Umberto Eco sigue vivo en Fabra i Coats
Martín Anson y el colectivo Broomberg & Chanarin presentan en Barcelona dos exposiciones abiertas y en construcción, que evolucionan a lo largo de los días
Umberto Eco publicó en 1962 Obra Abierta, un libro en el que se planteaba cómo las obras de artes, creadas como algo cerrado por un artista, son interpretadas de forma diferente por cada persona que las ve. A Eco no se le citó hace unos días en el Centro de Arte Fabra i Coats de Barcelona, pero estuvo presente en la inauguración de las dos propuestas que presentó este espacio ubicado en la antigua fábrica textil de Sant Andreu que dirige Joana Orteg...
Umberto Eco publicó en 1962 Obra Abierta, un libro en el que se planteaba cómo las obras de artes, creadas como algo cerrado por un artista, son interpretadas de forma diferente por cada persona que las ve. A Eco no se le citó hace unos días en el Centro de Arte Fabra i Coats de Barcelona, pero estuvo presente en la inauguración de las dos propuestas que presentó este espacio ubicado en la antigua fábrica textil de Sant Andreu que dirige Joana Ortega: la del artista y docente Martí Anson, Una exposición verdadera, en la que todo está por hacer y la del colectivo Broomberg & Chanarin, que después de 21 años de trabajar de forma conjunta, han decidido separarse y han transportado desde Londres a Barcelona un tráiler de 13 metros cargado con toda su obra que se irá desembalando y exponiendo, poco a poco.
Lo primero que llama la atención del visitante es que, en la puerta, dificultando casi la entrada, hay un camión cargado de maderas y de vez en cuando suena el claxon, reclamando la atención del visitante. En el interior de la sala pueden verse cientos de listones de madera más, hasta 600, apilados en la pared, en el suelo o formando parte de las enormes estructuras de un trampolín y un tobogán.
Anson (Mataró, 1967) presenta, hasta el 23 de mayo, una antiexposición en el sentido de que todo está por hacer y es el espectador el que acabará dando forma a la misma con ayuda de un destornillador. “La idea es que la estructura avance con nuevas maderas o que se desmonte”, explica, de forma concisa, dejando clara su idea de romper con la idea sacralizada de la obra de arte. Durante los días que dure la muestra, en compañía de cinco de sus alumnos de Bellas Artes continuará trabajando en su particular montaje e incitando a que los visitantes se unan a ellos. “No hemos planificado nada, todo está sometido a la improvisación. Tampoco se explicará nada. Los museos tienen la costumbre de explicarlo todo para tener el control. Aquí no hay nada que explicar”, acaba Anson, un incitador que ya ha construido en sus anteriores muestras barcos, casas y una tienda de muebles efímera.
“El museo está lleno de normas. La exposición pone en entredicho los límites del acto creativo, la autoría y la institución misma”, explica Hurtado. La directora parece querer romperlas con la idea de hacer más cercano y comprensible el arte contemporáneo, porque en la segunda exposición también el esquema no tiene nada que ver con el tradicional y se altera. En la tercera planta, junto a la parte final del enorme tobogán de Anson y sus alumnos, el visitante se topará con un montón de cajas apiladas. Tantas como las que caben el tráiler que viajó desde el Reino Unido a Barcelona dos días antes del cierre de fronteras por el Brexit.
En las cajas y paquetes está la exposición The late estate Broomberg & Chanarin. Ya lo dice el título, con el legado artístico del dúo formado por Broomberg (Johannesburgo, 1970) y Chanarin (Londres, 1971), una pareja de fotógrafos que tras más de 20 años juntos denunciando con sus fotografías el uso político, emocional y financiero de las imágenes, han decidido acabar su relación personal y artística. Pero en vez de presentar una retrospectiva tradicional, aquí está todo por hacer. Entre las obras y material que está por desembalar, series como Divine Violence, The Day Nobody Died y War Primer 2, que ellos realizaron tras enrolarse como reporteros en la guerra de Afganistán, hacerse pasar por antropólogos entre los pigmeos de Gabón o superponer sobre el libro de Bertolt Brecht, Kriegsfibel, con imágenes de la II Guerra Mundial otras capturadas de internet sobre la guerra global contra el terrorismo. Además de sus libros, muchos de ellos premiados, así como trabajos inéditos, maquetas, negativos, pruebas y otros experimentos. Unas obras que antes de su último viaje se han podido ver en el MoMA, la Tate Modern o el Pompidou.
En mitad de la sala la archivera Elisabet Rodríguez abre las cajas e inventaría su interior. “Es una especie de autopsia de la obra de estos creadores”, explica Hurtado. Cada 15 días se expondrá una nueva serie, mientras la archivera sigue haciendo su trabajado a la vista de todos.
La pandemia, que tantos proyectos ha alterado, también impedirá, por ahora que los dos artistas se vuelvan a encontrar para trabajar en este su legado “póstumo”. Y quien sabe, si de paso, acabarían cogiendo las herramientas y ayudado a Anson y a sus alumnos a construir-deconstruir sus obras con los listones de madrera.
31,9 millones para acabar de rehabilitar la antigua fábrica
La reforma de la nave central de la fábrica Fabra i Coats será una realidad en 2024 cuando terminen los trabajos que acaba de anunciar el Ayuntamiento de Barcelona, la tercera fase de las obras. Una vez terminen se trasladará allí la Escuela Municipal de Música de Sant Andreu y se reubicarán la Fábrica de Creación y el Centro de Arte Contemporáneo. De los 12,9 millones previstos invertir, 10,2 los pagará la Diputación de Barcelona. Luego habrá que reurbanizar el espacio interior de la fábrica y llevar a cabo la rehabilitación del conjunto de la maquinaria y las instalaciones patrimoniales de la sala de calderas, futuro Centro de Interpretación del Trabajo, que dependerá del Museo de Historia de Barcelona, que elevará el presupuesto a 21,6 millones. Tras la nueva reurbanización del recinto el coste total será de 31,9 millones de euros.