El superordenador de Barcelona crea 100 empleos y seis empresas en plena pandemia

El nuevo MareNostrum se retrasa de forma indeterminada por la crisis sanitaria

Instalaciones del MareNostrum VI en el Barcelona Supercomputing Center.Carles Ribas (EL PAÍS)

A finales de 2020 el Barcelona Supercomputing Center (BSC) tenía prevista la llegada de la nueva versión del superordenador, el MareNostrum V. La pandemia ha aplazado la instalación hasta una fecha, por el momento, indeterminada. Aun así, la infraestructura científica ha continuado prolífica durante la pandemia. Ha ampliado su plantilla con más de 100 trabajadores y colaboradores (de 670 a 774) y ha impulsado la creación de seis empresas (spin-off) para llevar al mercado el fruto de algunas...

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A finales de 2020 el Barcelona Supercomputing Center (BSC) tenía prevista la llegada de la nueva versión del superordenador, el MareNostrum V. La pandemia ha aplazado la instalación hasta una fecha, por el momento, indeterminada. Aun así, la infraestructura científica ha continuado prolífica durante la pandemia. Ha ampliado su plantilla con más de 100 trabajadores y colaboradores (de 670 a 774) y ha impulsado la creación de seis empresas (spin-off) para llevar al mercado el fruto de algunas de sus investigaciones.

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El consejero de Economía y la titular de Investigación y Universidades, Jaume Giró, y Gemma Geis, pusieron en valor esta semana en una visita al superordenador su capacidad para la transferencia tecnológica en Cataluña. Con 15 años de historia, el BSC ha promovido en el último lustro la creación de diez empresas derivadas, que emplean a otro centenar de personas. El director asociado del centro, Pep Martorell, explica que la experiencia acumulada permite “dar salida a tecnologías maduras en el mercado”. El responsable del centro, que anuncia que pronto se constituirán otras dos spin-off, celebra que estas compañías creen empleos y alimenten un “círculo virtuoso” ya que, como el BSC se queda parte de las acciones y acuerda royalties, permitirá que su labor alimente el sector público en caso de gran éxito en el sector privado.

Frontwave Imaging es una de las spin-off del BSC y del Imperial College de Londres que, fundada en 2020, busca cómo hacer mamografías sin dolor y sin rayos X, con una combinación de ultrasonidos (similares a la ecografía) y algoritmos de supercomputación. Impulsada por el fondo de inversión 101 Ventures, la compañía busca, con tres empleadas y unos 15 colaboradores, cerrar en las próximas semanas una primera ronda de inversión, de entre 500.000 y 800.000 euros. Espera, asimismo, poder probar su tecnología en un hospital de Barcelona. “El BSC es nuestro socio y nos aporta la tecnología más puntera, siempre está en la cresta de la ola”, valora el director de tecnología de Frontwave Imaging, Josep de la Puente. Según él, el éxito del BSC radica en juntar la herramienta, el supercomputador, con la gente que la sabe utilizar: los investigadores. “No es el modelo de Europa, se acerca más a los laboratorios nacionales de los EE UU”, comenta el investigador.

”Vimos que era asequible conseguir financiación privada y pensamos que todo podía ser más rápido con una empresa que en el sector público”, explica el cofundador de Qilimanjaro Artur Garcia. La empresa, que busca ofrecer un servicio en la nube de un ordenador cuántico, funciona con una cartera de clientes fijos y cuenta con un equipo internacional de 15 personas. García reconoce que es complicado formar equipo, en un campo que los experimentos se realizan con materiales a 273 grados bajo cero. Pero celebra que la UB estrene el próximo curso un máster oficial en Ciencia y Tecnología Cuánticas, en el que miembros de Qilimanjaro impartirán clases.

Los consejeros Jaume Giró y Gemma Geis durante una visita al BSC.GOVERN (Europa Press)

Sabemos que dos o tres start-ups de cada diez tiene mucho éxito y otras no van tan bien. Pero estoy convencido de que algunas de las nuestras tendrán un impacto importante en Europa”, augura Martorell.

La página de ofertas de trabajo del BSC lucía ayer un elenco de 60 vacantes. “Tenemos contratos con compañías como IBM, Huawei, Lenovo, Intel o ARM”, explica el director del BSC, que añade que el 25% del presupuesto de 41,9 millones que manejó el año pasado la infraestructura llegó de convenios con grandes empresas. “Acordamos una agenda de investigación a largo plazo. La compañía pone sus investigadores y nos financia que nosotros tengamos los nuestros. Los resultados se manejan desde la lógica del conocimiento abierto”, detalla el director del BSC.

Nuevas instalaciones

El MareNostrum V requerirá un mínimo de 200 armarios en el centro de datos del BSC, instalaciones que estarán listas en el primer semestre de 2022. La fecha de la llegada del nuevo ordenador está aún por fijar, igual que los superordenadores de la misma velocidad que esperan Italia y Finlandia, todos financiados a medias entre los estados y la Comisión Europa. “Hay escasez de chips, las empresas tienen problemas logísticos, hay barcos atascados en el Canal de Suez y todo va más lento. Cuando haces inversiones tan grandes te das cuenta de que cualquier cosa que pasa en el mundo te acaba afectando”, comenta Martorell. El nuevo superordenador, que será 17 veces más rápido que el actual, costará unos 200 millones y será la mayor inversión europea hasta ahora en España en una estructura de investigación científica.

La soberanía de Europa en chips se fragua en Barcelona

La compañía francesa que busca fabricar un microprocesador europeo para superordenadores, SiPearl, abre oficina en Barcelona. Su directora, Anna Riverola, que hasta junio trabajaba en el BSC, espera formar un equipo de 16 personas antes de que acabe 2022. La compañía, con sedes en París y Duisburgo (Alemania) ha escogido Barcelona como centro de operaciones en el sur de Europa. Las oficinas estarán, explica Riverola, “cerca del aeropuerto y del BSC”, no tanto para utilizar su infraestructura, sino porque SiPearl ve el superordenador como un futuro cliente. Riverola avanza que en las próximas semanas la compañía anunciará una ronda inversión de tres dígitos (en millones de euros). El BSC y SiPearl se encuentran entre los 28 socios del proyecto European Processor Initiative (EPI) de la Comisión Europea, que cuenta con un presupuesto global de 80 millones. SiPearl se presenta como el “brazo industrial” de un microprocesador que promete una soberanía tecnológica europea en un sector en el que el viejo continente depende de Estados Unidos y China. Aun así, la primera versión del chip, que SiPearl espera tener diseñado a finales de 2022, se tendrá que materializar en Taiwán “porque en Europa no hay productores”. El BSC trabaja en un acelerador de operaciones, un complemento que aumentará la velocidad del procesador. En noviembre la investigación del microprocesador europeo se canalizará a través del programa EuroHPC, el mismo que llevará el MareNostrum V a Barcelona. “Esencialmente no será europeo porque la tecnología no está madura, pero esperamos que cada MareNostrum futuro lo sea un poco más”, concluye Pep Martorell (BSC).

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