Un festival ‘vivo’, en diferido
La grabación del concierto inaugural del Mercat de Música de Vic, que se emite este domingo, muestra el nuevo espectáculo del dúo María Arnal i Marcel Bagés
Al mal tiempo, buena cara: “Este año estoy encantada, he podido ver todos los conciertos oficiales”, dice Montse Portús, directora ejecutiva del Mercat de Música Viva de Vic, antes de iniciarse la postrer grabación de los 40 conciertos que, a partir del martes, se ofrecerán desde la web de un certamen que este año, en su 32ª edición, será por vez primera virtual. Música viva, en diferido: cosas de los tiempos del coronavirus.
Estaba Portús en las puerta...
Al mal tiempo, buena cara: “Este año estoy encantada, he podido ver todos los conciertos oficiales”, dice Montse Portús, directora ejecutiva del Mercat de Música Viva de Vic, antes de iniciarse la postrer grabación de los 40 conciertos que, a partir del martes, se ofrecerán desde la web de un certamen que este año, en su 32ª edición, será por vez primera virtual. Música viva, en diferido: cosas de los tiempos del coronavirus.
Estaba Portús en las puertas del teatro Atlántida, donde el jueves, a última hora de la tarde, se grababa el concierto inaugural, que además de en la web del festival será emitido simultáneamente por el Canal 33 (22 horas). Y mejor comienzo no podía tener el Mercat, ya que María Arnal i Marcel Bagés presentaron su nuevo espectáculo, delicado y sugestivo, avance de un disco, segundo larga duración del dúo, que la pandemia ha retrasado hasta vete a saber cuándo. Cosas de hoy. Parafraseando a Buenafuente y Berto Romero, nadie sabe nada.
Apenas un centenar de personas ocupaban distanciadas las butacas de la sala pequeña del complejo, todas ellas bien invitadas por la organización o por el grupo. Ante su mirada, un escenario escalonado en cuatro gradas, apenas un set de electrónica a mano derecha y un set de guitarra a la izquierda, la de David Soler, a la sazón productor del disco. En el centro sólo espacio diáfano. Los parlamentos de bienvenida, ventajas de la virtualidad, fueron más breves que un haiku, y la música comenzó a sonar bien pronto. Todo lo llenó. Las nuevas canciones del dúo que asombró hace tres años con su disco de debut, un cancionero de raíz popular adaptado y sabiamente manoseado por unos jóvenes que serán la tradición del mañana, caminan ahora envueltas por vaharadas electrónicas, ampliando los registros de lo mostrado en la deliciosa Tú que vienes a rondarme, tema que parece un punto de partida plausible de esa sonoridad que el grupo desea explorar en un disco que, por no tener, no tiene ni nombre.
Buena parte del repertorio, 10 temas de los que la mitad eran nuevos —incluyendo una versión tan sui generis como reconocible de El cant de la Sibil.la, “la canción más vieja de nuestro repertorio”, dijo Arnal constatando los siglos de historia de la pieza—, fue interpretado con la colaboración de Tarta Relena, un más que prometedor dúo de voces femeninas a capela, que ocasionalmente engarzaban sutiles coreografías con María, quien lucía voluminosas mangas con volantes. Claros eran los vestuarios de las tres féminas, blancas las luces durante casi todo el concierto exceptuando la parte final, cuando irrumpieron los rojos y naranjas. Espectáculo cuidado para una propuesta en la que la gran voz de María Arnal juega a favor de las canciones, nunca en clave de pirotecnia que las tapa por mor del lucimiento.
Cámaras ‘locas'
Acabada la actuación (en la que los padres de Arnal, allí presentes, hicieron coros con ánimo, como los demás tras la mascarilla), Xavi Caparrós, Xavi Torrent y Cesc Maymó, rehuido el streaming por inestable y así responsables de la grabación previa de los conciertos, comentaban la jugada en camerinos. Lo habían pasado mal: “Tantos contras de luz blanca y esos cambios bruscos de luminosidad han vuelto locos a los sensores de las cámaras”, decían pese a conocer de antemano la idea del espectáculo.
La grabación, como todas las demás, la hicieron con cuatro cámaras, en este caso dos en planos frontales y dos anguladas en los laterales, más una GoPro (cámara ligera de alta definición) en el set de Marcel. Sin invadir nunca el escenario (“es algo que hemos hecho sólo en un par de conciertos”), sin cambios de plano constantes (“a menos que lo pida la dinámica sonora del grupo en cuestión”), ha planteado la otra nueva normalidad. Como señalaba Caparrós, “estos conciertos se verán en televisión, pero también en móviles, y un plano general en una pantalla pequeña no comunica, todo se ve pequeño”. Llegará el día en que los artistas tengan que pensar en cómo ofrecer espectáculos no sólo para quienes estén presentes en las salas de conciertos. El directo ha de reinar también en lo diminuto y virtual. Todo lo mueve un virus.