Altos cargos de Junts en el Govern abogan por salvar la coalición con ERC

El sector más posibilista perdió las primarias para elegir cabeza de lista ante Laura Borràs

La 'consellera' de Presidencia en funciones, Meritxell Budó, durante la rueda de prensa semanal del Ejecutivo catalánDavid Zorrakino (Europa Press)

Las negociaciones entre ERC y Junts ha hecho que los del partido de Carles Puigdemont se enfrenten de nuevo a sus contradicciones internas. Junts acoge desde cargos del Ejecutivo de pata negra exconvergente hasta recién llegados a la política, sin experiencia en la Administración y menos en las dinámicas internas de una formación. Esas almas han vuelto a chocar durante la carrera de obstáculos en que se ha convertido el pacto con los republicanos y ahora, con el fantasma de una repetición electoral, los nervios están a flor de piel.

Mientras que las voces que hablan abiertamente de una ...

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Las negociaciones entre ERC y Junts ha hecho que los del partido de Carles Puigdemont se enfrenten de nuevo a sus contradicciones internas. Junts acoge desde cargos del Ejecutivo de pata negra exconvergente hasta recién llegados a la política, sin experiencia en la Administración y menos en las dinámicas internas de una formación. Esas almas han vuelto a chocar durante la carrera de obstáculos en que se ha convertido el pacto con los republicanos y ahora, con el fantasma de una repetición electoral, los nervios están a flor de piel.

Mientras que las voces que hablan abiertamente de una repetición electoral, como la del diputado Joan Canadell (el más votado por la militancia en la confección de las listas para el 14-F), son más ruidosas, la presión de los altos cargos del Ejecutivo en funciones que intentan asegurar el futuro de la coalición es más discreta. “Nadie dirá nada, nadie quiere ser el próximo Cuevillas”, asegura la mano derecha de un alto cargo de Junts. Se refiere al diputado Jaume Alonso-Cuevillas, que fue apartado de su cargo en la Mesa del Parlament después de criticar la estrategia oficial de desobediencia del partido en la Cámara.

Hasta el momento, tres consejeros se han posicionado abiertamente a favor de entrar en el Ejecutivo, expresando diversos niveles de preocupación respecto a la demora pero sin criticar al equipo negociador que lidera Jordi Sànchez. La portavoz del Ejecutivo, Meritxell Budó, defiende que Junts es “un partido de gobierno” o el consejero de Territorio, Damià Calvet dejó clara su visión sobre la necesidad de estar en el Govern en una entrevista a Catalunya Ràdio: “No contemplo otra posibilidad”, dijo. “¿Cómo explicar dentro de unos meses que no fuimos capaces de hacer una lectura del resultado [del 14-F] para formar Govern?”, terció durante el fin de semana el titular de Interior, Miquel Sàmper.

Calvet perdió las primarias para elegir cabeza de cartel de Junts ante la presidenta del Parlament, Laura Borràs. El consejero solo logró cosechar el 20,5% de los votos, algo que da la idea de la correlación de fuerzas dentro de la militancia. Los provenientes del PDeCAT también ponen otros argumentos sobre la mesa: no entrar al Ejecutivo significaría, aparte de perder más de 250 cargos, una travesía en el desierto que un partido con menos de un año de existencia no se puede permitir. “Junts no tiene las mismas hipotecas que sus predecesores”, contraargumenta una voz de la formación. Las elecciones municipales son en dos años.

La estrategia negociadora de ERC en el último tramo, sin embargo, ha terminado por unificar a las almas de Junts contra el verdadero rival político por mucho que se quiera vender el relato de unidad independentista. Se ha llegado a un límite. Darle los votos “gratis” para que Pere Aragonès pueda gobernar en solitario es un peaje que no piensan pagar.

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