Barcelona crea nuevas zonas verdes sin aumentar el número de jardineros
Los sindicatos critican la falta de recursos, tanto de personal como de maquinaria actualizada
Barcelona ha emprendido una “revolución verde”, como la llamó la alcaldesa (entonces candidata), Ada Colau, en la última campaña electoral. La ciudad conserva y gestiona 981 hectáreas de verde y suma 40 nuevas por mandato. Pero la plantilla de Parcs i Jardins no aumenta en la misma proporción. Hace 10 años la ciudad tenía 1.029 jardineros, se tocó fondo en 2016 (900) y se ha recuperado hasta 970 el año pasado. Mientras las hectáreas de verde no paran de crecer, la plantilla envejece, la maquinari...
Barcelona ha emprendido una “revolución verde”, como la llamó la alcaldesa (entonces candidata), Ada Colau, en la última campaña electoral. La ciudad conserva y gestiona 981 hectáreas de verde y suma 40 nuevas por mandato. Pero la plantilla de Parcs i Jardins no aumenta en la misma proporción. Hace 10 años la ciudad tenía 1.029 jardineros, se tocó fondo en 2016 (900) y se ha recuperado hasta 970 el año pasado. Mientras las hectáreas de verde no paran de crecer, la plantilla envejece, la maquinaria y los vehículos son obsoletos y contaminantes, alertan los sindicatos. El resultado: el mantenimiento empeora.
La Canòpia de Glòries, el bulevar al final de Meridiana, el eje verde de Cristóbal de Moura, el parque de Pla i Ravellat... Son espacios verdes inaugurados en los últimos dos años pero de los que se ocupa el mismo personal que había antes en cada zona. “Los compañeros del parque del Clot, ahora se encargan también de la Canòpia”, asegura Fani Portolés, delegada de CGT en la empresa, que señala el “sobresfuerzo” que comporta el aumento de trabajo sin más efectivos: “Todavía no hemos llegado a las cifras de 2010 y esto significa que hay actuaciones que no se pueden hacer o se hacen de cualquier manera”.
En este mandato está previsto inaugurar nuevos parques en La Modelo, Sagrera, el paseo Marítimo o Can Batlló. Y en nuevos barrios como el de La Marina, en la Zona Franca, también hay previsto un parque, además de las pequeñas actuaciones.
La presidenta del comité de empresa, Sílvia Fitó (CC OO) celebra que el actual gobierno municipal aprobara un plan de choque y se recuperara personal, “pero la situación era tan tremenda y la plantilla tan envejecida que no es suficiente, y además algunas incorporaciones se han destinado al área técnica, no a verde”. “Y hay 100 personas en situación de jubilación parcial, que hacen un 25% del tiempo”, añade.
“Ya nos gusta que aumente el verde, pero si no lo hacemos en la misma proporción que el personal, y con gran dispersión entre las nuevas zonas, el mantenimiento se hace de forma más ligera, de manera que sufre la salud del personal y acaba siendo perjudicial para las plantas”, señala. Fitó también explica que la plantilla debe lidiar con las consecuencias de decisiones como prescindir de herbicidas, de forma que crecen más, o sobre el arbolado viario que se tomaron en el pasado con criterios equivocados. Como ejemplo cita los olmos, árboles enormes que acaban molestando a los vecinos. Desde CGT Portolés añade que el convenio habla de una ratio de un jardinero de mantenimiento por cada 1,2 hectáreas, “que no se cumple”. El sindicato calcula que faltan 400 personas.
El gerente de Parcs i Jardins, Francesc Jiménez Gusi, responde que la empresa municipal está “intentando recuperar el personal que tenía”, y que el último convenio prevé promociones internas y nuevas contrataciones, pero que están condicionados por los presupuestos. “Si la situación económica no es tan buena, será más difícil”, advierte. También apunta que “el modelo de gestión del verde está cambiando y la dedicación al verde será distinta”.
Jiménez Gusi se refiere al cambio de gestión hacia la “naturalización”. Con metodologías que el concejal de Emergencia Climática, Eloi Badia, explicó en junio pasado —cuando el verde alcanzó alturas nunca vistas por el confinamiento durante el estado de alarma— que favorecen los “procesos ecológicos, la entrada espontánea de flora y fauna” y actuaciones como “reducir la frecuencia de la siega para favorecer el crecimiento de especies herbáceas, aumentar los alcorques con vegetación o podar menos los árboles”.
El responsable de los servicios de conservación de Parcs i Jardins, Antonio García Bravo, aclara que la naturalización no conlleva menos trabajo, sino “una gestión en la que las frecuencias son distintas” porque se adaptan al ritmo de las estaciones del año.
Frecuencias distintas
Los dos responsables de la empresa municipal admiten que la apuesta de la ciudad por aumentar el verde en espacios verdes dispersos también generará más dedicación e incluso requerirá adaptar la maquinaria. “Naturalizar no significa no hacer nada y dejarlo como está, el mantenimiento es distinto, no es un ancha es Castilla”, alerta Fani Portolés, que echa en falta formación a los empleados para la nueva gestión y asegura que “no hay un criterio homogéneo”.
El sindicato CGT también cuestiona decisiones sobre la gestión de la plantilla y critica que se destinen más recursos y personal a las áreas técnica y administrativa que al verde (mantenimiento, poda, conductores o mecánicos). “Por muchos técnicos que tengas, necesitamos a gente en el verde”, critica Portolés.
La “Clariana” de Glòries, cerrada tras un año y medio
Un año y medio después de abrirse la parte montaña de La Canòpia, el gran parque en la plaza de les Glòries, la “Clariana”, el enorme círculo de césped central, sigue cerrado. El gerente de Parques y Jardines, Francesc Jiménez Gusi, explica que el grupo de trabajo que se creó para gestionar la zona teme que el espacio se convierta en un área para perros. Y que la decisión se ha ido retrasando mientras se encuentra la fórmula para evitarlo.
Jiménez Gusi añade que el área para perros del nuevo parque “funciona muy bien”. Mientras permanece cerrado, el gran círculo verde ha sufrido este verano una plaga de orugas, explica el responsable de servicios de conservación, Antonio García Bravo. Una plaga que es “habitual en césped nuevo y en temporadas de calor”. Esa infestación se trata con un producto que se llama piretrina, y que se aplica de noche, cuando comen las orugas.