La revuelta de la mina condenada
Los trabajadores de la planta de extracción de potasa de Sallent critican el plan de la empresa tras la muerte de dos trabajadores
La mina, explican los mineros de la comarca del Bages, es “una puta mierda, pero engancha”. “Es un trabajo duro: la temperatura, no ves la luz del sol, te ensucias… pero hay que vivirlo”, explica Manel Martínez, mecánico en la mina de Vilafruns (Sallent), propiedad de ICL Iberia, antes Iberpotash. “La mina está viva, cuando bajas se la oye rugir”, añade David Valdívia, eléctrico en la misma planta.
Pese a estar “enganchados” al trabajo, y tener un buen sueldo y una pronta edad de jubilación, los trabajadores de esta mina f...
La mina, explican los mineros de la comarca del Bages, es “una puta mierda, pero engancha”. “Es un trabajo duro: la temperatura, no ves la luz del sol, te ensucias… pero hay que vivirlo”, explica Manel Martínez, mecánico en la mina de Vilafruns (Sallent), propiedad de ICL Iberia, antes Iberpotash. “La mina está viva, cuando bajas se la oye rugir”, añade David Valdívia, eléctrico en la misma planta.
Pese a estar “enganchados” al trabajo, y tener un buen sueldo y una pronta edad de jubilación, los trabajadores de esta mina fueron a la huelga el pasado martes y protestaron por las calles de Manresa. El motivo es la muerte de dos compañeros en accidentes laborales en el mes de junio. La plantilla critica la estrategia de la empresa, que desde 2011 prevé el cierre de la mina. El retraso, según los sindicatos, ha conllevado un cierto olvido de la planta. La empresa niega que haya realizado menos inversiones y ha pedido un informe a un comité de expertos para determinar su futuro.
Los sindicatos denuncian el olvido de la planta, que debía cerrar en 2011
La compañía gestiona las minas de Cabanasses (Súria) y Vilafruns (Sallent) para la extracción de potasa, un fertilizante natural. Desde 2015 no registraba un accidente mortal. Pero en un solo mes sufrió un doble mazazo, además de otro accidente grave. La madrugada del día 4 de junio murió el minero Pau Camp, de 45 años, al caerle encima una roca de grandes dimensiones mientras reparaba un ventilador. Los sindicatos anunciaron un día de huelga y reclamaron mayores medidas de seguridad. “Siempre hemos tenido una relación estrecha con los sindicatos, de colaboración. En la mina de Súria no se planteó una huelga, y en la de Sallent se llegó a desconvocar, porque nos comprometimos a implementar más rápidamente unas medidas ya previstas”, explica Lluís Rodríguez, director de relaciones corporativas de ICL Iberia. Tres semanas después del accidente, el día que debía firmarse el acuerdo, murió el segundo trabajador, el experimentado minero Ángel Mielgo, de 55 años, quien recibió el impacto de una roca tras descolgarse una cinta transportadora de material.
Con el segundo accidente, los trabajadores de la mina de Sallent convocaron la huelga del pasado martes, y la empresa paró la producción de la planta, en la que ahora solo se realizan tareas de mantenimiento y seguridad. Los mineros admiten que accidentes como estos son “inexplicables e inevitables”, pero consideran que en el caso de Vilafruns responden a los retrasos de la estrategia empresarial.
El plan de la zona prevé construir una rampa de cinco kilómetros en Súria
ICL Iberia, empresa de propiedad israelí que gestiona las minas de Sallent y Súria, presentó en 2011 el plan Phoenix. Prevé el desarrollo industrial de la cuenca minera del Bages, y reforzar la mina de Cabanasses (Súria) y cerrar la de Vilafruns (Sallent). Pero para hacerlo viable se necesita construir una rampa de casi cinco kilómetros en las instalaciones de Súria que permita entrar maquinaria y sacar minerales con más facilidad. Los constantes retrasos de este plan han ido variando la fecha límite, que ahora está en el primer semestre de 2022, momento en el que empezarían a trasladarse las máquinas y el personal de Sallent hacia Súria. Los accidentes pueden acabar acelerando el cierre. “La comisión de expertos estudiará todas las opciones, también la de cerrar la mina de Sallent antes de lo previsto, aunque esperamos continuar con la actividad”, explica Rodríguez.
“Desde que soy pequeño que se dice que hay que cerrar la mina. Ahora el problema es la rampa de Súria, que parece la Sagrada Familia”, lamenta Valdívia, delegado de CC OO, que considera que el pueblo ha defendido poco la mina porque hay pocos vecinos de Sallent trabajando allí. El presidente del comité de empresa, Rubén Gaona —lleva 23 años en la mina y ahora es encargado de explotación—, asegura que los retrasos en el plan han hecho que la mina de Vilafruns siga creciendo en extracción y personal sin que la empresa invierta más. “La mina va expandiéndose y seguimos teniendo las mismas máquinas de seguridad, y algunas empiezan a ser antiguas”, explica.
En el primer accidente, el techo, que estaba saneado, no había sido apuntalado por una máquina de seguridad. “Son accidentes que pueden ocurrir, pero seguramente si se hubiese asegurado no se hubiera producido”, añade Gaona. El portavoz de la empresa lamenta estas críticas y las rechaza. “No ha habido menos inversión. De hecho, hemos invertido más en Vilafruns que en Cabanasses, porque es más grande. Cada año se invierten entre dos y tres millones solo en asegurar techos”, explica. Los trabajadores siguen reclamando más inversión, y, explica Gaona, a todos les es difícil volver a la mina tras los siniestros: “Tenemos miedo, claro, y las familias también. Todos tenemos mensajes de nuestros hijos diciéndonos que a ver cuándo cambiamos de trabajo”.
Personal subcontratado
La otra crítica de los sindicatos es que, debido al cierre anunciado de la mina, la empresa ha optado por subcontratar trabajadores. En la planta de Sallent hay 215 empleados de ICL trabajando dentro de la mina, y más de 250 de la empresa Montajes Rus. Los dos fallecidos eran de esta subcontrata. “Los trabajadores subcontratados tenemos un convenio menos bueno que los de ICL, y no tenemos tan asegurado el trabajo, así que cuando vemos un techo que no nos da confianza, muchas veces optamos por hacer el trabajo rápido y no molestar por una cosa que puede que al final no sea peligrosa”, explica Òscar Cano, presidente del comité de empresa de Montajes Rus. La plantilla está en permiso retribuido desde el segundo accidente.