Las disputas internas de Junts complican la formación del Govern
Elsa Artadi, que negoció el acuerdo con ERC, se autoexcluyó para ser vicepresidenta y titular de Economía
Pere Aragonès fue elegido ayer como presidente de un Govern que, de momento, no cuenta con un número dos claro. Le corresponde a Junts, su socio, proponer un nombre para ocupar esa posición después de que Elsa Artadi se autoexcluyera para ser vicepresidenta y titular de Economía. La decisión de la portavoz de Junts, que negoció el acuerdo con ERC, es la punta del iceberg del malestar interno por el que pasa la formación y que tiene a Jordi Sànch...
Pere Aragonès fue elegido ayer como presidente de un Govern que, de momento, no cuenta con un número dos claro. Le corresponde a Junts, su socio, proponer un nombre para ocupar esa posición después de que Elsa Artadi se autoexcluyera para ser vicepresidenta y titular de Economía. La decisión de la portavoz de Junts, que negoció el acuerdo con ERC, es la punta del iceberg del malestar interno por el que pasa la formación y que tiene a Jordi Sànchez en el ojo del huracán.
El nuevo líder catalán tomará posesión del cargo el próximo lunes por la tarde, en un acto solemne en el Palau de la Generalitat, y posteriormente firmará el decreto de creación del Govern, con sus respectivas consejerías y competencias. Hasta entonces los partidos no harán oficiales los titulares de los departamentos y de los altos cargos técnicos, aunque ya corran las quinielas. El nombre del vicepresidente, referente del socio de coalición, solía estar meridianamente claro mucho antes. Esta legislatura no será el caso.
El paso al lado de Artadi, que se conoció el pasado miércoles, trastocó los planes del diseño del Govern tanto en Junts como en las filas republicanas. Estos últimos daban por descontado que la interlocución, tanto de ámbito económico como político, sería con la portavoz de Junts, alguien con quien Aragonès ya había trabajado en el pasado, cuando Artadi era portavoz del Ejecutivo.
Aragonès, hasta ayer vicepresidente económico, nunca asistió a un Consejo de Política Fiscal y Financiera, pero siempre cuidó de que fuera uno de sus colaboradores más estrechos. Artadi no tardó en argumentar que su decisión era coherente con su compromiso a trabajar en la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona, con la intención de ganar las municipales de 2023.
Lo cierto es que, desde mucho tiempo atrás, ya era más o menos evidente la falta de sintonía entre la portavoz de Junts y el secretario general, Jordi Sànchez. Ambos pilotaron las negociaciones con ERC.
El número dos de Puigdemont en el partido cumple condena por un delito de sedición en la prisión de Lledoners y eso dificultó enormemente la negociación con los republicanos, a lo que habría que agregarle la difícil digestión de la derrota —por la mínima— de los puigdemontistas.
El ala más pactista de Junts —proveniente del espacio convergente y con mucho peso en la representación gubernamental— no tardó en expresar su desconcierto por el modo como se alargó una negociación que duró más de 90 días tras las elecciones del 14-F.
La manera como Sànchez daba por hecho el acuerdo exasperó a Artadi y a otros negociadores que intentaban apretar más a los republicanos. Incluso se llegó a pensar que el secretario general debería dar un paso al lado.
De fondo estaba el silencio de Puigdemont. Desde Bruselas, donde está huido de la justicia, el también eurodiputado rompió ayer su silencio de días para felicitar a Aragonès y para explicar el mutismo hacia el pacto. El expresident tuvo tiempo para criticar a España por la gestión de la crisis con Marruecos, pero no decía nada sobre la situación política de Cataluña. “Mi intención era que el resultado al que se llegara (acuerdo o no) pudiera ser explicado de una manera más rigurosa que no partir del argumento simplista y deshonesto de vincularlo a mis supuestos deseos o intereses personales”, asegura Puigdemont en una carta que envió ayer a la militancia.
El expresident, eso sí, felicita a Aragonès y pide trabajar en la confianza y lealtad del Govern. No menciona el cisma por el que pasa su partido, que enfrenta precisamente a dos personas a las que él mismo encumbró. “La decisión final la tomarán Sànchez y Picanyol”, explica un alto cargo del Ejecutivo, haciendo referencia a los dos apellidos de Sànchez. La elección, además, tiene la complicación añadida de cumplir con la paridad en el reparto de las siete carteras que le corresponden (al menos tres consejeras).
Baile de nombres
Tras la decisión de Artadi, solo la diputada por Girona y actual portavoz del grupo parlamentario de Junts y exvicerrectora de la Universidad de Girona, Gemma Geis, parece tener asegurada una cartera, la de Universidades e Investigación.
La exportavoz del Govern, Meritxell Budó, tenía pocas posibilidades de lograr presidir el departamento de Derechos Sociales, pero la nueva coyuntura da aire a sus deseos.
Budó, junto con Damià Calvet, fueron las únicas voces de Junts con más rango dentro del Govern que pedían acelerar el pacto con ERC. El dibujo final del nuevo Ejecutivo terminó por fusionar en una sola cartera las competencias en políticas digitales (que había liderado Jordi Puigneró) con algunas de Territorio (en manos de Calvet) y eso abrió una competencia entre ambos para continuar.
La vacante en Economía abría una posibilidad para Calvet, pese a que algunas alas del partido lo ven como demasiado moderado. Su apoyo en las bases no es muy grande, alegan sus detractores, que recuerdan que solo logró el 20% de los votos en las primarias contra Laura Borràs. Eso sí, tiene la bendición de los exconsejeros condenados en el juicio al procés, Jordi Turull y Josep Rull. Ramon Tremosa y Josep Rius (que también estuvo en la comisión negociadora) también pugnan por algún lugar en el Ejecutivo.