‘El exorcista’ ya expulsa demonios en catalán

A los 50 años de la aparición del clásico del terror, Obscura Editorial lo traduce por vez primera a la lengua de Verdaguer, que practicó el ritual en 1891

El filme 'El exorcista' convirtió en 1973 la novela de William Peter Batty en un icono popular.Warner Bros. Pictures / Sunset Boulevard (GETTY)

La génesis de El exorcista, una de las obras más terroríficas de todos los tiempos, fue un poco de risa: William Peter Blatty, su autor, quería salir de su encasillamiento como escritor de obras cómicas y guiones absurdos. También es de risa que la novela, de la que sólo en EE UU se llevan vendidos más de 13 millones de ejemplares desde su publicación en 1971, haya tardado justo medio siglo en ser traducida al catalán, en un particular homenaje que le rinde ahora la jovencísima Obscura Editorial.

En enero de 1968, Blatty (Nueva ...

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La génesis de El exorcista, una de las obras más terroríficas de todos los tiempos, fue un poco de risa: William Peter Blatty, su autor, quería salir de su encasillamiento como escritor de obras cómicas y guiones absurdos. También es de risa que la novela, de la que sólo en EE UU se llevan vendidos más de 13 millones de ejemplares desde su publicación en 1971, haya tardado justo medio siglo en ser traducida al catalán, en un particular homenaje que le rinde ahora la jovencísima Obscura Editorial.

En enero de 1968, Blatty (Nueva York, 1928-2017) alquiló una cabaña en el lago Tahoe para escribir una novela sobre una “posesión demoníaca a la que hacía más de 20 años que le daba vueltas”, recordaba. Atravesaba entonces una doble crisis profesional: estaba harto de ser identificado como autor de novelas hilarantes y guiones alocados, género que, encima iba la baja, como notaba en su bolsillo. Blatty era popularmente conocido como el autor de ¿Qué camino para la Meca, Jack? (1960), burlonas memorias de su paso por las Fuerzas Aéreas, o por los guiones de las tronchantes El nuevo caso del inspector Clouseau (1964) y ¿Qué hiciste en la guerra, papá? (1966).

Durante seis semanas, en aquella cabaña Blatty no pasó de “cambiar la fecha de inicio del primer párrafo del libro”, como admitió décadas después. La cosa no salía porque la historia de la posesión demoníaca camuflaba un desequilibrio más existencial del escritor. Blatty Era hijo de inmigrantes libios; su padre les había abandonado siendo él chico y su madre, sobrina de obispo, una ferviente católica. Muy unido a ella, su muerte en 1967 le generó una auténtica crisis de fe, que en el fondo fue la semilla de su futura gran novela. Un caso real ocurrido a finales de los años 40 en Maryland a un niño de 14 años estaba en la base de una historia que le impresionó, pero el drama residía en sus propias dudas, que conjuró literariamente en El exorcista, tanto o más una historia de fe y sacrificio que de terror. Así lo encarna el joven padre Damien de la obra, que ante la enfermedad terminal de su madre sufre la duda profunda y lacerante de sus creencias y su vocación.

En ese contexto espiritual, Damien, ayudado por el anciano y experto en exorcismos padre Merrin, debe enfrentarse al extraño caso de Regan, una niña de 12 años víctima de unos sucesos paranormales cada vez más violentos y ante los que los médicos no hallan causa científica. La posesión demoníaca asoma como única explicación. Ambos capellanes son jesuitas, la misma orden religiosa bajo la que estudió el niño Blatty, en uno más de los jirones autobiográficos que dejó en la obra, como el de su experiencia en la guerra psicológica en la que trabajó durante la Segunda Guerra Mundial. “Operaciones psíquicas”, las definió, sin entrar nunca en demasiados detalles.

