Las cerámicas sin florituras de Artigas y Hamada

El MNAC reúne 140 piezas de dos de los más grandes creadores del siglo XX a base de modelar el barro y dominar el fuego

Los ocho jarrones creados a partir de 1959 y durante dos años por Artigas para su cliente Bonaventura Martí.j. á. m.

La domesticación de plantas y animales, la sedentarización y la elaboración de herramientas pulidas se consideran (en un proceso que comenzó en el Próximo Oriente hace 8.000 años) como una de las grandes revoluciones de la humanidad, la neolítica, en la que también se crearon las primeras cerámicas; un signo de que los humanos comenzaban a ser cada vez más civilizados. Desde entonces la cerámica ha evolucionado poco: tierra y agua en manos de un artesano-creador que acaba, tras la acción del fuego, creando ya no piezas útiles para beber o almacenar grano, sino auténticas obras de arte. Como la...

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La domesticación de plantas y animales, la sedentarización y la elaboración de herramientas pulidas se consideran (en un proceso que comenzó en el Próximo Oriente hace 8.000 años) como una de las grandes revoluciones de la humanidad, la neolítica, en la que también se crearon las primeras cerámicas; un signo de que los humanos comenzaban a ser cada vez más civilizados. Desde entonces la cerámica ha evolucionado poco: tierra y agua en manos de un artesano-creador que acaba, tras la acción del fuego, creando ya no piezas útiles para beber o almacenar grano, sino auténticas obras de arte. Como las creadas por dos de los grandes ceramistas del siglo XX: el catalán Josep Llorens Artigas (1892-1980) y el japonés Hamada Shoji (1894-1978), autores de unas obras sin artificios, de líneas puras y pocas decoraciones; dos grandes amigos que el MNAC ha vuelto a reunir en la exposición Los colores del fuego. Hamadas-Artigas, que podrá verse hasta el 3 de octubre.

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Comisariada por el especialista Ricard Bru, la presentación de la exposición ha contado este jueves con la presencia del director de la Fundació Josep Llorens Artigas, Isau Llorens, y el ceramista y escultor Joan Gardy Artigas, nieto e hijo del ceramista catalán, respectivamente, además del director del MNAC, Pepe Serra, sobrino-nieto de otro de los culpables de esa relación de amistad y fascinación mutua de décadas entre los dos creadores: el también artista, ceramista y viajero aventurero Eudald Serra que durante 13 años vivió en Japón, hasta que en 1948 regresó a Barcelona, casado con una nipona y padre de una hija y se dedicó a difundir todo lo que había vivido y visto convirtiéndose en un elemento fundamental en las relaciones entre Cataluña y Japón.

Jarrón (henko) Creado en gres esmaltado con los dedos por Hamada en 1962.MNAC

En la exposición se han reunido solo 140 piezas de los dos creadores, “pero son las mejores, para que hablaran por si solas”, explicó Bru que ha reunido piezas procedentes del Victoria & Albert Museum de Londres, la Fundación Maeght de Saint-Paul de Vence, el Museo del Diseño de Barcelona, la Fundación Pilar y Joan Miró de Mallorca, así como de colecciones privadas. Una muestra que estaba prevista celebrar en noviembre de 2000, pero la pandemia ha retrasado hasta este mes de junio.

Hamada Shoji, en 1961 mostrando uno de los platos adquiridos por Eudald Serra que se pueden ver en la exposición.MNAC

En un video introductorio se ve a los dos trabajando a Artigas en Gallifa (Barcelona) y a Hamada en Mashiko (Japón), mostrando cómo los dos tenían formas diferentes de llevar a cabo sus obras. “Mientras que Artigas trataba cada pieza con mucha delicadeza, como si fueran únicas y diferentes, Hamada las sacudía y las trataba con fuerza”, ha explicado Bru. Algunas de las piezas que se ven en las filmaciones de 1969 y 1970 son las mismas que se pueden ver luego en la sala. Como el conjunto de ocho jarrones creados por Artigas por encargo de Bonaventura Martí que realizó a partir de 1959 durante dos años, a base de ir seleccionándolos en las diferentes cocciones para crear un conjunto armónico. “Aunque diferentes los dos buscaban piezas expresivas, suprimiendo toda decoración superficial, buscando lo esencial”, ha insistido Bru, junto a estos jarrones, boles, tazas y cuencos de formas simples y acabados esmaltados de uno y de otro. Según Joan Gardy “mi padre y Hamada trabajaban con libertad total, teniendo en cuenta que lo más importante era lo que hablaban las cerámicas y siguiendo el precepto de Mies van der Rohe de que menos es más”.

Joan Gary Artigas trabajando la cerámica ante la atenta mirada de su padre Llorens Artigas y de Joan Miró en 1963.

Artigas y Hamada se conocieron en 1952 un congreso de ceramistas en Londres. Artigas ya había descubierto de la mano de Eudald Serra su admiración por la cerámica que se hacía en Asia Oriental, sobre todo las del movimiento mingei, que buscaba poner en valor la artesanía popular de líneas depuradas y simples muy acorde con su no renuncia de las tradiciones. Pero no sería hasta diez años más tarde, en 1962 cuando se volvieron a encontrar. Fue en la boda de Joan Gardy e Ishikawa Mako en Japón. Los padrinos fueron Hamada y su mujer intensificando la relación entre los dos artistas desde ese momento. La relación fue tal que el hijo de Artigas copió los planos del horno de Hamada para construir uno idéntico en Gallifa, donde se cocieron muchas de las piezas creadas, mano a mano con Miró con el que Artigas padre e hijo trabajaron más de 35 años. Bru, según ha desvelado el nieto de Llorens Artigas, trabaja en las memorias inéditas de este ceramista que pronto se editarán.

La exposición, con un presupuesto de 239.000 euros, se complementa con fotografías de los dos artistas en diferentes momentos de su vida, cartas, recortes de prensa y revistas y objetos como kimonos y biombos. Según Serra, sin citar expresamente al Hermitage, ha reivindicado “la potencia de los fondos que hay en la ciudad” y ha apuntado que: “deberíamos sacarnos el provincianismo de encima”.

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