacunación ya “era esperable” en agosto, y que existe una percepción de “falsa seguridad frente a la covid” que también ha contribuido a ello.
La capacidad para proteger a la población ha estado vinculada a lo largo de los últimos meses a la disponibilidad de vacunas. A más dosis en las neveras, más personas protegidas. Pero esta vez no ha sido así. Cataluña recibió la semana pasada más de 800.000 vacunas y solamente utilizó un 31%, el porcentaje semanal más bajo de toda la fase de protección.
“Esta situación genera frustración”, admite Laura Fajas, enfermera referente de un centro de vacunación de Barberà del Vallès (Vallès Occidental). “Nosotras estamos aquí sin hacer vacaciones para que la vacunación se mantenga. Y ver que el ritmo decrece porque la gente se va fuera no es agradable”, añade esta enfermera de 25 años. “Si nosotras nos fuésemos de vacaciones nadie nos sustituiría, y no se podría mantener la inmunización”, insiste.
Apenas había ayer cinco personas esperando fuera del recinto para acceder al punto de vacunación. “En otras épocas, aquí había colas larguísimas, pero estos días todo ha bajado”, resume Fajas, que asegura que su centro inocula entre 800 y 1.300 dosis diarias según la demanda.
“Si nosotras nos vamos de vacaciones nadie nos sustituiría, y no se podría mantener la inmunización”, dice una enfermera
Su compañera, Sara Ciprián, de 29 años, explica que la pretensión de buena parte de las personas que han pasado por el punto de vacunación las últimas semanas era conseguir el certificado covid para poder viajar. “Mucha gente nos explicaba que querían la vacuna para irse de vacaciones, no para una cuestión de protección social”. Ciprián recuerda el caso de una mujer que no se presentó a la hora de la cita pactada, y que volvió más tarde pidiendo la vacuna “porque tenía que irse esa misma tarde de vacaciones”. “Cuando le dijimos qué se pusiera en la cola y que había unos 20 minutos de espera, se fue”, remata. “Hemos pasado de los aplausos a las exigencias”, lamentan las dos enfermeras.
Si hay algo que entristece a las sanitarias es ver las imágenes de fiestas nocturnas sin respetar las medidas anticovid. La enfermera Alicia Teruel vacuna en el hospital de Sant Pau y vive cerca del barrio de Gràcia. “La semana pasada quise ir a dar una vuelta por las calles por la tarde, y volví corriendo a casa por la cantidad de gente que había”, dice. “Ver a tantas personas de fiesta y sin ninguna prudencia después de todo lo que ha pasado nos duele a todos”, coinciden las tres enfermeras. “Es que hace un mes estábamos fatal. El pico de la quinta ola fue un mazazo para todas nosotras”, insiste Teruel. “Con la mayoría de compañeras coincidimos que psicológicamente fue casi peor que el año pasado, porque ves que esto va para largo”.
Dicen los expertos que con el tiempo se obtiene cada vez más información sobre el virus. La quinta ola también ha dejado algún aprendizaje amargo entre las sanitarias. “Después de todo este tiempo y de las fiestas que ves por la televisión te das cuenta de una cosa: la autorresponsabilidad no existe”, cierra Ciprián.