El escritor William Peter Blatty, el 29 de octubre de 2013 en Washington.JIM LO SCALZO (EFE)

Tardó casi un año en escribir la novela, que dejó deprisa y con retoques de última hora (suavizar el vocabulario soez de la madre de la niña y dejar un final más abierto, “menos obvio”, como le pidió su editor) para aceptar el encargo alimenticio de una adaptación cinematográfica. Mientras, El exorcista acabó publicándose en 1971, con un éxito espeluznante: 52 semanas en la lista de los más vendidos, 17 de la cuales como número uno. Aun así, el impacto no sirvió para facilitar una versión cinematográfica, de la que Blatty mismo hizo el guion y que dirigió William Friedkin. El filme, de 1973, que interpretaron Max von Sydow, Jason Miller y Linda Blair en el papel de la niña Regan, se convirtió, sin embargo, en un icono de la cultura popular como, a rebufo, le ocurrió a la novela.

Blatty rechazó participar en una segunda entrega audiovisual y hasta 1983 no escribió una especie de secuela, Legion, que sirvió de base para el filme El exorcista III (1990). No volvió a tocar la novela hasta 2011, cuando el 40 aniversario, dando más ritmo a los diálogos e introduciendo alguna escena más escalofriante aún. Esa edición es en la que se basa la versión en catalán que ahora publica Obscura Editorial, en traducción de Eduard Sepúlveda. “Llevamos trabajando en ella más de un año”, admite Job Peró, apasionado lector de novelas de terror y del primer Stephen King y que, a sus 47 años, compaginando su labor como distribuidor de productos químicos, ha hecho realidad su vocación y ha creado una editorial que tendrá en lo incierto, lo que infunde temor por desconocido o misterioso, su razón de ser.

Un nicho editorial al alza

Terror, ciencia-ficción y fantasía, en catalán y castellano, para franjas crossover y adultos y a un ritmo de una decena de títulos al año (al menos, un tercio de ellos en catalán) son las coordenadas de Obscura Editorial, que en el panorama en catalán se añade a una oleada de nuevos sellos en ese nicho en menos de dos años, con la llegada de Mai Més y Chronos (en 2019), y al notable incremento de títulos de estos ámbitos en los catálogos de otros ya existentes, como Males Herbes, Raig Verd, L’Altra Editorial y Pagès Editors. “Iremos más con textos que sean claramente de terror, una fantasía más oscura que no se quede en espadas y dragones y una ciencia-ficción más inquietante y menos tecnológica”, fija Peró como elementos diferenciadores para buscar la parcela intransferible de Obscura Editorial. Otra distinción será una línea de no ficción sobre “mitos, leyendas y religión”, por ahora con un solo título (Los últimos días de Mahoma, de Hela Ouardi, con problemas de censura en países islámicos), que albergará una serie específica sobre figuras catalanas.

Para ser coherente con su nombre, la editorial, apenas con un año de vida, tuvo un inicio terrorífico. “El confinamiento de marzo de 2020 empezó la misma semana que nuestro primer libro, Cínder i el príncep de mitjanit, de la directora de cine y escritora Susan Ee, llegaba a librerías; y nos pilló con dos más en la distribuidora”, recuerda Peró, por lo que lijó sus ahorros y los de su padre, con quien ha montado una editorial que no tiene trabajadores fijos y cuenta con la editora externa Roser Vales.

Un autor del género como Jesús Cañadas, que, tras participar en una antología, recomienda obras (como Los últimos días de Jack Sparks, de Jason Arnopp), ayuda también a alimentar un catálogo en un momento de alta competencia, “pero apasionante: cuando peor lo pasa uno, más consume terror en la medida que nos ayuda a enfrentar y superar mejor nuestros miedos cotidianos”, formula Peró. Tampoco es ajeno, defiende, el triunfo del género en lo audiovisual “que retroalimenta el sector: las historias de las pantallas se nutren de libros como las editoriales con productos salidos de ellas”.

De momento, su catálogo irá en breve, entre otros, con la versión castellana en marzo del nuevo libro del dúo Salvador Macip y Ricard Ruiz Garzón, una realidad alternativa con plaga incluida que deja invidente a la gente (Janowitz, en marzo). Y, con todos los honores (tapa dura y 1.400 ejemplares), a partir del 18 de febrero, L’exorcista, o los padres Damien y Merrin sacando demonios en catalán. Como si fueran el mismísimo Jacint Verdaguer en 1891.

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