Vacunas frente a la covid: confiar en la ciencia

Nunca antes, para ninguna enfermedad, ha habido tantas vacunas candidatas en desarrollo y con una probabilidad tan alta de que sean efectivas. Su rápido desarrollo es, sin duda, un gran éxito científico

Una mujer recibe la vacuna contra la covid, en Estados Unidos.CHANDAN KHANNA (AFP)

A finales de diciembre de 2019 la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (China) notificó los primeros casos de una neumonía de origen desconocido. Hoy día, sabemos que el origen de esa neumonía fue un nuevo virus, el SARS-CoV-2, que ha causado la gran pandemia en la que estamos inmersos y que ha provocado la muerte de más de 1,5 millones de personas en todo el mundo.

Disponer de una vacuna frente al SARS-CoV-2 ha sido una prioridad sanitaria y social desde el principio. En condiciones normales, el desarrollo de una vacuna tarda una media de 10 años. La carrera para la investiga...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

A finales de diciembre de 2019 la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (China) notificó los primeros casos de una neumonía de origen desconocido. Hoy día, sabemos que el origen de esa neumonía fue un nuevo virus, el SARS-CoV-2, que ha causado la gran pandemia en la que estamos inmersos y que ha provocado la muerte de más de 1,5 millones de personas en todo el mundo.

Disponer de una vacuna frente al SARS-CoV-2 ha sido una prioridad sanitaria y social desde el principio. En condiciones normales, el desarrollo de una vacuna tarda una media de 10 años. La carrera para la investigación de una vacuna para prevenir la covid-19 se ha acelerado al máximo, y en menos de un año se ha autorizado ya la primera y algunos países ya han iniciado o iniciarán en los próximos días los programas de vacunación de la población.

Las vacunas son la mejor herramienta preventiva que tenemos para luchar contra las enfermedades infecciosas. Cada año se evitan más de tres millones de muertes en todo el mundo gracias a los programas de inmunización frente al sarampión, la poliomielitis, el tétanos, la difteria y tantas otras vacunas que se han logrado desarrollar gracias a los avances de la investigación científica.

Según el último informe de la Organización Mundial de Salud, del 10 de diciembre, hay 162 vacunas en investigación preclínica (experimentación animal) y 52 en fase clínica, de las cuales 12 ya han iniciado la fase III y dos ya la han concluido. Nunca antes, para ninguna enfermedad, ha habido tantas vacunas candidatas en desarrollo y con una probabilidad tan alta de que sean efectivas.

En las últimas semanas, diferentes compañías farmacéuticas han comunicado en notas de prensa datos de eficacia excelentes de las vacunas que están desarrollando. Se acaban de publicar en revistas científicas de gran nivel, como The Lancet y The New England Journal of Medicine, los resultados de eficacia y seguridad de los ensayos clínicos en fase III y las agencias reguladoras del medicamento están ya completando su evaluación.

Esta carrera sin precedentes para la obtención y la autorización de vacunas frente a la covid-19 ha hecho que muchas personas se planteen las siguientes preguntas: ¿una vacuna para un virus que se identificó hace un año?, ¿cómo es posible?, ¿estamos corriendo demasiado?, ¿serán realmente eficaces y seguras estas vacunas?, ¿me vacuno o me espero “a ver qué pasa”?

El desarrollo de las vacunas se está realizando de forma muy rápida porque vivimos una emergencia sanitaria. Pero, y esto es muy importante, se están siguiendo todos los pasos (o fases) establecidos en la metodología de la investigación científica. La fase 1 se realiza en un número pequeño de voluntarios sanos y su objetivo es evaluar la seguridad. En la fase 2 se amplía el número de personas a unos centenares y se evalúa la respuesta inmune a la vacuna. En la fase 3 se incluye a miles de voluntarios para estudiar la eficacia de la vacuna —protección frente a la enfermedad— y su seguridad, comparando los resultados entre el grupo de personas que han recibido la vacuna y el grupo placebo. Una vez superadas estas fases, las vacunas se someten a la evaluación por organismos independientes que se encargan, precisamente, de velar por la seguridad y eficacia de los medicamentos, como la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos. Los procedimientos de autorización por parte de estas agencias se han acelerado a través de un mecanismo que se conoce como rolling review (revisión continua), que se emplea en situaciones de emergencia sanitaria. Este es un mecanismo excepcional por el cual las agencias evalúan los datos conforme se van generando por parte de las compañías farmacéuticas. En lugar de esperar a que acaben todas las fases de los ensayos clínicos, las agencias reciben los datos a medida que se van conociendo, lo que acelera el proceso de autorización. El proceso no finaliza aquí, sino que una vez las vacunas se han autorizado y comercializado, se continúa con la fase 4, la de vigilancia potscomercialización, para el seguimiento continuado a largo plazo de posibles efectos adversos que por su escasa frecuencia no se hayan podido detectar en las fases previas de investigación.

No hay que olvidar la contribución de los miles de voluntarios que participan de forma altruista en los ensayos

No hay que olvidar la importante contribución de los miles de personas voluntarias que han participado de forma altruista en los ensayos clínicos para permitir completar cada fase en un tiempo récord. Personas solidarias con la comunidad y que confían en la ciencia.

Las vacunas frente al SARS-CoV-2 no surgen de la nada, los conocimientos y las investigaciones realizadas con otros coronavirus, como el SARS-CoV-1 o el MERS, así como la utilización de modernas tecnologías ya empleadas en la fabricación de otras vacunas, han permitido acelerar su desarrollo. La utilización de nuevos métodos de fabricación, como el RNA mensajero, ya usado en terapias oncológicas, es sin duda uno de los elementos que pueden suponer un antes y un después en la fabricación de vacunas frente al covid-19 y otras enfermedades. Estas vacunas inducen la fabricación de proteínas del virus por parte de las células de la persona vacunada con la consiguiente producción de los anticuerpos, a diferencia de las vacunas clásicas que contienen parte del virus o sus proteínas. Además, una ventaja adicional de esta novedosa tecnología es la facilidad y rapidez de producción.

El rápido desarrollo de vacunas es, sin duda, un gran éxito científico que nos permitirá empezar a ganar, por fin, la batalla contra este coronavirus, pero quedan varias preguntas frente a las que aún no tenemos respuestas: ¿cuánto durará la protección vacunal?, ¿la protección será elevada tanto para formas leves como graves de la enfermedad?, ¿protegerán no solo frente a la enfermedad sino también frente a la infección?, ¿su eficacia será similar en todas las edades? En los próximos meses tendremos respuestas a varios de estos interrogantes.

Magda Campins es jefa de Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Vall d’Hebron.

Archivado En