La Crónica

Excusas pandémicas

La suerte ha sido el factor clave para saltarse las restricciones de la covid. Aquí, un top 20 de argumentos fallidos

Control de los Mossos en marzo de 2020, durante el confinamiento.Carles Ribas (EL PAÍS)

Perdone que me dirija directamente a usted, lector. El libro de estilo de este diario no lo ve con buenos ojos. Pero ambos sabemos que es cierto lo que voy a decirle. Será breve, claro y directo al alma: usted se ha saltado las restricciones de la pandemia. Seguro que solo fue un día. Sin más. Y por un buen motivo. Que aquí la mayoría hemos cumplido religiosamente. Pero los datos no mienten: en un año de covid se han impuesto casi un millón y medio de multas en España. Y son todos los que están, pero no están todos...

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Perdone que me dirija directamente a usted, lector. El libro de estilo de este diario no lo ve con buenos ojos. Pero ambos sabemos que es cierto lo que voy a decirle. Será breve, claro y directo al alma: usted se ha saltado las restricciones de la pandemia. Seguro que solo fue un día. Sin más. Y por un buen motivo. Que aquí la mayoría hemos cumplido religiosamente. Pero los datos no mienten: en un año de covid se han impuesto casi un millón y medio de multas en España. Y son todos los que están, pero no están todos los que son. Eso lo sabemos ambos.

La suerte ha jugado un papel clave en la salvación (“¡No me he encontrado ni un control!”). Menos éxito auguro a las mentiras elaboradas, esas ideas que en la sobremesa parecen infalibles pero que palidecen en cuanto nos dicen: “Déjeme ver su documentación”. Aquí va un pequeño top 20 de excusas, recopiladas en una encuesta informal a policías a través de Twitter. Seguro que hay muchas más. Si necesita contar la suya, le escucho. Y si jamás de los jamases se ha saltado una restricción, le pido perdón y le felicito, sin ironía: es usted nuestra salvación.

Animaladas. El confinamiento más duro, entre marzo y junio, cuando casi solo se veían perros que tiraban de sus dueños por la calle. Al dar el alto a un coche, con un animal, su propietario alegó: “He sacado a pasear al perro dentro del coche”. Otros echaron mano de lo único que tenían en casa: el periquito en la jaula. “Es mi mascota, y está permitido sacarla”. Otra pareja, al cruzarse con una patrulla: “¿De dónde vienen? Del hospital. Certificado del hospital. Bueno, en realidad venimos del veterinario. Vale. Justificante y qué animal habéis llevado. Una tortuga. ¿Una tortuga? ¿Y teníais que ir los dos? Si, bueno, los dos… ¿Justificante de la visita? No nos han dado. ¿Y la tortuga? Ingresada”.

Trabajo en finde. Certificado de empresa de Fulanito García S. A., que lleva el tal Fulanito García S. A., que va con toda la familia en el coche para un trabajo en el Pirineo durante el fin de semana. E igual que la montaña, tira la costa: justificante de empresa para un desplazamiento de Barcelona a Platja d’Aro. ¿Razón del viaje? Dar un curso de riesgos laborales en una empresa en fin de semana… El sufrimiento en esos viajes de fin de semana también ha sido constante: sufro porque “me he dejado una bombilla encendida, me han roto una ventana, tengo un reventón...” en mi segunda residencia y vengo a arreglarlo.

Mi abuelo se droga. De madrugada, los Mossos paran a una persona que asegura que va a ver a su abuelo, vulnerable, una de las excepciones permitidas. Le encuentran speed y setas alucinógenas en los bolsillos. Doble multa. No muy distinto del joven que va a ver a su abuelo a 100 kilómetros de distancia, cargado con cinco bolsas de marihuana…

Un poco de sexo, por favor. El Tinder, esa aplicación para ligar que ha popularizado el ’it’s a match’ (si no entiende la expresión, la vida ya se lo enseñará), ha sido uno de los motivos más populares para saltarse la norma. Como el que alegó que hacía dos meses que no mantenía relaciones sexuales y que por fin había encontrado a alguien… No pudo ser... O el que tuvo un ataque de sinceridad al saltarse el límite perimetral: “¿De dónde viene? De casa de mi novia. ¿A dónde va? A casa de mi mujer”. También fue sincero el hombre de 70 años que contó a los Mossos que iba a ver a su novia y ya se había tomado “la pastillita”. Suplicó que le dejasen pasar con urgencia… La complicidad sexual también fue un alegato recurrente: “Señor agente, enróllese, tengo a la novia sola en casa”. O el grupo de cinco hombres, de madrugada, en la ronda litoral de Barcelona, que iban a un local de prostitución: “Tú eres hombre detrás de este uniforme, tienes que entenderlo”. Pues no hubo comprensión. Menos honesto fue el que dijo que llevaba de Barcelona a Arenys la compra a su novia, que estaba impedida. En la bolsa de la compra, en el maletero, solo había vino, sushi y condones.

Top freak. Algunos, al verse sorprendidos por la policía han tirado de imaginación. Como el que dijo que buscaba wi-fi. O el que aseguró que el coche llevaba muchos días parado y lo sacó a dar una vuelta porque la batería estaba mal. Una vuelta de 180 kilómetros, de Llançà a Barcelona. Una excusa tan absurda como el intento del hombre que cuando vio a unos policías se puso a correr. “Estoy haciendo footing”. Iba con tejanos, chaleco de vestir y mocasines. El top 1 lo disputa el joven que se presentó a la policía local de Chipiona como productor musical que buscaba emplazamientos para el nuevo vídeo clip de Maluma… Compite con el que fue parado en Sitges por los Mossos, por enésima vez. Cuando le preguntaron qué hacía allí, estalló: “Iba a robar, pero así no se puede, no me dejáis en paz y no hay manera de ganarse la vida”. Vaya por Dios.

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